No hubo sorpresas de última hora en las oficinas de Mendizorroza. Con la sensación generalizada de que una o dos guindas le hubieran venido genial a la plantilla, el Deportivo Alavés cerró este lunes el mercado de fichajes veraniego tras una jornada que tuvo como principal y única novedad la cesión de Hugo Novoa, que jugará en el Mirandés durante esta temporada.
Un extremo izquierdo y otro central –o lateral derecho para dejar a Nahuel Tenaglia en el núcleo de la zaga– es lo que buscó el conjunto babazorro hasta el último momento. Pero reforzarse en la recta final nunca es sencillo, pues los equipos, salvo extrema necesidad, se muestran recelosos a negociar y, si lo hacen, es solo en condiciones muy favorables. Prefieren quedarse como están.
En punto muerto quedaron negociaciones como las de Juan Gutiérrez, Juan Cruz, Pablo Maffeo, Kevin Zenón o Alejandro Francés, a quienes el Alavés se había acercado con mucho interés en las últimas semanas. Esas y, en realidad, otras tantas que nunca salieron a la luz. Y eso que los babazorros han logrado hacerse con los servicios de muchas de sus primeras opciones durante este mercado estival.
Aun así, debe considerarse como un éxito que el Glorioso haya sido capaz de mantener en su plantilla a figuras diferenciales como las de Antonio Blanco o Carlos Vicente. No han sido pocas las ofertas que han llegado por ellos al estadio del Paseo de Cervantes y, pese a ello, se ha priorizado dar continuidad al proyecto. Algo en lo que ha ayudado no contar con urgencias económicas, al contrario que otros.
El temor en las horas previas al cierre apuntó, sobre todo, al extremo maño. El Benfica, entre otros, le tenían en su agenda de posibles refuerzos y contaban con la capacidad económica como para ir a por él. Sin embargo, en el club gasteiztarra siempre tuvieron claro que, salvo abono de la cláusula, no iban a dejar marchar a ninguna de sus figuras en la recta final, sin tiempo para buscar un reemplazo.
DE GRANDES NÚMEROS
Lo cierto es que esta ventana estival ha sido de números grandes para el Alavés. El mayor ejemplo de ello, al menos en el apartado de llegadas, ha sido el traspaso de Lucas Boyé. El delantero argentino firmó hasta 2029, previo pago al Granada de alrededor de seis millones de euros, lo cual supuso un desembolso poco habitual para la entidad babazorra. Es uno de los fichajes más caros de su historia.
Además, por un futbolista lesionado. En principio, Boyé estará disponible después del parón, una vez se recupere del esguince de su rodilla izquierda, pero no deja de ser llamativo que el esfuerzo económico más importante de la actual propiedad haya sido por alguien que no ha podido aportar desde el primer momento. Otra cosa es que su innegable talento haga que la espera valga la pena.
La incorporación del argentino, eso sí, no hubiera sido posible sin el adiós de su compatriota Joaquín Panichelli, el gran protagonista del verano albiazul. Después de brillar en su cesión con el Mirandés en Segunda, el Alavés no pudo retenerlo y acabó tomando las maletas al Estrasburgo, satélite del Chelsea. 16,5 millones pagó el cuadro francés, de los que solo alrededor del 50 % pertenecían a los gasteiztarras.
Y esta operación, aunque positiva en lo económico, supuso un importante varapalo tanto para el Glorioso como para su afición. En el club le veían como uno de sus estandartes para el tercer proyecto consecutivo en la máxima categoría y las gradas, por su parte, estaban ilusionadas por ver a Panichelli liderando la ofensiva del equipo. Pero así es el fútbol. Y, si se marchó, fue porque él quería hacerlo.
Aparte de Boyé, el Alavés ha firmado otros nueve refuerzos durante estos dos meses de mercado: Raúl Fernández, Yusi Enríquez, Jonny Otto, Jon Pacheco (cedido de la Real), Pablo Ibáñez, Calebe, Carles Aleñá, Denis Suárez y Mariano Díaz. Y la mayoría de ellos, salvo el meta bilbaíno, el central txuri-urdin y el punta hispano-dominicano, con contratos de larga duración, desde 2028 hasta 2030.
Una tendencia que va en la línea de lo acontecido en los últimos años. El club albiazul ya no es aquel que firmaba a todos sus fichajes por 1+1, ahora apuesta por construir una base sólida, ya sea para competir o para generar beneficio. El escaso número de cesiones sí que ha sido una sorpresa. La temporada pasada se tuvieron hasta cinco –Luka Romero se marchó en enero–, y en esta, de momento, solo dos.
Por otro lado, en el apartado de bajas, también han dejado dinero en las arcas de Mendizorroza las ventas de Santiago Mouriño y Tomás Conechny. Muy dura la primera de ellas, igual que la de Panichelli, pero inevitable, si bien no se entienden las prisas del Atlético por vender a un futbolista de tanto futuro como el defensor uruguayo. A ellos se han sumado Aleksandar Sedlar, Abdel Abqar y Kike García.
También han abandonado el primer equipo alavesista este verano, aunque en calidad de cedidos, Adrián Rodríguez (Zaragoza), Jesús Owono (Andorra), Adrián Pica y Hugo Novoa (Mirandés) y Asier Villalibre (Racing). Todos ellos, curiosamente, a LALIGA Hypermotion, donde se han dado cuenta, después de ver el rendimiento de Víctor Parada y Panichelli, que la del Glorioso es una buena puerta para llamar.