En una plantilla corta como la del Baskonia, la ausencia de una de las piezas importantes se nota más que en el caso de gigantes europeos con mayor fondo de armario, pero la baja de Kamar Baldwin por su lesión articular en el primer dedo del pie derecho ha tenido aún mayor impacto del esperado en los dos encuentros perdidos por el conjunto azulgrana al regreso del parón ante el Partizan (86-73) y el Morabanc Andorra (93-88).
Antes de los 19 días sin competición que afrontó el Baskonia por la disputa de la Copa del Rey, Pablo Laso parecía haber encontrado al fin la fórmula para que el ataque del Baskonia fluyera y se jugara al ritmo deseado al juntar a Trent Forrest y a Kamar Baldwin sobre la cancha.
Ambos afirmaron sentirse cómodos jugando el uno junto al otro, se entendieron bien y dotaron al ataque azulgrana de dos velocidades: la paciencia de Forrest por un lado y el baloncesto más vertical de Baldwin por el otro.
Durante los descansos de uno, el otro se mantenía en la cancha y viceversa, aunque cuando mejor funcionaba el ataque era en sus minutos compartidos, ya que es entonces cuando llevan una mochila más liviana en cuanto a responsabilidad en la dirección de juego.
En los choques contra el Partizan y el Andorra, sin embargo, todo el peso de la generación ha caído sobre Trent Forrest, que, aunque no ha registrado malos números, se ha visto sobrepasado en algunos tramos y se ha encontrado con mayores dificultades para encontrar grietas en la defensa rival.
Su falta de amenaza exterior facilita mucho la tarea de los defensores, ya que les permite esperarle más cerca de la zona y pasarle los bloqueos por detrás, dificultando así la posibilidad de encontrar pases interiores o de finalizar cerca del aro, la mayor virtud del norteamericano.
Ante una defensa más cerrada y sin la posibilidad de recurrir a Baldwin cuando no encuentra buenas opciones, Forrest pasa mucho tiempo botando el balón y ralentiza el juego del equipo.
Es evidente que es el mejor generador de juego de la plantilla y fue el máximo asistente de su equipo en las visitas a Andorra y Belgrado, pero también cometió algunas pérdidas evitables y pecó de individualismo en algunas acciones en las que quiso enfrentarse él solo a la defensa cuando el partido pedía mayor circulación de balón.
El pasado domingo fue el encargado de acercar a los alaveses a tres tantos con sus puntos y un robo clave que terminó en triple de Luwawu-Cabarrot, pero a continuación se complicó la vida él solo en una posesión en la que no soltó la bola y en la que se podía haber igualado el choque.
Cuando juega sin Baldwin como escudero, da la sensación de que todo el ataque en estático del Baskonia depende de su inspiración individual en las penetraciones o en el último pase, y eso no es una buena noticia teniendo en cuenta que Ognjen Jaramaz, el encargado de darle descanso en la rotación, no está logrando aportar minutos de calidad.
Oportunidad desaprovechada
La lesión de Baldwin abrió la puerta para el regreso del timonel serbio a la rotación tras haber caído su protagonismo drásticamente, pero Jaramaz no está sacando partido de su oportunidad de reivindicarse.
En el duelo contra el Partizan, su exequipo, sólo sumó tres puntos y cometió cuatro faltas en los nueve minutos que estuvo sobre el parqué. Su tiempo en pista, además, coincidió con el comienzo del parcial de 27-2 que condicionó totalmente el partido para el Baskonia.
Mayor protagonismo tuvo ante el Andorra al alcanzar casi 12 minutos de juego en los que registró 2 puntos y 2 asistencias, cifras en cualquier caso insuficientes y que le mantuvieron sobre el parqué más por demérito de Forrest que por mérito propio. Volvió a cargarse pronto de faltas, se vio superado en defensa y en ataque sólo logró hacer daño a cancha abierta, ya que le faltó creatividad en estático y tampoco fue capaz de superar a su pareja de baile desde el bote.
La dirección de juego parecía bien cubierta a principio de curso con tres hombres, pero el serbio no está dando la talla y cuando se ausenta uno de los dos estadounidenses el equipo se resiente.
Todo ello por no hablar de Timothé Luwawu-Cabarrot, uno de los principales perjudicados por la ausencia de Baldwin, ya que está teniendo que jugar en el puesto de dos y, como él mismo reconoció en una entrevista a este periódico, es evidente que no se siente cómodo cuando tiene que amasar tanto balón y jugar acciones de bloqueo y continuación. No es un mal pasador, pero sufre como escolta y perdió seis balones entre los dos encuentros de la semana pasada. Hall y Diop tampoco están recibiendo tantos globos por encima del aro como de costumbre.
Lo que está claro es que, mientras Baldwin esté apartado, el Baskonia deberá buscar soluciones en ataque más allá de dejar que toda la responsabilidad recaiga en Forrest.