Tras la restauración de la democracia, la cadena de regidores forales que ha empuñado la makila de Álava se ha caracterizado por la variedad cromática de sus eslabones desde que Emilio Guevara inaugurara en el año 1979 estos traspasos del bastón de mando entre los diputados generales que juraron o prometieron defender el territorio.

Agirre (2007-2011) felicitando a su sucesor, De Andrés (2011-2015).

En el transcurso de estos 44 años, también han ido cambiando con el tiempo los actos de investidura: desde los muy breves al principio, a las intervenciones generosas llenas de buenas intenciones, marcadas por un protocolo que ha ido adaptándose al paso del tiempo, a las singularidades políticas de la época y a las reivindicaciones de las siglas.

Félix Ormazábal (1995-1999).

El alegato de Guevara (Vitoria, 1941) fue, por ejemplo, el de la defensa a ultranza de la “reintegración foral plena”. Miembro entonces del PNV, este “abogado en el bufete de su padre, vitoriano e hijo de vitorianos”, como lo definió la prensa local, se convirtió el 7 de mayo de 1979 en el primer “caballero diputado general de Álava” tras los sombríos años franquistas. Era un momento difícil, pero esperanzador. El presidente de la Mesa y procurador de la Hermandad de Ayala, Lázaro Gancedo, recordaba tras el Agur jaunak, cómo habían sido necesarios “sufrimientos, lágrimas y sangre para iniciar esta nueva etapa de recuperación de aquellos derechos tan injustamente arrebatados”.

Fernando Buesa (1987-1991).

El siguiente traspaso de makila llegaría el 29 de mayo de 1983. Un acto que se celebró por primera vez en Bernedo con motivo de la constitución de esta zona de Montaña Alavesa en Cuadrilla de Campezo. Por fin se separaba de Añana y adquiría personalidad política y geográfica propia. Lo que entonces no tenían previsto es que ese Pleno de Tierras Esparsas se convertiría en una tradición anual ineludible para esta institución, aunque la investidura regresara a Vitoria.

Aquel día fue especial. Para recordar, pero algo más largo. Había tres aspirantes: Juan María Ollora, por el PNV; Alfonso Martínez, del Grupo Socialista; y José Nasarre de Letosa, por Coalición Alavesa. Tras ser presentados, se procedió a la votación. El primero obtuvo 23 apoyos. El segundo, catorce. El tercero, nueve. Y hubo una papeleta en blanco. Se procedió a la segunda vuelta y los resultados fueron los mismos. Los nacionalistas volvían a gobernar. Acompañado por los maceros y en medio de tremendos aplausos, Ollora (19 de noviembre de 1949) juró “defender los fueros, buenos usos y costumbres de Álava, signo de autogobierno y libertad, en aumento de la justicia”. Siguió con una prudente declaración de intenciones. Y también habló de paz, de pluralidad y universalismo.

Emilio Guevara (1979-83).

Tras Ollora, Álava abrazó una coalición. El 17 de julio de 1987, Fernando Buesa (PSE-EE), asesinado trece años después por ETA, se convirtió en el nuevo diputado general. Socialistas y nacionalistas habían presentado conjuntamente esa candidatura y por primera vez, antes de la votación, el aspirante a gobernar Álava y los portavoces de los grupos tomaron la palabra. Una decisión adoptada por las Juntas que se recogió en el reglamento foral y que ha llegado hasta nuestros días. La novedad no impidió que Buesa agotara sin complejos los 60 minutos establecidos para la intervención.

Ramón Rabanera (2003-2007).

El 17 de julio de 1991 fue la siguiente investidura. De nuevo, con una sola candidatura. Pero esta vez, con el sello protagonista del PNV y respaldada por el PSE. De esa promesa de estabilidad habló intensamente Alberto Ansola (6 de agosto de 1943) en su primer discurso. Su sustituto fue el nacionalista Félix Ormazábal (5 de mayo de 1940), otro candidato de la coalición PNV-PSE. El Pleno de investidura tuvo lugar el 13 de julio de 1995, El jeltzale obtuvo 26 votos de los 45 emitidos.

Alberto Ansola (1991-1995).

Los tres últimos diputados generales, mucho más frescos en la memoria colectiva, forman parte del nuevo siglo. Ramón Rabanera (PP) recibió el bastón de mando el 26 de julio de 1999. Y cuatro años más tarde, el 4 de julio de 2003, se convirtió en el primero de Álava en repetir. El 26 de julio de 2007, el PNV recuperó la Diputación con la apretadísima victoria de Xabier Agirre, que obtuvo 17 votos, frente a los 15 del candidato popular, otros 15 de Juan Carlos Prieto (PSE), cuatro de Aitor Bezares (Acción Nacionalista Vasca) y uno en blanco. El 7 de julio de 2011, Javier de Andrés (PP) se tomó la revancha ganando por la mínima, con 25 síes, sólo uno más que los de Agirre, gracias a los socialistas. Sin embargo, el 30 de junio de 2015, el PSE volvió a los brazos del PNV y Ramiro González era investido esa tarde por primera vez diputado general.

Juan María Ollora (1983-87).

A su juicio, “es el mayor honor para un alavés”. Y en su caso, ha tenido la suerte de recibirlo durante otros dos mandatos más: el de 2019-2023, que además fue con mayoría absoluta, gracias a la reedición de ese apretón de manos entre jeltzales y socialistas, con 17 y 10 junteros, respectivamente, más el que comenzó ayer, gracias a esa reedición del pacto.