La savia nueva en el campo alavés se mantiene estable en los últimos siete años. Así, al menos, dejan constancia los datos que la Diputación Foral de Álava tiene en cuanto a nuevas incorporaciones en la actividad agraria desde 2017 y que reflejan un total de 119 altas de jóvenes agricultores y ganaderos.

Diario Noticias de Álava ha hablado con cuatro de ellos.

Eva García (39 años): “A nosotras nos lo dieron montado y siempre hay que invertir dinero”

Junto a su hermana Nuria, Eva García Gago tiene 160 hectáreas de cereal y 70 ovejas destinadas a carne

Eva García Gago, agricultora y ganadera en Caicedo Josu Chavarri Erralde

Eva García Gago, de 39 años, tiene en Caicedo-Yuso unas 160 hectáreas de cereal (trigo, avena y cebada) donde también siembra leguminosas para que coman sus 70 ovejas, destinadas a carne. Además, también posee tres cabras que en este caso son para autoconsumo.

Un oficio que también siempre ha vivido en su familia, cuando llegaron a tener hasta 600 cabezas de ovino. Sin embargo, con 18 años estudió un módulo y llegó a trabajar fuera, pero cuando su padre enfermó, “tuvimos la necesidad de venir a casa a ayudar y vimos que era una forma de poder vivir, administrando nosotras el tiempo, pero porque estaba montado todo, aunque siempre hay que hacer inversiones”.

Tenía unos 25 años cuando se animó junto a su hermana Nuria a dedicarse en exclusiva a la agricultura y ganadería. “Antes las ovejas eran de mi tío y se dedicaba solo a ellas, pero ahora, como hacemos también cereal y como tanto mi hermana como yo tenemos familia, no podemos llegar hasta esas cabezas. Nos gustaría, pero conciliar hubiera sido imposible porque es dedicación en exclusiva todo el día y todo el año”.

“No hay tierras para que las cojan los jóvenes. La gente no se acaba de jubilar y no las deja”

Eva García Gago - Agricultora y ganadera de Caicedo

Si bien, sus 70 ovejas tampoco entienden qué es eso de que llegue un festivo. “Si tienes ganado, alguien se tiene que quedar con ellas. Y si es época de que van a parir, más”. Para cogerse vacaciones, “nos turnamos entre nosotras y luego nos ayuda también mi tío. De lo contrario, habría que quitar las ovejas”.

Burocracia

García Gago tiene claro que “es sacrificado para todos porque si eres agricultor, es el tiempo que dediques a las parcelas, más el papeleo. Los trámites son muchos y como los tienes que hacer en un plazo...”. Ellas son las que se encargan de tener todo en regla “porque a base de intentarlo, lo haces”.

En cuanto a las dificultades de los jóvenes para vivir del campo, coincide en que uno que empiece desde cero, “lo tiene muy difícil. A mí me lo dieron montando y siempre tienes que invertir mucho dinero en cosas que se han quedado obsoletas y mucho tiempo también en saber cómo hacerlo para llegar a lo que quieres”.

Otra es la falta de tierras para los jóvenes. “La gente no se acaba de jubilar y no la deja”, afirma.

Jon Ortiz de Lejarazu (30 años): “Haciendo las cosas bien y a tu gusto se puede vivir mejor que en una fábrica”

Este agricultor de Zigoitia también quiere poner más vacas pero lleva dos años de trámites intentándolo

Jon Ortiz de Lejarazu empezó en el agro desde cero en 2016 con el programa Gaztenek Josu Chavarri Erralde

Jon Ortiz de Lejarazu es una de esas raras avis que quedan en el campo alavés: es joven, agricultor y encima no ha heredado la profesión de sus padres, contrariamente a lo que viene siendo habitual en esta profesión, porque no se dedicaban a ello, a diferencia de sus abuelos.

Un día, en 2016, con 22 años, decidió compaginar su profesión de cara al público en Vitoria para ver si la tierra podía ser su sustento.

Y se fue a Mendarozketa (Zigoitia) para empezar a vivir de lo que producía la tierra. Dos años después, dejó su trabajo de ventas en la ciudad para dedicarse a la agricultura de cereal, colza y forraje. “Lo que me animó es que desde pequeño me había gustado.

Había vivido en el pueblo desde 4º de Primaria y había ido viendo cómo se hacían allí las labores. Tenía claro que lo que me gustaba era la vida allí: la tranquilidad, poder pasear y en cuanto a las formas de trabajo, no me veía encerrado en una oficina ocho horas. Prefería dedicar más horas al día, pero organizarme yo”, destaca.

