Por encima de las tensiones mundiales, la política de bloques y los aranceles de Trump, el lehendakari Pradales quiere buscar un resquicio para tender puentes con Estados Unidos y aprovechar las oportunidades de colaboración en el ámbito comercial o universitario. Tratará de reforzar las relaciones con algunos de sus estados federados, aprovechando que tienen competencias propias. Y ese resquicio quizás lo haya encontrado en Boise, en Idaho, donde la numerosa diáspora vasca afincada desde mediados del siglo XIX puede abrir muchas puertas a Euskadi. Este jueves, en su segundo día de viaje institucional a la zona, el lehendakari Pradales ha hecho ese llamamiento y ha tratado de acompañarlo con pruebas concretas de que esta colaboración es posible: la Universidad del País Vasco y la de Boise han firmado un acuerdo para facilitar el intercambio de alumnos e investigaciones con un futuro campus transoceánico de ingeniería, hay acuerdos para seguir impartiendo euskera en Boise, y el lehendakari se ha reunido con el gobernador del estado de Idaho para abrir nuevas oportunidades en tecnologías punteras como los semiconductores. Pradales remató este impulso a la acción exterior confirmando que su gobierno enviará en 2026 al Parlamento Vasco una nueva Ley de la Diáspora para adaptarla al siglo XXI y dar “un salto” e implicarla como agente diplomático, para que ayude a identificar oportunidades.

El anuncio, que llegó al final del día en Euskadi por la diferencia horaria, lo realizó en el seminario Zortziak Bat de la Boise State University. La normativa vigente, la Ley 8/1994 de relaciones con las colectividades y centros vascos en el exterior, acumula ya más de treinta años a sus espaldas. Pradales dejó claro en su intervención que esta ley “ha dado excelentes resultados” y ha servido para compactar a la comunidad vasca internacional en colaboración con las Euskal Etxeak y las federaciones, pero ahora se trata de ir más allá. Por un lado, se trata de implicar más a la diáspora para que sea un agente diplomático, un agente activo en la búsqueda de oportunidades en el exterior, como ya avanzó en el primer día del viaje institucional. Por otro, se trata de llegar a los vascos que no están vinculados a una Euskal Etxea o que viven en un país que carezca de un centro de reunión de ese tipo, porque las características y motivaciones de las personas emigradas han cambiado.

Lo que pretende el lehendakari es “dar el salto hacia la vertebración de la diáspora vasca del siglo XXI”, bajo la premisa de que las diásporas están expuestas a los retos que plantea el mundo y son agentes para afrontarlos. Hay toda una amalgama de profesionales de la empresa o la cultura en el mundo que pueden ayudar a Euskadi a abrirse paso en otros estados y, en el caso de Estados Unidos, algunas personas con ascendencia vasca han llegado a ocupar posiciones de influencia política entre el Partido Republicano o el Demócrata. “La diáspora actual ha cambiado. Es muy variada. Y las nuevas situaciones exigen nuevos pasos”, explicó Pradales, acompañado por el secretario general de Acción Exterior, Ander Caballero, quien aportó también a modo de dato que la propia diáspora solicitó una actualización en el marco del Plan Cuatrienal de Colectividades Vascas 2024-2027.

¿Por qué necesita el Gobierno vasco esta aportación? Pradales alertó de que la política internacional vive tiempos difíciles, “la democracia está siendo atacada por un extremismo bien organizado y bien financiado”, está resurgiendo el afán imperialista, hay nuevos retos como el cambio climático o la migración, y nadie puede afrontar esta situación en solitario. Apeló a las relaciones multilaterales, y ahí es donde Euskadi necesita tener presencia en el mundo, y articular una comunidad global sólida y organizada para situarse en este complicado contexto e identificar oportunidades.

El Ejecutivo vasco recordó que las Euskal Etxeak están repartidas por 25 estados de todo el mundo y cuentan con 36.000 personas asociadas a ellas. Pero también hay personas que no forman parte de esa red. El Ejecutivo también aporta que “más de 80.000 vascos y vascas tienen derecho a voto en cien países del mundo”. 

