vitoria - Prisión para J.M.C., el todavía presunto asesino que confesó haber acabado con la vida de una conocida suya, Marga, el pasado día 15 de junio en su domicilio. Además de reconocer el crimen, también declaró haber despedazado el cadáver, introducido los restos en bolsas y arrojado todo, incluyendo el arma homicida y las herramientas utilizadas en el desmembramiento, al río Zadorra para tratar de tapar sus huellas. El detenido pasó la noche del martes y la mañana de ayer en la comisaría de la Ertzaintza, pero según confirmaron fuentes del Departamento vasco de Seguridad, a primera hora de la tarde de ayer pasó a disposición judicial. La magistrada responsable del Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria ordenó su ingreso en prisión y emprendió de inmediato su camino hacia el penal alavés de Zaballa.

La interminable cinta de plástico que el martes acordonaba la orilla del Zadorra fue retirada ayer. Los agentes de la Ertzaintza, las unidades caninas y los buzos ya no peinaron más el cauce del río porque todas las evidencias necesarias se encuentran ya a disposición de las autoridades, listas para sumarse al expediente de la investigación. Los agentes cuentan con todas las bolsas que contienen los restos desmembrados de la mujer asesinada, la maleta arrojada al agua por el presunto homicida y los útiles empleados en el crimen: el mazo, la sierra y el cable. Todas estas pruebas han sido remitidas al Servicio de Patología Forense para que se practiquen las pruebas necesarias y se confirme la identidad de la fallecida.

De igual manera, se han enviado la sangre y el resto de las pruebas biológicas halladas en el domicilio del presunto autor de los hechos, identificado como J.M.C, de 43 años de edad y residente en el segundo piso del número 14 de la calle Nueva Dentro. En el dossier policial, consta la declaración completa y autoinculpatoria del detenido. En las fichas, los datos correspondientes a la víctima: Marga, de 60 años.

el móvil del crimen A la espera de que los resultados vengan a confirmar la historia que ya se conoce, todas las piezas del caso han sido ya recopiladas y encajadas. A pesar de que la juez responsable del proceso ha decretado secreto de sumario, lo cierto es que apenas quedan interrogantes que despejar. Si acaso el móvil del crimen, porque desde el Gobierno Vasco se dejó claro que no existía relación afectiva entre el atacante y su víctima. Esta circunstancia excluye legalmente la posibilidad de que se trate de un caso de violencia de género y que el caso pase a ser responsabilidad de un juzgado especializado en este tipo de delitos. De ahí que la causa recalara finalmente en el juzgado que se encontraba de guardia la noche en la que se detuvo a J.M.C., en este caso Instrucción número 2 de Vitoria.

En cualquier caso, las especulaciones a pie de calle entre los vecinos del agresor apuntan a que el relato de los hechos tuvo lugar de la siguiente manera: J.M.C. invitó a su casa a Marga para que ambos consumieran droga más tranquilos en el piso y, en un momento dado, se produjo una discusión. Aquel desencuentro, sumado al alcohol, el efecto de los estupefacientes y la precaria estabilidad psíquica del presunto asesino, conformaron un cóctel de consecuencias trágicas. J.M.C. resolvió la disputa asestando un golpe mortal con un mazo en la cabeza de su acompañante. Él mismo, durante su declaración en comisaría, explicó que se trataba simplemente de “una conocida” y facilitó de forma fría y distante el relato pormenorizado de los hechos. Una actitud que llamó la atención de los agentes por su aparente ausencia total de emociones o empatía hacia la mujer asesinada.

El martes, J.M.C. protagonizó dos breves visitas fuera de la comisaría. La primera a su domicilio, el lugar del asesinato. Los agentes registraron el lugar, recogieron muestras y se marcharon en dirección al puente de Abetxuko sobre el Zadorra. En este punto, J.M.C. mostró a los ertzainas cómo y dónde había arrojado al río las bolsas que contenían los restos mortales de Marga. Lo hizo en varios viajes y a pie. Entre el jueves y el sábado. De nuevo con total frialdad. Cuando acabó de ofrecer las explicaciones que se le reclamaban, volvió a comisaría y allí permaneció durante la mañana de ayer.

El dispositivo de búsqueda activado por la Ertzaintza se dio por finalizado a última hora de la tarde de ayer, antes de que anocheciera. A pesar de que lo habitual es que los detenidos por este tipo de delitos permanezcan en dependencias policiales durante 72 horas, los portavoces del Departamento vasco de Seguridad indicaron que alrededor de las 13.00 horas, J.M.C. había abandonado la comisaría camino de los juzgados y que la magistrada había decidido su traslado a prisión. Aunque el crimen se cometió hace ya una semana, el miércoles día 15, hasta ayer no se supieron los detalles del caso. Al parecer, fue el propio detenido quien, después de cometer supuestamente el crimen, le contó lo que había hecho a un amigo quien, a su vez, se lo comunicó a una tercera persona. Éste último fue quien puso los hechos en conocimiento de la Ertzaintza.

Detención. La detención de J.M.C., de 43 años, se produjo en la tarde del lunes a consecuencia de una denuncia telefónica.

Comisaría. En comisaría, el arrestado confesó haber asesinado y descuartizado a una mujer. Explicó que había arrojado sus restos al río Zadorra.

Pruebas. Al día siguiente, la Ertzaintza registró el domicilio del detenido, donde se produjo el crimen, y recogió pruebas en el río.

Prisión. Ayer por la tarde, J.M.C. pasó a disposición judicial y se ordenó su ingreso en prisión