El alavés Pablo Burguera, recientemente fallecido, decidió en el año 2004 entregar su cuerpo a la ciencia con el objeto de "beneficiar la enseñanza e investigación de la Medicina".
Así viene reflejado en el carné de donante que en su día le expidió la Facultad de Medicina y Odontología de la UPV/EHU, sita en Leioa, y que su familia todavía conserva. Se trata de un acto voluntario y altruista que, al igual que Burguera, miles de vascos más han realizado en vida, como su propia mujer.
Sin embargo, el deseo de este vecino finalmente no ha podido cumplirse porque la universidad vasca ha paralizado la recepción de cadáveres debido a la pandemia, ante la imposibilidad de garantizar que los cuerpos no sean portadores del covid-19.
Como daño colateral, la familia de Pablo -desconocedora de esta realidad- se encontró con una situación muy embarazosa al no tener acordado ningún plan alternativo con una empresa funeraria.
Pone voz a esta historia Jon Burguera, hijo de Pablo, que en declaraciones a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA califica como "chocante y delicado" el episodio que él y sus allegados han tenido que vivir.
Lamenta Burguera no tanto que la UPV/EHU haya dejado de hacerse cargo de los cuerpos de los donantes, independientemente de los motivos, sino más bien el hecho de que no se lo haya hecho saber a su familia con el debido tiempo. "Entiendo que no se puedan recoger los cuerpos, pero al menos que se avise. Es un momento delicado como para tener un poco de consideración con las familias", remarca el afectado.
"Problema de comunicación"
Fuentes de la institución universitaria consultadas por este periódico asumen que "efectivamente" ha existido un "problema de comunicación" con esta familia, que a buen seguro se habrá extendido a unas cuantas más, aunque ponen el foco también en la dificultad de localizar a los cientos de donantes que conforman la base de datos de la institución, muchos de los cuales expresaron su voluntad incluso hace décadas.
"Ha habido intentos de comunicación con todos los donantes y nos hemos encontrado con infinidad de devoluciones por cambios de domicilio. Sí es verdad que la no notificación es un problema, pero también es cierto que no existe un compromiso expreso de la universidad de recibir todos los cuerpos", matizan.
Históricamente, de hecho, la universidad podía no admitir los cuerpos ofrecidos altruistamente por distintos motivos. Por ejemplo, que la persona donante hubiese fallecido en un accidente que derivara en una intervención judicial, que hubiese sido sometida ya a una autopsia previa, que le hubiesen extraído los órganos para la donación o que la causa del deceso fuese una enfermedad infecto-contagiosa como el sida o la hepatitis.
También ha habido momentos puntuales de superávit de cadáveres, extensible a numerosas facultades más, aunque el flujo de recepción de cuerpos sí estaba activado en el campus vizcaíno antes de la actual crisis sanitaria.
El covid-19 cambia el tablero
Ahora ha sido otra patología, el covid-19, la que ha cambiado el tablero, dejando a familias como la de Pablo con el regusto amargo de que el último deseo de su ser querido no se ha visto satisfecho y la necesidad de gestionar el traslado del cadáver en cuestión de minutos.
"Te encuentras con que no hay un plan B porque no tienes nada cerrado y que no puedes cumplir con la voluntad del donante, pero gracias a la buena voluntad de la funeraria a la que contactamos se llevaron el cuerpo muy rápido", expone Burguera. De hecho, lo recogieron apenas una hora después de hablar con ella, "sin haber llegado a ningún acuerdo o firmado un contrato previo".
Sin embargo, el afectado recuerda que los gastos funerarios son siempre muy elevados, generalmente de miles de euros, y que quizá no todas las familias sean capaces de asumirlos en un abrir y cerrar de ojos. "Es un trance complicado y nuestra intención principal es que esto no le pase a más personas. Porque si te toca en un momento económico delicado, ¿qué haces?", se pregunta Burguera.
Las donaciones, fundamentales para la enseñanza en las facultades de Medicina, no reportan ninguna recompensa económica a las familias, pero la universidad sí que corre con todos los gastos funerarios.
Voluntad incumplida. El alavés Pablo Burguera, recientemente fallecido, decidió hace unos años entregar su cuerpo a la ciencia con el objeto de "beneficiar la enseñanza e investigación de la Medicina", tal y como viene especificado en su carné de donante. Sin embargo, el deseo de este vecino finalmente no ha podido cumplirse porque la facultad de Medicina de la UPV/EHU ha paralizado la recepción de cadáveres debido a la pandemia. Como daño colateral, su familia -desconocedora de esta realidad- se encontró con una situación muy embarazosa al no tener acordado ningún plan alternativo con una empresa funeraria.
"Problema de comunicación". Fuentes de la universidad vasca asumen que "efectivamente" ha existido un "problema de comunicación" con esta familia, que a buen seguro se habrá extendido a unas cuantas más, aunque ponen el foco también en la dificultad de localizar a los cientos de donantes que conforman la base de datos de la institución académica, muchos de los cuales expresaron su voluntad incluso hace décadas. Matizan, además, que "no existe un compromiso expreso" de la universidad de recibir todos los cuerpos que se donan.
El hijo de Pablo pone voz al difícil episodio vivido por la familia.
La institución pone el foco en la dificultad de contactar con los integrantes de una base tan amplia.