Gasteiz - La semana que viene Gorka Urtaran cumple sus primeros cien días como alcalde de Gasteiz, el periodo de gracia que tradicionalmente deja la oposición a todo nuevo gobierno antes de tirársele a la yugular, y por caprichos del calendario, es también cuando empieza realmente una legislatura que, al menos de entrada, va estar marcada por las estrecheces económicas, por una mayor pluralidad en el Pleno, tras la entrada de Sumando-Hemen Gaude e Irabazi, y por la exigua minoría en que se encuentra el PNV, que el martes empezará a desgranar cuáles van a ser sus políticas departamento por departamento y para toda la legislatura, en sucesivas comisiones informativas.
Un día después de Olarizu tocará hablar de Urbanismo, Medio Ambiente y Salud Pública; el miércoles se presentarán las líneas maestras en relación con los departamentos de Hacienda, Promoción del Empleo, Desarrollo Económico Sostenible y Sociedades Públicas, y Políticas Sociales. El jueves se debatirá sobre Euskera, Cultura y Educación, y Función Pública; y el viernes se finalizará con Servicios a la Ciudadanía y Participación Ciudadana.
Todas estas materias deberá gestionarlas Urtaran con sólo cuatro concejales delegados, que aunque han sido reforzados con la figura de los coordinadores generales Álvaro Iturritxa, en Medio Ambiente y Urbanismo, y Blanca Guinea en Alcaldía, son la mitad de los que trabajaron con Javier Maroto en la anterior legislatura. En ese sentido, habrá que esperar a ver qué decisión adopta el PSE, partido con el que el PNV mantiene un acuerdo interinstitucional en Euskadi, con respecto a la invitación nacionalista a entrar al gobierno de Gasteiz. Nada se sabrá de esta cuestión, salvo sorpresa mayúscula, hasta las elecciones generales que se celebrarán justo antes de Navidad, y mientras tanto el equipo de gobierno del PNV tiene la intención de trabajar, según han manifestado sus miembros a este diario, como si fueran a hacerlo solos toda la legislatura.
La razón por la que el gobierno municipal está tan sobrepasado de trabajo está en las mismas circunstancias en que se produjo la elección del alcalde. Toda la Corporación coincidía en su deseo de impedir que Maroto repitiera en el cargo pese a haber obtenido más votos que en 2011, a raíz de la campaña xenófoba que impulsó ya desde un año antes de los comicios y que a día de hoy todavía sigue coleando en algunas de sus declaraciones.
EH Bildu fue la segunda fuerza más votada en la ciudad tras el PP, con seis concejales, pero la coalición no iba a reunir apoyos suficientes en el Pleno para que Miren Larrion pudiera ser alcaldesa, y la portavoz de EH Bildu se echó a un lado y se ofreció a apostar por Urtaran, cabeza de lista del tercer partido con más votos. El PNV iba a contar también con el respaldo de Sumando-Hemen Gaude, y de Irabazi, cuyo voto resultó fundamental para ejecutar la operación de desalojo de Maroto después de que el PSE tuviera que abstenerse por orden de la cúpula del partido.
El PNV aceptó el reto, y ahora tendrá que apoyarse en quienes le votaron en la investidura para mantener la mayoría absoluta que le permita gobernar más allá de los decretos de Alcaldía o las decisiones de la Junta de Gobierno Local. Eso dicta, en principio, la lógica, y de hecho algunas decisiones, como mantener el IBI de 2015 al 41%, parecen ir en esa dirección, pero en política las alianzas duran lo que duran. Hasta hace no mucho, PP y PSE eran socios en Euskadi, y por otro lado la izquierda abertzale y el PNV eran tan incompatibles como el agua y el aceite. Hoy esos parámetros han cambiado, y puede que mañana (es decir, cuando pasen las generales y las autonómicas) al PP de Vitoria se le haya atemperado el rencor hacia el PNV y puedan trabajar juntos si se dan las circunstancias. Mayoría tienen para hacerlo y los jeltzales ya han dicho que ellos de entrada no vetan a nadie.
Quizá por eso, EH Bildu ha propuesto al gobierno municipal un pacto global en materia presupuestaria y fiscal que mantenga su sello en los presupuestos y los impuestos municipales de los próximos cuatro años. Por lo pronto, toda la Corporación, salvo el PP, muy crítico con Urtaran, parece abierta a dialogar para cubrir el desfase presupuestario en el Ayuntamiento. El valor real de esa predisposición se podrá medir a partir de esta semana, en la que la legislatura comienza realmente.