El vecindario de Abetxuko ha decidido movilizarse y protestar en la calle tras el cierre de la única entidad bancaria del barrio, que Kutxabank cerró al inicio de la pandemia. La asociación de vecinos prepara una concertación, en principio para el viernes.

Denuncia Óscar González que ciudadanos, entidades, asociaciones, bares, comercios o negocios para realizar cualquier operación bancaria tienen que trasladarse a Lakua y la entidad más cercana está a algo más de un kilómetro de distancia.

"En el barrio vive mucha gente mayor que no opera por Internet ni en cajeros, que es el único servicio que nos queda. Les dicen que vayan a la oficina de Lakua o a cualquier otra de Vitoria, pero sólo hace falta ver cómo están todas las sucursales, con largas colas de personas esperando a ser atendidas", denuncia el portavoz vecinal.

Desde la asociación Uribe Nogales plantean a Kutxabank que, al menos, abra la sucursal de Abetxuko uno o dos días a la semana para que los vecinos puedan realizar operaciones en ventanilla. "Nos han dejado totalmente colgados y sin servicio bancario", critica.

Sienten los 3.500 residentes de Abetxuko que el barrio va perdiendo servicios y corre el riesgo de perder aún más debido a la tendencia a los recortes. Además del cierre de su único banco, han estado meses sin pediatra y bajo la amenaza de cierre de Correos.

Finalmente, "desde hace un mes hemos recuperado el servicio de Pediatría en el centro de salud tres veces a la semana y Correos nos asegura que no va a clausurar la oficina del barrio", se congratula González.

La preocupación por el cierre de la oficina de Kutxabank se abordó ayer en la reunión del auzogune de participación ciudadana, junto a otro listado de asuntos pendientes que también inquieta al barrio, como qué va a pasar con la obra del edificio de la antigua panificadora del áncora, un proyecto de reforma pospuesto el año pasado por culpa del covid, pero que apremia, según la asociación Uribe Nogales.

urge la reforma del áncora

Se trata de un edificio protegido, por lo que no se puede derribar, ahora propiedad del Ayuntamiento, llamado a convertirse en sede de talleres de inserción, museo harinero y centro de elaboración de productos para dar servicio a los huertos ecológicos de Basaldea y Urarte.

Además, en su interior está previsto habilitar un pequeño escenario para conciertos y teatro. "Este año hay un presupuesto en el Ayuntamiento de 800.000 euros, que se suma al millón comprometido por la Diputación, así que lo que queremos es que la obra de reforma empiece ya porque llevamos doce años esperando", urge.

La asociación vecinal aprovecha también para saber qué ha pasado con las 47 alegaciones que presentó al borrador del Plan General.