Las visitas del Deportivo Alavés al Estadio de Balaídos y La Cerámica han marcado un antes y un después respecto a su imagen como visitante. Pese a que los babazorros todavía no conocen la victoria lejos de Mendizorroza este curso, y ya acumulan seis jornadas consecutivas sin sumar un triunfo, poco tienen que ver las dos últimas actuaciones a domicilio con las que pudieron verse en el Nuevo Mirandilla, Vallecas o el Coliseum.

Frente al Cádiz, el Rayo y el Getafe, los gasteiztarras tuvieron opciones de cosechar algún punto –y así lo hubieran hecho si no llega a ser por algunas decisiones arbitrales cuestionables–, pero sus sensaciones no fueron tan buenas como ante el Celta y el Villarreal. Una mejora que, si bien ha podido ser favorecida por las características propias de cada rival, merece ser mencionada, sobre todo ahora que toca visitar uno de los feudos más exigentes.

Tanto en el estadio celeste como en el amarillo, el Alavés mostró una valentía que no suele brillar entre los equipos visitantes de LaLiga, quienes acostumbran a otorgar la batuta al local y esperar su momento de manera ordenada y conservadora. Algo que, seguramente, esperaba el Villarreal y que, al ver la presión alta y verticalidad de los albiazules, le obligó a cambiar su idea de juego para evitar errores que les condicionara el encuentro. 

Esa actitud hostil, además de incomodar al cuadro groguet, le permitió al Glorioso recuperar la posesión en zonas altas del campo y, a través de ello, merodear constantemente la portería de Filip Jörgensen, especialmente durante la primera mitad. Hasta tres ocasiones claras de gol pudieron contarse a favor de los babazorros antes del descanso; una de ellas, incluso, acabó en la red, pero el tanto fue anulado por falta previa de Samu Omorodion. 

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En imágenes: El Alavés perdona al Villarreal en La Cerámica

Dicha tendencia favorable se mantuvo también en la segunda mitad, aunque fue igualándose con el paso de los minutos, a medida que el cansancio empezó a hacer mella en las piernas de los gasteiztarras. Solo un detalle evitó que el Alavés se llevara los tres puntos de La Cerámica: su falta de puntería. Como en anteriores ocasiones, el marcador no hizo justicia a la cantidad de acciones de peligro que se generaron a lo largo del partido.

Y esa efectividad, pese a que no es fácil de trabajar, sí debe mejorar lo antes posible, sobre todo de cara al compromiso de este domingo (21.00 horas). Si el acierto en ataque ha sido clave hasta ahora –y ha supuesto un lastre para los pupilos de Luis García–, más lo va a ser en el Metropolitano, donde espera uno de los equipos con la mejor racha de Europa. El Atlético, en concreto, ha contado por victorias sus seis últimos duelos, cinco en LaLiga.

Afortunadamente, el Alavés ha demostrado que sabe competir en cualquier escenario, si bien aún no se ha enfrentado a uno de los tres grandes, y tendrá opciones en el caso de que afine su puntería, pues atrás deja pocas dudas. Sus buenas actuaciones frente al Celta y el Villarreal han sido posibles gracias a que, además de mostrarse valiente en ataque, también ha se ha hecho muy fuerte atrás, con una retaguardia cada vez más, y mejor, asentada en la élite

RECUPERAR EL FACTOR 'MENDI'

Ahora bien, la evidente mejora de los albiazules en su papel de visitantes debe acompañarse con resultados en casa, donde no ha habido tanto brillo últimamente. Ahora que se ha conseguido sumar a domicilio, al contrario que al principio, va a ser fundamental convertir Mendizorroza de nuevo en un fortín, en busca de la popular media inglesa que le daría un importante plus clasificatorio al Glorioso, ahora a tres puntos del descenso. 

En la actualidad, superada la décima jornada del campeonato, el Alavés es el duodécimo mejor local y el sexto peor visitante de LaLiga, con siete y dos unidades respectivamente. Unos números que, como bien dijo Luis García en su comparecencia del domingo, muy poco o nada tienen que ver con las sensaciones: “Si seguimos así, el fútbol algún día nos recompensará. Tendríamos que llevar de 12 a 14 puntos sin problema”.