n total de 60.000 euros de la Diputación Foral de Álava vuelven a estar disponibles para que las instituciones locales del territorio y de Trebiño puedan optar a ayudas para recuperar bienes patrimoniales o históricos que, muchas veces, dormitan en un rincón sin que se valore la riqueza o la singularidad que tienen.

Es una apuesta importante del Departamento de Cultura que cada año permite ir rescatando del olvido y restaurando para el disfrute de generaciones venideras, retazos de la historia o la cultura de Álava. Y detrás de esas intervenciones está el Servicio de Restauración de la Diputación, cuya responsable es Cristina Aransay.

Cuenta que “las ayudas que ofrece el Departamento de Cultura son por concurrencia competitiva a las que se puede presentar cualquier Ayuntamiento o Junta Administrativa de Álava y del enclave de Trebiño”. No suelen ser muchas piezas, pero la responsable de este Servicio destaca que “este año hemos tenido la suerte de que ha habido una variedad de patrimonio, y patrimonio muy curioso, muy interesante”.

Y es que esos bienes tienen sus peculiaridades y diversidad, pero lo realmente importante es que “gracias a esta línea de subvención los ayuntamientos y juntas están descubriendo ese patrimonio que, a lo mejor, ellos no consideraban de esa manera, que lo tenían en los pueblos y concejos, y que gracias a estas ayudas se pueden poner en valor. Se dan cuenta de que tienen objetos de valor patrimonial que hay que restaurar porque son importantes”.

Y va detallando las características de los bienes rescatados durante el año 2020. Por ejemplo, cita los dos muebles contenedores de mapas de Llanteno realizados en 1883. Los tenían en las escuelas de la localidad, uno en la de niñas y el otro en la de niños y para ellos era un mueble que lo conocían desde siempre y que estaban allí, retirados en la escuela. Pero realmente no sabían del valor, tanto histórico-artístico, como el potencial que tenía, porque una vez que se restauran aparecen muchas cosas y se cuenta una historia.

“Lo de los mapas ha sido muy curioso”, cuenta Cristina Aransay. “Ha supuesto muchísimo trabajo, porque la empresa encargada ha trabajado muchísimo, incluso con muchos retos, porque realmente, cuando trajeron los muebles y los mapas, no se veía muy bien ni cuantos había, ni en qué estado estaban, porque solo era un rulo de papeles y de telas mal enrollados y apelotonados y no se veía muy bien lo que contenía”.

Otro objeto importante ha sido la basa de Urarte. A raíz de que se rehabilitó el Humilladero apareció este objeto, esta pieza del antiguo Humilladero, que estaba tapado. “Recuperamos un patrimonio, de alguna manera inédito, oculto, perdido… No abandonado, porque los ayuntamientos no los abandonan, pero a veces no son conscientes de lo que tienen”. Su recuperación fue a raíz de un leve traslado del conjunto por la afectación de la obra en la carretera. Y para culminarlo se le ha dotado de un tejado como lo debía tener en el siglo XVI cuando se ubicó en ese lugar.

Del siglo XVI es también el San Cristóbal con el Niño Jesús que se conserva en la ermita que lleva su nombre en Ullibarri Arana. Es una gran talla en madera policromada de un estilo manierista inspirada en obras del artista Alonso Berruguete. La escultura estaba bastante estropeada en cuanto a la pintura e incluso había desajustes entre las piezas que lo componen. Esta se ha restaurado en el Servicio foral y ya luce en su ermita del Valle de Arana.

De Rioja Alavesa, de Yécora, llegó la petición de ayuda para restaurar la gran puerta de madera de la ermita de la Virgen de Bercijana. El edificio fue construido entre los siglos XIII y XIV y en su interior hay un retablo barroco con una interesante imagen del Padre Eterno con Jesús en brazos, que parece inspirada en la pintura del Greco sobre este tema. La construcción del santuario, la elección del lugar y el nombre de la imagen están relacionados con la creencia de que la Virgen se apareció a Berciján, un pastor de Yécora, como cuenta la web municipal. Es desde aquí donde los habitantes de Yécora celebran una romería por la festividad de Santo Domingo, que los lleva en procesión acompañados por el grupo de danzas que baila, entre otros, el baile de la ‘cadena’, realizando paradas en el recorrido.

Más actuales son los tres cuadros de arte contemporáneo procedentes de Araia y que han recuperado la importancia que tienen.