“Lo más difícil fueron los inicios. Tras la primera cosecha, dudé de si realmente merecía la pena”

Jon Ortiz de Lejarazu - Agricultor de Zigoitia

Así que Ortiz de Lejarazu empezó en el agro desde cero. Lo primero que hizo en 2016, con el programa Gaztenek de incorporación de jóvenes agricultores de Diputación, fue arrendar la explotación de un señor que se jubilaba en el pueblo junto con toda la maquinaria.

“Lo más difícil fueron los inicios. Dentro del programa, te dicen cómo hay que hacer un plan de empresa, cómo te vas a instalar en un mínimo de un año y de un máximo de cinco, para en ese periodo hacer la instalación, conseguir algo más de terreno, adecuar la maquinaria, etc.”, recuerda.

Primera cosecha

Y cuando empezó, no tenía ni la inversión suficiente, “porque fue muy alta, también por normativas europeas, como la dichosa PAC (Política Agrícola Común), que marca cómo optar a las ayudas y solo se podían pedir una única vez, cuando hice la instalación, aunque ahora creo que se han modificado eso. No quise pedir el primer año, por si podía crecer un poquitín más, y estuve los primeros años labrando una superficie de la cual no cobraba ayuda y claramente eso limita el beneficio”.

Por ello, todavía no ha olvidado cómo fue esa primera cosecha, que “con unos gastos normales, tuve precios bajos, en cuanto a rentabilidad. Después de toda esa inversión, más las semillas, abonos, y horas trabajadas, cuando llegó la cuenta final del año, me hizo dudar de si merecía la pena. Pero desde luego que haciendo las cosas bien y a mi gusto, se puede vivir y mejor que si estuviera en una fábrica, aunque esto no sea la panacea”.

Y eso que, como destaca, “es un sector que de primeras, no acaba de llamar a los jóvenes por el modo de vida o conciliación. Y por ese exceso de riesgo de inversión, de futuro incierto y porque acceder al terreno tampoco es fácil. Además, con el cambio climático cada año batimos récord o de temperaturas o lluvias”.  

Aparte, buena parte de la jornada se tiene que dedicar a trámites burocráticos “que deberían de ser más sencillos y que no te impongan que tienes que rotar o ver si cumples plazos. Con la PAC, tras la última reforma, nos complican más cómo organizar nuestros cultivos y las grandes empresas, como las de carne sintética, no juegan a favor del sector”.

Y, para muestra, su deseo de tener más vacas ya que ahora tiene tres en ecológico. “Y quiero poner más en el pueblo, donde no hay ningún ganadero, y el monte lo necesita tras los recientes incendios para que haya un mínimo de mantenimiento, pero me encuentro en trámites un par de años después”, reprocha.

Hodei Rodríguez (37 años): “La gente no es consciente de ese estrés que conlleva convivir con el lobo”

Desde hace un lustro Rodríguez tiene casi un centenar de vacas pirenaicas en Oiardo

Hodei Rodríguez: “Eres el jefe de las decisiones que tomas para bien y para mal y ayudamos a proteger el entorno y la biodiversidad” Josu Chavarri Erralde

Hodei Rodríguez, de 37 años, tiene en Oiardo 90 vacas pirenaicas. Una raza majestuosa que destaca por su color trigueño y su cornamenta nacarada, y que él destinada a carne.

Tenía 32 años cuando le cogió a su tío el relevo haciéndose con sus animales y sus tierras. Y gracias a que ya estaba todo formado, tiene la convicción de que pudo hacerlo “porque de lo contrario, no hubiera podido empezar” en este oficio sacrificado que “desde siempre” le ha gustado y que tiene sus cosas buenas “porque si no, no nos quedaríamos”.

Por ejemplo, “eres el jefe de las decisiones que tomas para bien y para mal y ayudamos a proteger el entorno y la biodiversidad”. Pero cree que los jóvenes lo tienen “difícil” para dedicarse al campo por dos cuestiones: la dificultad de acceso a tierras y la excesiva burocracia.

“Tiene que haber más protección al sector primario y simplificar el tema burocrático”

Hodei Rodríguez - Ganadero de Oiardo

“Al final, para poder entrar, hace falta mucho dinero para comprar unas vacas para que te den para vivir y tierras (toda la hierba y el forraje que comen sus vacas sale de las fincas). Es muy complicado hoy en día cogerlas porque las rentas están muy altas y cuando empiezas, no eres tan solvente como otro que lleve 20 años”.

