sus 87 años -los cumple hoy mismo-, Antonio Fernández de Quincoces conserva un vasto archivo documental y fotográfico sobre el desaparecido ferrocarril vasco-navarro y presume además de una memoria privilegiada de la que emanan todo tipo de apuntes históricos, anécdotas y recuerdos personales en torno al trenico.

No resulta nada extraño teniendo en cuenta que este vecino de Gasteiz, además de ser hijo y hermano de ferroviarios, nació en una de las pequeñas localidades donde el vasco-navarro tenía parada, Retana, en su camino hacia la comarca del Alto Deba.

Aunque no se dedicaría profesionalmente al tren, Fernández de Quincoes sí fue un usuario habitual de este medio de transporte que, como él, hoy también está de aniversario. Este 3 de septiembre se cumplen de hecho 102 años del primer viaje del trenico la última parada de esa línea hacia el norte que, durante años, había estado inacabada.

Problemas técnicos y financieros

Los trámites para la construcción del vasco-navarro comenzaron en 1879 y diez años después se inauguraría su primer tramo, que nacía en la antigua estación Vitoria-Ciudad -en la calle Los Herrán- y finalizaba en la localidad guipuzcoana de Salinas de Léniz.

Sin embargo, el proyecto se vio salpicado por constantes problemas técnicos y financieros y el Estado llegó a intervenir en la línea en 1897 debido al abandono de las obras de ampliación, con ese destino final a Bergara, tras la quiebra de la compañía que las llevaba a cabo. Seis años después, y tras varias convocatorias públicas de licitación para prolongar el ramal que quedaron desiertas, la incautó definitivamente.

La figura del diputado en Cortes por Álava y por entonces presidente del Gobierno español, Eduardo Dato, resultó clave para la recuperación del proyecto y que el trenico definitivamente llegase a buen puerto tal día como hoy de 1919. Un año histórico en el que también comenzarían las obras de construcción del segundo tramo del ferrocarril, el que enfilaría rumbo a Estella, cuya apertura se demoró hasta 1927.

Una historia en 40 páginas

El confinamiento -primero- y los largos meses de pandemia -después- le han servido a Fernández de Quincoces para, muy lejos de permanecer parado, recuperar y ordenar buena parte de ese material que ha ido custodiando durante tantos años y recopilar también nuevos documentos sobre el vasco-navarro en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa.

"Recogí todo lo que pude", reconoce este hombre, que ha diseñado y editado una publicación de 40 páginas que recorre buena parte de la historia del emblemático tren a través de fotografías, reportajes de prensa -incluido uno de este periódico, del 3 de septiembre de 2019- y otros relatos y artículos, también uno propio que sirve de capítulo final.

Este viaje encuadernado reserva también una página para los perfiles de la vía verde del vasco-navarro, que transcurre sobre el recorrido que hasta 1967 siguió el trenico y a día de hoy mantiene viva su memoria.

Un año de trabajo

Fernández de Quincoces, que durante buena parte de su juventud se dedicó a las artes gráficas -trabajó en la editorial Monte Pío Diocesano, donde editaban libros de texto para institutos-, ha invertido todo un año para completar este meritorio trabajo. "Me levantaba muchos días a media noche para completar cosas. Hacía, deshacía... Tengo la casa llena de papeles", reconoce sonriente.

Este inquito vecino, que también es miembro de la comisión educativa de Bizan Judimendi -el nombre con el que desde hace unos meses se conoce a los antiguos centros socioculturales de mayores-, ha dado los últimos remates a la publicación aprovechando la progresiva vuelta a la actividad en este recurso.

Por el momento solamente ha hecho dos copias, aunque le gustaría poder imprimir más para, por ejemplo, utilizarlas como premio para alguna de las actividades que se realizan en su centro. Claro que para ello necesitaría un apoyo económico, pues la impresión no es precisamente barata.

102 años del primer viaje. El 3 de septiembre del año 1919, hace justo hoy 102 años, era inaugurado el último tramo de la línea del ferrocarril vasco-navarro que desde Gasteiz se adentraba en la comarca guipuzcoana del Alto Deba, a través de localidades con parada como Durana, Retana, Urbina, Legutio, Landa, Eskoriatza o Arrasate: el que haría parada final en el apeadero de Los Mártires, en Bergara. El proyecto, planteado en 1879, estuvo salpicado constantemente por los problemas técnicos y financieros.