Se trata de Pintura de Daniel Castillejo. Nacido en Burgos en 1957 es licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco y gran parte de su trayectoria profesional ha estado vinculada a la colección de arte contemporáneo de la Diputación Foral de Álava, hoy Colección Artium. En 1985 comienza a trabajar en el Museo de Bellas Artes de Álava como técnico responsable de los fondos contemporáneos, lo que le permitió participar en el informe y adquisición de más de un millar de obras de arte. Participó de manera directa en la apertura en 1989 de la Sala Amárica, el primer caso en Euskadi de sala pública de exposiciones dedicada a la creación contemporánea, de la que fue responsable hasta 2001. Fue director de Artium hasta 2018 y comisarió numerosas exposiciones.

Otro de los cuadros es Homenaje a Andoni Urreztarazu, de Rafael Lafuente. Natural de Logroño es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca (1997-2001). En 1999 realiza su primera exposición individual, La memoria inventada y obtuvo en dos ocasiones el Premio de la Muestra Joven de Artes Plásticas en La Rioja. Participa en exposiciones colectivas e individuales y desde hace años desarrolla proyectos vinculados a espacios construidos.

El tercer cuadro es Sin título de Juan Sagastizal, nacido en Eibar en 1952. Vive y trabaja en Vitoria. Cursó estudios de arquitectura durante un año en Valladolid para matricularse posteriormente en la Escuela de Aparejadores de Burgos. Trabajó como profesor en el Centro de Diseño del Ayuntamiento vitoriano. Como pintor es netamente autodidacta, participando ya en los primeros años ochenta en la Asociación de Artistas Alaveses, cuyos integrantes tenían por costumbre exponer en el Café Morgan. Actualmente expone en Ataria Por qué me gustan las lagartijas?, una muestra de 30 cuadros, que tienen como temática el mundo de los reptiles, y más en concreto, los lagartos y lagartijas que pueblan cualquier rincón de los diversos municipios alaveses.

Ese ha sido el bagaje de este año de bienes recuperados, Y ya está en marcha la nueva convocatoria pública, para que las instituciones locales se puedan presentar. Explica Cristina Aransay que “como muchas veces conocemos casos, enviamos la documentación a esos lugares para que conozcan las subvenciones y les ayudamos en todo lo que necesiten. Por ejemplo, si tienen que contactar con empresas especialistas en restaurar determinadas piezas de patrimonio, les ponemos en contacto con dos o tres empresas de Álava que se dedican a restaurar esculturas, pinturas, papeles, textiles y demás para que pidan presupuesto. Porque los promotores son los ayuntamientos y juntas administrativas, pero en ese sentido están un poco perdidos porque no conocen el tema. Les asesoramos, les ponemos en contacto con empresas del sector. Si tienen alguna duda con el proyecto también lo revisamos, les indicamos si está o no correcto”.

La responsable recuerda que un requisito fundamental para poder acceder a las ayudas es que “se tienen que seguir los criterios y metodología marcado por el Servicio de Restauración, que está a su disposición en el propio Servicio”. Pero el principal afán es ayudar para que el trámite sea ligero. Por esa razón “este año hemos tratado de reducir el procedimiento y hacerlo más sencillo, eliminando algún trámite y algún papel que realmente estaba duplicado y tampoco tenía mucho sentido. A lo que damos mucha importancia es a la certificación del acuerdo para optar a las ayudas”, el acuerdo del Pleno del Ayuntamiento o del concejo que previamente a solicitar la ayuda se tiene que reunir y aprobar que están de acuerdo en presentarse a la subvención para restaurar tal objeto.

Puestos en marcha, la iniciativa “no deja de ser un beneficio para muchas partes”. Por un lado, los ayuntamientos y juntas ‘descubren’ un patrimonio que había que restaurar y “damos trabajo a empresas del sector cultural y de restauración. En ese sentido ganamos todos: se inventaría patrimonio, se pone en valor, se conoce y se restaura”

Habitualmente, otros años, las peticiones rondan entre cinco y ocho, comenta la responsable del Servicio. En este caso se han presentado cinco municipios y se han restaurado ocho objetos. La Diputación financia como mucho el 80% de la intervención, por lo tanto, un 20, un 30 o un 40 lo tiene que poner el solicitante. Y una vez restaurado vuelven a su lugar de origen.