“A un club no lo hacen grande sus títulos, lo hace grande su gente”. Así lo recitó un día Mendizorroza y del mismo modo volvió a demostrarlo este domingo. Pese a que su Deportivo Alavés no pudo dar la sorpresa contra el Real Madrid, la afición babazorra llevó en volandas al equipo, demostrando por enésima vez que no lo va a dejar solo en su lucha por la permanencia. Un gol de Camavinga fue suficiente para los blancos (0-1).
No hubo sorpresas en el once de Eduardo Coudet para afrontar la visita del cuadro blanco. Jesús Owono y Carlos Martín sustituyeron a los sancionados Antonio Sivera y Jon Guridi y tanto Nahuel Tenaglia como Carles Aleñá recuperaron su condición de titulares. Un equipo de gala, en vista de lo disponible, para tratar de plantar cara a la escuadra de Carlos Ancelotti, quien solo reservó a dos de sus estrellas: Jude Bellingham y Vinicius.
La contienda, tal y como había pedido el Chacho en la previa, inició con un Alavés con mucha personalidad. Los babazorros mostraron verticalidad cada vez que tuvieron el balón en su poder y, cuando fue propiedad del Madrid, no dudaron en presionar la salida. Eso hizo que a los visitantes se mostraran erráticos en la medular, incapaces de conectar con sus hombres de ataque. También hubo acercamientos a la portería de Courtois.
Aun así, la primera ocasión clara fue blanca: Owono salió demasiado tarde en un desplazamiento en largo de Rüdiger y a punto estuvo Güler de aprovechar el error. Por fortuna, el mediapunta turco estuvo más pendiente de provocar el penalti que de marcar gol. Ese susto dio alas a los madridistas durante varios minutos. Dominaron la posesión y percutieron veloces por los costados, especialmente a través del escurridizo Rodrygo.
El segundo aviso visitante acabó en el fondo de la red del Alavés, pero el tanto fue anulado con acierto por falta a Owono. Rüdiger zancadilleó al meta albiazul. A la tercera, sin embargo, fue la vencida. Los de Ancelotti fueron echando atrás a los de Coudet y, tras una rápida combinación en la frontal, Camavinga se sacó un ajustado latigazo para poner el 0-1. Corría el minuto 34 en ese momento. Tocaba reaccionar, y habría opción para ello.
EXPULSIÓN DE MBAPPÉ
Después de un centro-chut de Carlos Vicente que estuvo muy cerca de poner las tablas en el electrónico, el Madrid se quedó con uno menos por expulsión de Mbappé. Un castigo más que merecido, pues el delantero francés pudo haberle partido el tobillo a Antonio Blanco con su entrada. Fue el VAR, eso sí, quien tuvo que avisar al colegiado para revisar la acción. En primera instancia, Soto Grado solo le había mostrado la amarilla.
Ya en superioridad numérica, el Alavés intentó apretar antes del descanso, pero no estuvo nada acertado. La mayoría de sus transiciones murieron cerca de la frontal y tuvieron que conformarse con marcharse a los vestuarios con el 0-1. La afición veía posible dar la sorpresa en la segunda mitad, y así lo demostró con sus ánimos. Ahora bien, iba a hacer falta un importante paso al frente para poner en apuros a los blancos.
FALTA DE MORDIENTE
De vuelta del ecuador, el Glorioso saltó al césped dispuesto a llevar la batuta del juego, pero le faltó mordiente. Aunque tuvo la pelota y jugó en campo rival, ninguna de sus ofensivas exigió en exceso a la zaga del Madrid. Los distintos centros, que fueron el recurso principal del equipo, pocas veces encontraron rematador y, cuando lo hicieron, fue en posiciones poco favorables. El paso de los minutos favorecía a los de Ancelotti.
Consciente del poco peligro de su escuadra, el Chacho movió el banquillo sobre la hora de juego, dando entrada a Toni Martinez en lugar de Carlos Martín (4-4-2). Lo que no esperaba el argentino es que, cuando tocaba apretar, Soto Grado expulsaría a Manu Sánchez por una entrada sobre Vinicius, que había entrado poco antes. El árbitro, de nuevo, tuvo que acudir a la pantalla para cambiar su decisión. Fue acertada la roja.
En la recta final, ya con Moussa Diarra (Abqar, lesionado), Ander Guevara (Joan Jordán), Carlos Protesoni (Blanco) y Pau Cabanes (Aleñá) sobre el césped, el Glorioso fue en busca de una oportunidad que nunca llegó. El Madrid se defendió bien y tampoco los babazorros fueron demasiado incisivos. Los cambios no mejoraron en nada y Bellingham pudo sentenciar. Owono evitó el 0-2 con una gran parada en el mano a mano.