Pese a que los trámites para la construcción del trenico comenzaron en 1879 y a que diez años después se inauguró el primer tramo del ferrocarril, con origen en la antigua estación Vitoria-Ciudad -en la calle Los Herrán- y destino en la localidad guipuzcoana de Salinas de Léniz, el proyecto se vio salpicado constantemente por los problemas técnicos y financieros. Tanto, que el Estado llegó a intervenir en la línea en el año 1897 debido al abandono de las obras de ampliación de la vía, con ese destino final a Bergara, tras la quiebra de la compañía que las llevaba a cabo. Seis años después, y tras varias convocatorias públicas de licitación para prolongar el ramal que quedaron desiertas, la incautó definitivamente.

eduardo dato, clave La figura del diputado en Cortes por Álava y por entonces presidente del Gobierno español, Eduardo Dato, resultó clave para la recuperación del proyecto y para que definitivamente llegase a buen puerto. También se hacía eco de esta circunstancia La Libertad en el editorial de aquel “histórico día” de 1919, tal y como lo calificó en el titular principal de su portada. “Quienes están en los secretos burocráticos de estos expedientes pueden proclamar el esfuerzo colosal que esto significa y el favor señaladísimo que a Vitoria prestan nuevamente los señores Dato y Calderón”, en alusión en este segundo caso a Abilio Calderón, ministro de Fomento en la época.

El Heraldo Alavés, otro de los diarios de referencia a comienzos del pasado siglo, publicó en su primera página de la edición del jueves 4 una crónica detallada sobre la inauguración del tramo a Bergara. El tren, relataba este periódico, partió desde la nueva estación Vitoria-Norte -que ocupa el espacio donde ahora se levanta el apeadero de Renfe- a las 10.15 horas, “conduciendo al ministro (Dato) y altos funcionarios, representantes de las corporaciones, magistrados, autoridades, periodistas y otros invitados”.

“Gallardetes y banderas entre guirnaldas de follaje eran la decoración repetida en todas las estaciones del viaje, en cada una de las cuales era saludado el ministro por las respectivas comisiones de representación pública, mientras sonaban los aplausos de las muchedumbres congregadas para presenciar el paso del tren”, proseguía el relato. El tren llegó a su destino final a las 12.30 horas. Durante los discursos posteriores, el ministro de Fomento recordaba que las obras del ferrocarril aún no habían terminado y daba cuenta de la aprobación de un real decreto destinado a la inversión de 400.000 pesetas para extender la línea del tren hasta la localidad navarra de Estella. El apellido vasco-navarro del tren tendría por fin todo el sentido. La inauguración de este tramo de 69 kilómetros, que se construyó entre 1919 y 1927, fue el 23 de septiembre de este último año.

memorias del ‘trenico’ Ha pasado ya más de medio siglo desde que el ferrocarril vasco-navarro emprendió su último viaje, pero la memoria de este emblemático tren de vía estrecha se resiste a desaparecer. A ello contribuyen vecinos de Gasteiz como Antonio Fernández de Quincoces, hijo de un ferroviario que se dedicaba al mantenimiento de las vías del trenico y que, curiosamente, cumplirá 85 años el mismo 3 de septiembre, la fecha del centenario del viaje inaugural Vitoria-Bergara. Fernández de Quincoces guarda multitud de documentos y fotografías sobre aquellas históricas fechas, que a su juicio merecerían un recuerdo público en forma de celebración, y no ha dudado en elaborar dos collages que recuerdan al trenico y ahora decoran las paredes del bar Litros y Copas de la localidad de Durana. “Me gustaría que se hiciese algo para recordar esta fecha. Sería bonito. Ha sido un tren simpático, en el que viajó mucha gente”, recuerda Fernández de Quincoces, que es natural de Retana, otro de los pueblos donde el vasco-navarro tenía parada.

Precisamente desde esa estación tuvo que tomar el trenico en varias ocasiones este hombre, entonces sólo un niño, para dirigirse hacia Elgoibar -con escala en Bergara-, donde un curandero de esta localidad guipuzcoana le trató una muñeca herida tras una aparatosa caída desde un árbol. Primeros viajes en el vasco-navarro que fueron muchos más a lo largo de su vida y que le han dejado gratos recuerdos. “El tren era una fiesta. Dentro, la gente cantaba cosas de la época, como las canciones de Donnay”, rememora Fernández de Quincoces, que no duda en arrancarse a interpretar uno de esos temas.

A pesar de que con el tiempo el vasco-navarro fue totalmente electrificado y modernizado y a que movilizó a cientos de miles de viajeros y toneladas de mercancías, los problemas para sostener económicamente la línea fueron constantes y el gobierno franquista decretó su cierre en 1967, tras encadenar casi dos décadas con resultados de explotación negativos. Los últimos trenes circularon el día de Nochevieja de ese año en medio de una gran nevada.

Con el paso del tiempo, las vías y catenarias del trenico fueron desmanteladas progresivamente y sus estaciones derruidas o sustituidas por viviendas, algunas de las cuales permanecen en pie todavía hoy. Ahora, la vía verde que transcurre sobre lo que entonces fue vía férrea constituye el mejor testimonio de lo que el trenico recorrió a su paso durante un total de 78 años. “Está muy bien”, celebra Fernández de Quincoces, quien también cree que un vasco-navarro ahora seguiría dando “un buen servicio”.

Efeméride. El 3 de septiembre de 1919 era inaugurado el último tramo de la línea del ferrocarril vasco-navarro que desde Gasteiz se adentraba en la comarca guipuzcoana del Alto Deba, a través de localidades con parada como Durana, Retana, Urbina, Legutio, Landa, Eskoriatza o Arrasate: El que haría parada final en el apeadero de Los Mártires, en Bergara. Una efeméride de la que se cumplirán 100 años en poco más de una semana.

Dificultades. Pese a que los trámites para la construcción del trenico comenzaron en 1879 y a que diez años después se inauguró el primer tramo del ferrocarril, con origen en la antigua estación Vitoria-Ciudad -en la calle Los Herrán- y destino en la localidad guipuzcoana de Salinas de Léniz, el proyecto se vio salpicado constantemente por los problemas técnicos y financieros. Tanto, que el Estado llegó a intervenir en la línea en el año 1897 debido al abandono de las obras de ampliación de la vía por la quiebra de la constructora y a incautarla definitivamente seis después.

La memoria de este emblemático tren de vía estrecha se resiste a desaparecer. A ello contribuyen vecinos de Gasteiz como éste, hijo de un ferroviario que se dedicaba al mantenimiento de las vías del trenico y que, curiosamente, cumplirá 85 años el mismo 3 de septiembre.

1967

Año en el que, definitivamente, el ferrocarril vasco-navarro dejó de circular tras el cese de operaciones decretado por el gobierno del dictador Franco.