vitoria. La Euroliga 2013-14 ve la luz a partir de mañana con un cartel difícilmente mejorable. En ella, estarán nuevamente todos los clásicos de un torneo que año tras año rebosa glamour por todos sus poros y amenaza con cometerse a unas ligas nacionales cada vez más devaluadas. Veinticuatro equipos de diferente prestigio en busca del premio gordo que supone izar un título inalcanzable para las aspiraciones de un Baskonia que vivió un ciclo dorado entre 2005 y 2008 con su aparición en cuatro ediciones consecutivas de la elitista Final Four. Aquellos dorados tiempos, desgraciadamente, han quedado atrás.

Las urgencias para los grandes transatlánticos son palpables después de que el Olympiacos más austero se proclamase, contra todo pronóstico, monarca continental durante las dos últimas ediciones en Estambul y Londres. No se puede desmerecer jamás a un equipo con tanto orgullo como el griego, más con la presencia del Dios griego llamado Vassilis Spanoulis, pero las astronómicas inversiones de varios rivales reducen esta vez el margen para la sorpresa y abren sobremanera una pelea por el título que incluye básicamente al Real Madrid, Barcelona, CSKA y puede que al Fenerbahce, al que la llegada de Zeljko Obradovic al banquillo concede una nueva dimensión tras sus sistemáticos fracasos.

Blancos, culés y moscovitas están obligados sí o sí a inmiscuir su figura en la Final Four de 2014 prevista en Milán (Italia). Por presupuesto, tradición y plantilla, cualquier otro resultado supondría una decepción de dimensiones colosales. La duda estriba en saber quién puede ser el cuarto pasajero de la reunión más elitista, para el que la pelea promete ser cruenta y titánica. No es que haya excesivos aspirantes porque conjuntos que hasta hace bien poco se permitían el lujo de tutear a los grandes colosos -principalmente, el Maccabi, el Montepaschi y el Baskonia- han perdido su pujanza fuera de las fronteras lastrados por la drástica reducción presupuestaria.

Por arriba, solo un reducido ramillete de clubes soporta la crisis. De ahí que los poderosos hayan ampliado la distancia sobre el resto. Uno o dos escalones por debajo, todo se ha igualado y, a diferencia del pasado, ya no se vislumbra con claridad ninguna cenicienta cuyo nivel desentone en exceso. Acaso los franceses del Nanterre y Strasbourg, los polacos del Zielona Gora -el equipo de procedencia de Walter Hodge- y los serbios del Estrella Roja partan como los combinados más débiles dentro de una Euroliga presidida por el afán mercantilista de su mandamás. Jordi Bertomeu aspira a que únicamente los mejores formen parte de su casa y lo está consiguiendo con creces tras la implantación del sistema de licencias fijas que garantiza a unos cuantos privilegiados su presencia en el torneo prácticamente de por vida.

tres muros infranqueables La lógica invita a pensar que el campeón saldrá del pulso que sostendrán los dos grandes de la ACB y el CSKA. El Real Madrid, vulnerable el pasado curso en el juego interior, ha reforzado dicha posición con una figura contrastada (Bourousis) y otro pívot en franca progresión como Mejri, aunque todo su veneno continúa concentrado en el perímetro con la continuidad de todos sus virtuosos. El Barcelona, por su parte, ha emprendido una renovación mucho más drástica. Xavi Pascual alineará como caras nuevas a Pullen, Papanikolau, Nachbar, Lampe y Dorsey, que se suman a todo lo bueno que había hasta cerrar un interminable grupo de catorce efectivos que le obligará a realizar convocatorias antes de cada encuentro oficial.

El que también desea recuperar el terreno perdido es el CSKA de Ettore Messina, que ha vuelto a tirar de talonario para construir un colectivo de campanillas en busca de su séptima corona continental. Pese a que dos de sus jugadores -Teodosic y Krstic- acabaron señalados tras la última Final a Cuatro, el millonario club ruso mantiene la columna vertebral de la pasada campaña y cuenta con dos nuevos galácticos como Jeremy Pargo, recuperado para el baloncesto europeo tras su paso por la NBA, y Kyle Hines, ese carpanta de los rebotes que suple su falta de centímetros con una colocación y un poderío físicos sensacionales.

Más allá de estos tres candidatos, no se atisban alternativas al poder establecido. El gen competitivo del Olympiacos y Panathinaikos, que conservan el oficio de ganador, les convierte en dos rivales a tener en cuenta, aunque siempre un peldaño por debajo. Del emergente baloncesto turco, el nuevo rico de Europa, sobresale como un posible aspirante el Fenerbahce de Obradovic. Kleiza, Zoric y el exbaskonista Nemanja Bjelica conforman sus apuestas para revertir la dinámica perdedora de las últimas temporadas. A priori, no se encuentra al mismo nivel el Anadolu Efes, otro que acostumbra a gastar dinero en balde. El mago croata Zoran Planinic constituye la última apuesta de los cerveceros para codearse con los mejores. Por delante, nueve meses en los que los aficionados podrán degustar uno de los torneos más apasionantes que se recuerdan. La pena es que el Baskonia comparezca con el único objetivo de acceder a un Top 16 más caro que nunca.