El Baskonia viaja este miércoles con destino a Berlín, su primera parada como visitante en una Euroliga 2023-24 igual o incluso más exigentes que las anteriores apreciado el crecimiento de la clase media.

Tras la dolorosa derrota sobre la bocina ante el Real Madrid, el equipo vitoriano afronta su primer desplazamiento ante un asequible Alba con la clara intención de ahuyentar los peligrosos fantasmas de las dos últimas ediciones continentales.

No en vano, cada vez que ha debido realizar la maletas, al Baskonia se le han visto las costuras más de la cuenta. Si se le ha escurrido de las manos el cada vez más caro pasaporte para el Top 8 es, en buena medida, por culpa de sus uñas poco afiladas lejos del Buesa Arena.

Su cancha se ha convertido casi siempre en un fortín inexpugnable, pero en consonancia con lo que le sucede a la mayoría de participantes en la Euroliga, su discreto rendimiento como forastero le ha alejado de obtener un puesto entre la flor y nata del torneo.

Los números no engañan en este sentido y el Baskonia tan solo ha conseguido siete victorias de 33 posibles en las dos últimas ediciones continentales. En concreto, tres llegaron en la temporada 2021-22 ante el Asvel, Bayern y Alba y cuatro en la 2022-23 frente al Valencia Basket, los turcos del Anadolu Efes y Fenerbahce y el Real Madrid. Un bagaje ciertamente escaso que le impidió colocarse entre los ocho mejores de una competición plagada de transatlánticos.

Siete triunfos en la 2020-21

El recuerdo de lo sucedido la pasada campaña todavía se encuentra fresco en la retina de los aficionados azulgranas. Cada exhibición al calor de su público tenía el contrapunto de la incapacidad para rascar algo positivo lejos del Buesa Arena, donde el Baskonia perdió en la cancha de todos los equipos desahuciados ofreciendo, además, una imagen muy pobre.

De los siete triunfos, tres llegaron en la temporada 2021-22 ante el Asvel, Bayern y Alba y cuatro en la 2022-23 frente al Valencia Basket, los turcos del Anadolu Efes y Fenerbahce y el Real Madrid

Es por ello que esta Euroliga emerge como una buena oportunidad para mostrar otro poso como forastero y, por ejemplo, tratar de repetir los notables resultados como visitante de la campaña 2020-21. En aquella ocasión, el Baskonia fue un equipo igual de peligroso en casa que fuera, donde obtuvo siete triunfos de indudable prestigio en las pistas del Panathinaikos, Zenit San Petersburgo, Khimki, Real Madrid, Armani, Efes y Olympiacos.

Poca presión ambiental en Berlín

No cabe duda de que cualquier desplazamiento en la Euroliga, por asequible que parezca sobre el papel, encierra una dificultad manifiesta. Sin embargo, hay algunas más asequibles que otras y la de este jueves al Mercedes-Benz Arena, el gélido hogar de un Alba Berlín aquejado de numerosos problemas físicos en la 'pintura', es de las que cualquier aspirante al Top 8 tiene subrayada en rojo para engordar su casillero de victorias.

Una de las contadas victorias del pasado curso a domicilio llegó ante el Fenerbahce de Guduric. Tolga Adanali

En la pista del equipo dirigido por Israel González, la presión ambiental no suele alcanzar casi nunca excesivos decibelios contra el visitante de turno. La antítesis de lo que ocurre en Grecia o Turquía, donde sus aficionados son mucho más pasionales llegando a condicionar incluso el arbitraje.

Si el Baskonia quiere estar en la pomada para regresar cinco campañas después a los cruces de la Euroliga, queda claro que no puede desperdiciar determinadas oportunidades de un calendario frenético. Y el Alba, siendo un rival a tener en cuenta con jóvenes de enorme proyección entre sus filas –ahí están los casos de Ziga Samar, Gabriele Procida y Matteo Spagnolo–, no cuenta con un potencial desmedido. Más sin Yanni Wetzell ni el gigante Koumadje, ambos lesionados.