Cuando Fernando San Emeterio ponga punto final a su carrera deportiva dentro de muchos años, su futuro está en los seguros. En este momento de la temporada, el jugador cántabro es al Baskonia lo que Messi o Iniesta son al Barcelona de Pep Guardiola. Pase lo que pase, juegue contra quien juegue, el alero baskonista va a sumar. Este año, salvo el lapsus del pasado miércoles frente al Zalgiris de Kaunas, San Emeterio ha rayado siempre a un nivel superlativo. En los once encuentros disputados hasta ahora por el Caja Laboral -siete en la ACB y cuatro en la Euroliga- este recién casado nunca ha bajado de los diez puntos de valoración. Si no anota asiste, y si no asiste rebotea. Y eso cuando no hace las tres cosas al mismo tiempo.
Ayer, una explícita jugada evidenció por qué el jugador nacido en Santander es miembro de honor de lo que Andrés Montes llamaría "el club de los más listos de la clase". Defendido por un Andrés Miso que parece una sombra del jugador que brilló en el Cajasol, San Emeterio rompió la cintura al exterior del CAI cuando éste le defendía bajo el aro. Amagó a la izquierda pero se fue por la derecha, dejando clavado a Miso y colocando un importante 44-56 en el marcador cuando la escuadra aragonesa soñaba con una remontada imposible.
Los números del tres baskonista, que llegó a jugar unos minutos como escolta cuando Nemanja Bjelica saltó al parqué, fueron excelsos una vez más. Veinte puntos, siete rebotes y cuatro asistencias hasta un total de 27 puntos de valoración. Todo en 37 minutos en los que se sacó de la manga unas cuantas penetraciones marca de la casa y un canastón increíble al filo del descanso cayéndose desde un lateral tras chocar con un contrario y lanzando sobre tablero.
renovación pendiente A estas alturas a nadie sorprende ya que el alero baskonista sea el cuarto jugador de la ACB que más tiempo disputa en la competición nacional con una media de 31 minutos y 52 segundos. Tercero en la clasificación de MVP -sólo superado por Esteban Batista y Carlos Suárez- su merecido protagonismo en la rotación de Dusko Ivanovic sólo trae consigo un punto negativo que, en realidad, ni siquiera es culpa suya. Oscurecido partido tras partido por el cántabro, Nemanja Bjelica tiene que sufrir en sus carnes la misma medicina que San Emeterio vivió en su primer año en el Buesa Arena. Por aquel entonces, tuvo que asumir el ostracismo en beneficio del hoy culé Pete Mickeal. Después de un verano en el que el club vitoriano quiso prescindir de sus servicios, siempre fuerte mentalmente, el alero internacional acabó guiando al Caja Laboral hacia su tercera Liga y asumió su liderazgo innato en la cancha.
Aunque la temporada se encuentre ahora dando sus primeros pasos, no está de más recordar que el mejor jugador del choque de ayer en Zaragoza acaba contrato el próximo mes de junio. Su condición de cupo es un caramelo que le permite además elevar un poco más si cabe su caché en las futuras negociaciones con la entidad de Zurbano, que hace unos días ya cerró la renovación de Stanko Barac. Mientras tanto, Fernando San Emeterio prosigue en su búsqueda de la beatificación a la espera de toparse con un equipo que de una vez por todas sea capaz de parar sus pulcras e impecables penetraciones.