Vitoria. Pudo ser teóricamente algo mejor (Unicaja), pero también sensiblemente peor (Barcelona y Real Madrid). Por carecer de la vitola de cabeza de serie antes de que el azar repartiese ayer fortuna en el Museo del Automóvil de Málaga, el Baskonia estaba condenado a afrontar un duro escollo a las primeras de cambio en su tortuoso camino hacia la séptima Copa del Rey de la historia. Y así fue finalmente después de que las manos inocentes de Bernd Schuster y Carolina Navarro conformasen el segundo emparejamiento de la próxima edición, fijado para el viernes 7 de febrero a partir de las 19.00 horas (La 1). Surgieron al unísono las papeletas del Laboral Kutxa y Valencia Basket en lo que constituye para el espectador neutral el pulso más atractivo de las cuatro eliminatorias correspondientes a cuartos de final.
Mientras los tres restantes partidos parecen tener un nítido color, azulgranas y taronjas protagonizarán un cruce de alto voltaje pese a que media un abismo entre la trayectoria firmada por uno y otro en la presente fase regular de la ACB. Mientras el rocoso cuadro de Perasovic ha rubricado la mejor primera vuelta de su historia al totalizar únicamente dos derrotas en su casillero, el Laboral Kutxa presume de todo lo contrario. Hoy en día, constituye un colectivo vulnerable y extremadamente frágil que fía su estabilidad a la aportación de una reducida nómina de jugadores incapaces de suplir por sí solos los graves errores de planificación en la confección del roster.
Las dudas alavesas contrastan con la extrema solidez de la tropa levantina, dirigida sabiamente por un icono del Buesa Arena que ya sabe precisamente lo que es ganar un par de ediciones coperas -una como jugador y otra como entrenador- defendiendo los colores baskonistas. Tras una larga travesía por el desierto donde se vio acompañado de una aureola de equipo perdedor, el actual Valencia se perfila como un enemigo temible para la versión más laxa, vulgar y desafinada que se recuerda en muchos años del Baskonia.
No en vano, el inquilino de la Fonteta aúna todas las virtudes que puede reunir cualquier plantilla pese a contar en la actualidad con las sensibles bajas de Lishchuk, Aguilar y Lucic. De todos ellos, Perasovic solo recuperará al poste ucraniano para la cita del Martín Carpena. El técnico croata está supliendo la baja del ala-pívot con un temporero sobrado de oficio como Lubos Barton, mientras que en las últimas horas se especula con un posible interés de la secretaría técnica por Xavi Rabaseda (Estudiantes) para dotar de más mordiente al perímetro.
Estilistas como Van Rossom, Rafa Martínez, para quien los años no pasan en balde, o Dubljevic, elegido en el último draft de la NBA por los Timberwolves, tienen su perfecto contrapunto en dos musculosos exteriores como Lafayette y Sato que elevan muchos enteros la temperatura física taronja. Un viejo conocido como Pau Ribas también ha recobrado buena parte de la confianza que perdió en Vitoria, donde fue reducido por Ivanovic al exclusivo rol de cancerbero defensivo. Por tanto, una exigente piedra de toque desde todos los puntos de vista.
Si el favoritismo sonreiría con nitidez a la formación valenciana en una eliminatoria de play off, el particular formato de un torneo sin margen de error y la consabida etiqueta de conjunto copero de la que hace gala el Laboral Kutxa equilibran algo las fuerzas. Si este primer obstáculos ya representa un serio quebradero de cabeza, la posterior hoja de ruta hacia la consecución de la séptima corona de la historia augura emociones todavía más fuertes. Siempre que debuten con buen pie en el Martín Carpena, los alaveses se medirían en la segunda semifinal -prevista el sábado 8 a las 21.30 horas- al ganador del desequilibrado duelo entre el Barcelona y el Iberostar. El Real Madrid, claro favorito en la otra parte del cuadro, parte con todos los boletos para aguardar en una hipotética final por la que hoy en día muy pocos apuestan a la vista del rumbo que están tomando los acontecimientos.