Campus transoceánico

Además, por otro lado, se están sentando las bases para crear un campus transoceánico entre la Universidad del País Vasco, EHU, y la Boise State University, que empezaría con las carreras de ingeniería y que, en la práctica, va a facilitar el intercambio de alumnos entre una y otra universidad, la alianza entre grupos de investigación y las prácticas docentes en educación multilingüe. Pradales lo anunció en la gala de la Boise State University con motivo del Jaialdi, el mayor festival de la cultura vasca que se celebra fuera de Euskadi y que ha motivado el viaje del lehendakari. El rector vasco, Joxerramon Bengoetxea, y el rector interino de Boise, Jeremiah Shinne, firmaron el memorando para avanzar en esta dirección, en lo que supone el primer acuerdo transoceánico de la EHU. La universidad vasca le da la máxima trascendencia porque, gracias a este acuerdo, el personal investigador va a colaborar en proyectos punteros como la biomecánica, nanomateriales o computación cuántica.

Euskera

El Instituto Etxepare ha firmado dos acuerdos con la Universidad de Boise para mantener vivo el euskera al otro lado del océano Atlántico. Uno de los acuerdos pondrá en marcha en 2026 un programa de investigación en torno a los estudios vascos que tendrá carácter estable, el primer estudio de este calado que impulsa el Instituto Etxepare en una universidad exterior. Tendrá carácter multidisciplinar. El otro acuerdo va a garantizar el futuro de la cátedra Eloise Garmendia Bieter que funciona desde 2015. Para el lehendakari, estos acuerdos impulsan “la presencia del euskera en el ámbito internacional”. La vicelehendakari Ibone Bengoetxea encuadró estos avances dentro de la estrategia de defensa de una Euskadi global, pero también en la estrategia Jauzia Gara de impulso del euskera. En la actualidad, el Centro de Estudios Vascos suscita el interés de más de 600 alumnos y tiene décadas de historia a sus espaldas, ya que sus orígenes se remontan a una visita a Oñati en 1974 con el impulso de Pat Bieter, que se casó con Eloisa Garmendia, de ahí el nombre de la cátedra.

Tender puentes aprovechando la descentralización

En su apuesta por buscar espacios de colaboración con Estados Unidos a través de algunos de sus estados federados y sus competencias propias, Imanol Pradales se reunió este jueves con el gobernador de Idaho, el republicano Brad Little, y con la alcaldesa de Boise, la demócrata Lauren McLean, con quien izó la ikurriña. Al gobernador ya lo conoció hace diez años durante su etapa en la Diputación de Bizkaia. Idaho es un viejo aliado de Euskadi, y Pradales exploró en ese sentido las oportunidades empresariales y comerciales. “Ahora que el mundo se divide en bloques, nuestro objetivo es, más allá del ruido, seguir tendiendo puentes”, se propuso. El lehendakari se remontó a los primeros vascos emigrados a Boise para apostar por “estrechar” la relación.

Tras un atril que decía “ongi etorri”, y después de bromear diciendo en inglés que el gobernador es “experto en kalimotxo”, Pradales identificó algunas oportunidades para colaborar, como la fabricación de semiconductores, y citó la planta de Micron en Boise. También hablaron sobre las posibles aplicaciones en la movilidad o computación, y sobre tecnología agraria. Pradales cree que “el buen nombre” de Euskadi en Boise es “una excelente carta de presentación para abrir puertas en Estados Unidos”. Quizás consciente de que el mensaje puede sonar optimista a la luz del proteccionismo de Donald Trump, Pradales apostó por “profundizar” en las capacidades propias de los estados porque la estructura de Estados Unidos es “federal”, el poder está repartido: “Idaho, por sus competencias, es capaz de regular la actividad económica y comercial”. Incluso acuñó el término affinity diáspora para referirse a personas que, como el gobernador, no son vascos pero son “amigos de nuestro país”.