vitoria. Josean Querejeta afronta uno de los momentos más complejos de su mandato. El máximo dirigente del Baskonia es consciente del grado de desánimo que se ha instalado en las gradas del Buesa Arena tras la decepcionante eliminación liguera ante el Gran Canaria, que viene a representar la puntilla para un equipo que ha perdido nivel de competitividad estos últimos años.
"Es un absoluto fracaso. Todos hemos quedado en mal lugar. Tenemos que hacer lo posible para devolver la ilusión a nuestros aficionados", manifestó Querejeta el martes, a los pocos minutos de concluir el tercer duelo de cuartos ante el combinado que dirige Pedro Martínez. En realidad, sus palabras no hacían más que refrendar la declaración de intenciones que había realizado unas semanas atrás, en la revista corporativa del club, en la que prometía que iba a diseñar "una de las mejores plantillas de la historia" de la entidad azulgrana para volver a pelear por los títulos.
Le hará falta. Jamás se había percibido tal grado de desunión entre plantilla y afición como se pudo ver en el coliseo de Zurbano durante el duelo que clausuraba un curso tan convulso como deprimente. Los más viejos del lugar no recuerdan un momento en la historia del Baskonia en la que la hinchada se mostrara menos apegada a los jugadores que defienden la camiseta azulgrana. Y es ahí donde reside el principal reto, que es a la vez problema, para Josean Querejeta. Debe recuperar la esencia para volver a enganchar a una afición que había llegado a asumir que el Laboral Kutxa se quedara por norma en la antesala del salón en el que se reparten los títulos pero que no puede soportar ni admitir que se le robe el derecho a sentirse orgullosa de su equipo.
El carácter único al que tanto se ha hecho referencia se ha volatilizado y el plantel se ha desdibujado hasta límites insospechados, al tiempo que se ha vivido la peor racha de resultados de todos los tiempos. Sin embargo, no es ni siquiera el hecho de que el Baskonia no se haya presentado en una final en los tres últimos años lo que ha impulsado ese sentimiento de desapego que tanto inquieta a Querejeta, pues tiene que asegurar abonados para cuadrar las cuentas, sino la pérdida de hambre competitivo y orgullo que con el transcurso del tiempo ha experimentado el colectivo gasteiztarra.
Hace poco más de año se fraguó la primera catástrofe continental. Miribilla fue el escenario en el que el cuadro baskonista resultó por vez primera eliminado de la Euroliga a las primeras de cambio. Fue un primer aviso. Anteayer, tras nueve temporadas ininterrumpidas entre los cuatro mejores, también se quedó fuera de las semifinales de la ACB, además ante un rival menor, tanto en presupuesto como en potencial. Por el camino se había ido perdiendo esencia, ambición, competitividad. Se había instaurado la creencia de que bastaba con alcanzar las semifinales en ACB y Copa, algo en cierta medida lógico ante la brecha cada vez mayor en presupuesto con Real Madrid y Barcelona, pero el nivel de tolerancia tiene unos límites. Y la abulia con la que se ha manejado la plantilla, una plantilla además de mal confeccionada, mal remendada por el camino, ha acabado por colmar la paciencia de la hinchada.
Josean Querejeta habla de renovación, de limpia, cuando lo que en realidad exige el baskonismo es una revisión de los valores que rigen los designios de un equipo que desde el milagro del tercer título liguero. Más allá de nombres, se antoja necesario definir el perfil de jugador que se busca para regresar a esa esencia orgullosa y combativa que, por encima de éxitos o fracasos, logró que en la grada prestara con emoción un aliento que el martes sin duda faltó.
hodge y hamilton En las oficinas del Buesa Arena hace tiempo que se trabaja en la confección de esa nueva e "ilusionante" plantilla. Y no sería de extrañar que en los próximos días se anunciara alguna incorporación que ayudara a paliar los ecos del descalabro liguero. Como ya avanzó este periódico, el acuerdo con Hodge se encontraba cerrado a falta de firma, aunque el jugador está en estos momentos inmerso en la final de la PKL polaca y quizá habría que esperar a que cogiera vacaciones. No sucede lo mismo con un Lamont Hamilton que el martes jugó en el Palau su último partido con la elástica del Bilbao Basket. Las negociaciones con el poste estadounidense están más que encauzadas.
Antes de las entradas, en todo caso, deberán llegar las salidas, renovaciones o ventas de los componentes de una plantilla que no ha dado la talla. Cook y Milko Bjelica acaban contrato y se marcharán. Nemanja tiene todas las papeletas para salir, bien rumbo a la NBA, bien rumbo a un grande europeo, aunque las apreturas económicas generalizadas dificultan esta segunda opción. La renovación de Nocioni llegará en breve, siempre que el argentino asuma la reducción salarial que le plantea el club. Y luego está el resto, sujeto al mercado y sus ofertas. Salvo en apariencia Pleiss, Causeur y Jelinek, con contratos largos, nadie tiene plaza fija. Ni siquiera Fernando San Emeterio, que como Lampe ocupa plaza de cupo y podría resultar atractivo para recaudar, al igual que un Heurtel que se ha revalorizado.