En cuanto a los problemas burocráticos, son “porque cada vez son más los papeles que nos obligan a tener en regla, más normas y requisitos sanitarios”.

Como soluciones, “lo primero que tiene que haber es voluntad política, para velar más por el sector primario, que producimos alimentos, no otro tipo de cosas y conservamos la naturaleza. Tiene que haber una mayor protección y flexibilidad”.

“De continuo”

Otra problemática “bien grande” en su zona es la del lobo, ya que “lo tenemos de seguido. Ya hemos tenido muchísimas reuniones con la Administración y parece que está más dispuesta a escuchar, pero la gente no es consciente de lo que conlleva vivir con el lobo, del estrés físico y psicológico, de tener que ir al monte corriendo”.

Y sus vacas viven fuera todo el año, pero como se acostumbró a tenerlas cerca cuando van a parir o cuando tienen terneros pequeños, no ha sufrido recientemente ataques, “pero sí que está matando en fincas aledañas al monte o a las ovejas. Lo veo porque son vecinos y creo que no se valora la ganadería en extensivo”.

Marta Bermúdez (37 años): “Es muchísima burocracia pero me han ayudado mucho desde la UAGA”

Marta Bermúdez se dedica a las viñas y olivo en Lanciego desde que hace tres años cogió la explotación familiar

Marta Bermúdez compagina su trabajo en el campo con una empresa de decoración de eventos Jorge Muñoz

Marta Bermúdez Pérez de Azpillaga, agricultora de viñas y olivo en Lanciego (Rioja Alavesa), de 37 años, hace solo tres que se animó a coger la explotación familiar, pese a ser un oficio que había visto en casa, “de toda la vida” porque antes se sacó el título de Monitora de Ocio y Tiempo y Libre.

Allí aprendió globoflexia y al año siguiente, se apuntó a un curso de decoración que le animó también a emprender en la empresa que también tiene de decoración de eventos, tanto familiares como empresariales, y que puede compaginar con su actividad agraria, gracias a que este tipo de celebraciones, como matiza, se hacen en “fechas señaladas y fines de semana”. 

Esta empresa de decoración de eventos la empezó, aproximadamente, en 2021, con el parón de la pandemia, especializándose en globos, que intentan que sean 100% biodegradables, donde mete desde rosas para tener un detalle por San Valentín a botellas de aceite, vino, o pañales para un nacimiento, en vez de envolverlos con el papel de toda la vida, o también para decorar bodas, bautices o comuniones. 

Por tanto, un ejemplo de emprendimiento en la comarca, donde si hay algo que la caracteriza, aparte de sus excepcionales vinos, son sus olivos centenarios. Y en ambos faena esta mujer “codo con codo” junto a su pareja “que empezó también a meterse en esto y cuando mi ama se jubiló, nos animamos a cogerlo del todo”.

Pero reconoce que “si no tienes, como tenía yo, todo preparado, con toda la infraestructura y todo el campo, me parece dificilísimo en el sentido de conseguir todos los permisos”.

“La cadena alimentaria no se cumple muchas veces. Hay condiciones que te quitan la ilusión”

Marta Bermúdez - Agricultora y emprendedora

Casi dos años

Recuerda que tardó “casi dos años” en obtener la ansiada luz verde institucional para empezar a trabajar como joven agricultura. “Es muchísima burocracia, pero desde el sindicato UAGA me han ayudado muchísimo y también desde la OCA (Servicio de Viticultura y Enología de Laguardia). Como los dos hemos sido jóvenes agricultores, el que te encaminen por eso, para mí, ha sido fundamental”.

Y luego hay que compensar toda esa inversión que hay que hacer en maquinaria o en lo que se tercie, con la rentabilidad de lo que se cultive. “Ahora mismo es superdifícil. La cadena alimentaria no se cumple muchas veces, por no decir en todas, de ahí las últimas manifestaciones. Hay unas condiciones que te quitan la ilusión. Estás de sol a sol y luego la gente no lo valora”.

Y “falta todavía” dar el valor que se merece a esta profesión. Para revertir la situación, propone desde más campañas de enoturismo y oleoturismo “como las que estamos impulsando en Rioja Alavesa. Es superimportante para que la gente lo vea” y también impulsar más programas “para que vengan a las explotaciones y vean la realidad, no solo que les pongan delante la botella de aceite, sino que vean que estoy todo el año trabajando. Los que trabajan en una oficina, cobran al final de mes, pero yo no. Me estoy año y pico, invirtiendo con mi trabajo y mi dinero, para cobrar el año que viene”.