El Baskonia lleva demostrando durante toda la temporada ser un equipo de contrastes, capaz de lo mejor y lo peor. Sin embargo, esas dos caras del plantel parecen haberse polarizado aún más desde el largo parón del mes de febrero por la disputa de la Copa del Rey y de las ventanas FIBA.
El pasado domingo en la visita al Breogán el conjunto azulgrana protagonizó una puesta en escena nefasta e impropia de un club de su categoría. 15 primeros minutos tétricos en los que colapsó en ataque, se abstuvo de defender el lanzamiento exterior del conjunto gallego y encajó un parcial de 35-4 con el que su desventaja se disparó a los 32 puntos con el 47-15.
A partir de ahí, sin embargo, los hombres de Pablo Laso se dieron cuenta de que estaban disputando un partido de la ACB, se pusieron manos a la obra y fueron mejorando sus prestaciones hasta llegar a rozar una heroica remontada.
Nada tuvo que ver la actitud del equipo en la segunda parte con la de la primera y desde el mencionado 47-15, el parcial fue de 41-67 favorable a los alaveses. Por desgracia, el titánico esfuerzo de la segunda mitad no sirvió para nada.
Un guion como este sería algo extraordinario para cualquier equipo de la Euroliga o de la ACB, pero no para el Baskonia, que ya está acostumbrado a verse en situaciones similares en las que se deja llevar en los minutos iniciales y cuando el partido está ya muy cuesta arriba decide apretarse los machos e intentar una épica remontada.
De hecho, ese ha sido el caso en siete de los once encuentros que ha disputado desde el parón. Dos días antes de la visita al Breogán, el Baskonia llegó al descanso en Estambul contra el Fenerbahce con un 46-32 en contra y su máxima desventaja llegó a ser de 18 puntos con el 57-39. A partir de ahí, sin embargo, logró secar al segundo clasificado de la Euroliga e incluso tuvo opciones de ganar el partido en el epílogo (82-77) gracias a un parcial de 25-38 en el tramo final.
En el importante duelo en casa contra el Manresa los alaveses también pusieron en riesgo su victoria al completar una primera parte a medio gas en la que llegaron con un marcador de 41-49 al descanso. Tras el paso por el vestuario, elevaron su intensidad y lograron darle la vuelta al electrónico gracias a un parcial de 49-35 en la segunda parte.
Algo similar ocurrió contra el Bayern, cuando tras una primera mitad igualada los azulgranas se soltaron después del descanso y completaron posiblemente sus mejores 20 minutos de la temporada. Registraron un parcial de 62-41 y se apuntaron el triunfo por 112-89.
Antes, en el feudo del otro equipo alemán, el Alba Berlín, los de Pablo Laso reaccionaron demasiado tarde, cuando el 91-74 reinaba en el marcador a tres minutos y medio del final. Por lo tanto, de nada sirvió cerrar el choque con un notable parcial de 6-16 para el 97-90 definitivo.
Sí que funcionó la táctica de salir del letargo con el partido ya avanzado en el Baskonia-Gran Canaria. En los 18 minutos iniciales los visitantes se construyeron un colchón de 17 puntos con el 24-41, pero a partir de ahí el combinado local se mostró intratable con un parcial de 60-39 que le permitió llevarse la victoria por 84-80.
Por último, en la visita al Morabanc Andorra, en la que el partido se complicó a raíz de un doloroso parcial de 14-0 en tres minutos en el segundo cuarto, los gasteiztarras perdían por 74-59 en el tramo final del tercer parcial. En ese momento, se activaron y cerraron el duelo anotando diez puntos más que su rival (19-29), insuficientes para cristalizar la remontada (93-88).
Dinámica inexplicable
Igual o más preocupante que la certeza de que este Baskonia tiene dos caras y una capacidad competitiva que sólo saca a relucir cuando se ve muy contra las cuerdas es el hecho de que no parece haber solución posible para esta bipolaridad. “No lo entiendo” fue la frase más repetida por Pablo Laso en su rueda de prensa posterior al choque contra el Breogán.
Si el hombre que más tiempo pasa junto a la plantilla es incapaz de darle una explicación a esta obsesión de su equipo por remar siempre a contracorriente, parece difícil que estos mismos jugadores puedan revertir esta dinámica que tanta indignación genera entre los aficionados.
Cuando el equipo lo intenta y no llega, poco más se puede hacer, pero este Baskonia ha demostrado que cuando se pone manos a la obra, tiene argumentos para competir con cualquiera. El problema es que tarda en ponerse el mono de trabajo.