- Tras escuchar a Josean Querejeta y Dusko Ivanovic, queda meridianamente claro ya que uno de los matrimonios más fieles en la historia del deporte se verá prolongado, como mínimo, una temporada más por mucho que todavía no haya llegado la fumata blanca. La época más dorada del Baskonia no se habría entendido jamás sin la imponente figura del montenegrino, que por su parte también tiene mucho que agradecer al dirigente que le puso en bandeja la posibilidad de plasmar una filosofía no muy bien vista por muchos jugadores enemigos del sufrimiento y a finales del año pasado le concedió la alternativa para entrenar nuevamente al más alto nivel.
Pese a que también han vivido sus particulares crisis como cualquier pareja y la relación no ha sido siempre una balsa de aceite, presidente y entrenador son conscientes de que en el fondo se necesitan mutuamente. Mucho más en la dura etapa post covid-19, presidida a buen seguro por una máxima austeridad y una economía de guerra que obligará a tirar de los jóvenes y arriesgar en materia de fichajes con nombres desconocidos para el público en general. Ante el escenario tan incierto que se avecina, la química existente entre Querejeta e Ivanovic debe posibilitar que el Baskonia encuentre fórmulas para sortear los obstáculos y mantenerse competitivo entre la flor y nata continental.
Dusko ya figuraba por méritos propios en los anales de la historia baskonista, pero a partir de la campaña 2020-21 su figura adquirirá una trascendencia si cabe más capital al pasar a convertirse en el técnico más longevo en la historia del banquillo azulgrana, según datos facilitados a este periódico por Rubén Gazapo (creador de la web baskonistas.com). Cuando las dos partes sellen un acuerdo y el anuncio de su continuidad adquiera rango de oficial, serán ya once las temporadas en las que el de Bijelo Polje habrá regido los destinos de un equipo con el que ha conquistado, entre otros títulos, 2 Ligas ACB, 3 Copas del Rey o una Supercopa, sin obviar aquellas dos finales de la Euroliga en 2001 y 2005 ante la Kinder y el Maccabi, respectivamente.
El firme deseo de continuidad expresado en primera instancia por el club y más tarde por el entrenador tiene visos de desembocar en próximas fechas en una entente satisfactoria que extienda hasta la década una convivencia plagada de momentos memorables y también de alguna sonada desilusión. El montenegrino desplazará de lo más alto del escalafón a Pepe Laso, otro de los históricos del Baskonia que llevó las riendas alavesas en dos etapas distintas (1969-77 y 1985-87).
Claro que el padre del ahora jefe del Real Madrid estuvo algunos años al frente del equipo cuando competía en categorías más modestas como la Tercera y Segunda División. No fue hasta el ascenso a la Liga Nacional en la temporada 1972-73 cuando se estrenó en la élite con la entidad azulgrana.
Parecía difícil que alguien desbancara a Pepe Laso hasta que Querejeta vio en Ivanovic la figura ideal que podía representar a la perfección los valores azulgranas de sacrificio, ambición y compromiso. La primera etapa del balcánico tuvo lugar en el quinquenio comprendido entre 2000 y 2005, finalizado con el pésimo sabor de boca de la liga extraviada por aquel triple de Alberto Herreros en el quinto partido de la final ante el Real Madrid. Luego completó más tarde tres temporadas íntegras (2008-11), a lo que hay que añadir los primeros meses correspondientes al curso 2011-12 -en noviembre tuvo lugar un traumático despido tras una derrota en el Buesa Arena ante el Obradoiro- y los que lleva dirigidos este ejercicio después de incorporarse al equipo a finales del año pasado en sustitución de Velimir Perasovic.
Más allá de sus éxitos en Vitoria, Ivanovic dejará en el Baskonia un legado de profesionalidad, rectitud y disciplina sometiendo al jugador a una exigencia física y mental desconocidas por estos lares. Virtudes que desde un primer momento calaron hondo en Querejeta, siempre reacio a conceder la alternativa a entrenadores que no sean de la vieja escuela balcánica. Cuando Peras fue despedido debido a la pésima dinámica azulgrana e Ivanovic rescindió su contrato con un Besiktas turco donde sufría problemas de cobro, rápidamente se hizo inevitable pensar en el enésimo reencuentro entre ambos.
Aunque los resultados tardaron en llegar, Dusko fue capaz de inyectar algo de espíritu, pimienta y carácter competitivo a un Baskonia abandonado a su suerte en muchos partidos de la temporada donde sufrió auténticas escabechinas. Tras cinco victorias consecutivas entre ACB y Euroliga que habían devuelto el resuello, el mejor momento azulgrana se vio cortado de raíz por la pandemia. El objetivo en la fase final de la ACB, prevista en Valencia del 17 al 30 de junio, no es otro que prolongar las buenas sensaciones previas a la crisis sanitaria. Ha sido el propio Ivanovic quien ha marcado la ambición alavesa situando el objetivo en la conquista del título.
Palabras que ni mucho menos son gratuitas teniendo en cuenta la arrebatadora personalidad y el carisma de un entrenador al que algunos ven con un libreto caduco pero, desde luego, comprometido al máximo con el ideario azulgrana. Si desde luego hay alguien que podrá extraer el mayor jugo posible a la plantilla tan terrenal que se intuye en el futuro, ese no es otro que el sargento de hierro montenegrino. Tras Dusko Ivanovic y Pepe Laso, vienen a cierta distancia nombres como Vicente Elejalde (1959-65) en el baloncesto provincial, el malogrado Manel Comas (1993-97), Manu Moreno (1980-81 y 1987-diciembre del 89), Iñaki Iriarte (1978-80, 1981-83 y 1992-93), Velimir Perasovic (2005-07, 2015-16, 2018-19 y parte de la 2019-20) y Sergio Scariolo (1997-99 y 2013-14).
Dusko Ivanovic. 10 años repartidos en tres etapas distintas (2000-05, 2008-12 y 2019-20).
Pepe Laso. 10 años en dos etapas (1969-77 y 1985-87).
Vicente Elejalde. Seis años entre 1959 y 1965, todos ellos en el baloncesto provincial.
Velimir Perasovic e Iñaki Iriarte. Ambos han entrenado cinco campañas en Vitoria, aunque no fueron íntegras.
Manel Comas. Cuatro ejercicios entre 1993 y 1997.
El montenegrino superará la próxima temporada al padre de Pablo Laso, que también estuvo en su día una década al frente del equipo alavés
Más allá de sus seis títulos o la presencia en dos finales de Euroliga, la química entre Dusko y Querejeta siempre ha sido incuestionable