Mendizorroza vivió de nuevo una jornada especial. Una más. Esta vez, el inicio del partido estuvo marcado por un emotivo momento, ya que en la previa del encuentro, el Deportivo Alavés homenajeó al que ha sido uno de sus jugadores franquicia, el káiser Víctor Laguardia.
El defensa maño llegó en 2014 al conjunto vitoriano, cuando éste militaba en la Segunda División y enseguida se hizo dueño de la zaga albiazul ayudando a lograr el ascenso en 2016. Desde entonces, el káiser nunca ha fallado en su actitud, ni siquiera cuando el Alavés perdió la categoría y es que el capitán siempre ha sido uno de esos jugadores que ha dado la cara, tanto en las buenas como en las malas.
Por eso mismo, y gracias a su carisma, esfuerzo, trabajo y sacrificio se convirtió en un ídolo albiazul. Además de su gran actitud, su calidad en el campo hizo que la afición estuviera volcada con el jugador desde el principio.
Todo eso sumado a sus más de 200 encuentros como albiazul hizo que su homenaje de ayer fuera más que merecido. Un reconocimiento que comenzó con un vídeo en los marcadores que fue poniendo los pelos de punta a todos los aficionados que iban entrando en Mendizorroza.
Lógicamente, tras una carrera teñida de albiazul, en su despedida, el jugador ya dijo que siempre sería del Alavés y sus palabras no tardaron en hacerse realidad, ya que Laguardia no tardó en unirse a la dirección deportiva del club.
En los instantes previos al encuentro, Laguardia recibió todo ese reconocimiento y el presidente del Deportivo Alavés, Alfonso Trocónzi, entregó al Kaiser una camiseta con el 5 a sus espaldas, el dorsal que ha vestido Laguardia durante casi toda su carrera.
Además, el ya ex jugador también recibió una txapela como agradecimiento a toda su trayectoria y dedicación como albiazul. Todo ello, y como es lógico, fue acompañado por una ovación tremenda de un Mendizorroza en pie. Sin embargo y como detalle, todos los jugadores de la plantilla del Deportivo Alavés, tanto los titulares como los del banquillo, fueron veloces para fundirse todos en un gran abrazo. Algo, que sin duda alguna, fue otro detalle de todo el cariño que genera Laguardia, tanto dentro como fuera del vestuario albiazul.