- La pugna entre Grecia y Turquía en torno a la soberanía de las aguas territoriales y por la exploración de gas en el Mediterráneo oriental ha vuelto a escalar posiciones, tras el comienzo este lunes de maniobras militares turcas en una zona que Atenas considera pertenece a su jurisdicción.
La partida del buque sísmico Oruc Reis del puerto de Antalya y su llegada a una zona del Mediterráneo oriental que ambos países consideran parte de su plataforma continental han provocado un cruce de avisos a navegantes (Navtex) que han puesto en alerta máxima a sus Fuerzas Armadas. Ayer por la mañana Turquía advirtió de maniobras con fuego real en una zona marítima entre las islas griegas de Kastelorizo y Rodas y el comienzo de exploraciones de gas, pero más tarde la Marina griega emitió otro aviso a navegantes que declaraba ilegal el Navtex turco.
En un comunicado desde el servicio hidrográfico de la Armada griega en la isla de Creta, se emplaza a los barcos extranjeros a ignorar el aviso a navegantes turco. Horas más tarde Ankara respondió con otro Navtex, en el que aseguró que los buques Oruc Reis, Ataman y Cengiz Han están llevando a cabo exploraciones sísmicas "en la plataforma continental turca y de acuerdo al derecho internacional", con lo que dejó claro que, de momento, los buques no se van a retirar.
La salida del Oruc Reis fue confirmada ayer por el ministro turco de Energía, Fatih Dönmez, quien aseguró en las redes sociales que el buque "ha partido de Antalya y ha llegado al área donde operará" y aseguró que "los esfuerzos de independencia energética de Turquía en el Mediterráneo y el mar Negro continuarán sin cesar". Por la tarde, el departamento de Exteriores turco confirmó que el Oruc Reis había "reanudado la actividad prevista" y alertó contra cualquier intento de intervención. "Nuestra presencia militar en la región no tiene como objetivo aumentar las tensiones, sino recurrir a la legítima defensa en caso de ser necesario. No permitiremos de ninguna forma una intervención militar contra nuestro buque civil", señala una nota en la web del Ministerio de Exteriores turco.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, convocó ayer por la mañana al Consejo Nacional de Seguridad para abordar la nueva situación y también habló con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. A este último le transmitió que "el comportamiento de Turquía socava la estabilidad en el ala sureste de la OTAN" e hizo hincapié en que es "contraproducente e inaceptable" que la Alianza se mantenga equidistante ante la problemática entre ambos socios.
Por su parte, el Ministerio de Exteriores griego instó a Turquía en un comunicado a "cesar inmediatamente las acciones ilegales que socavan la paz y la seguridad en la región" y aseguró que "Grecia no aceptará ningún chantaje. Defenderá su soberanía y sus derechos soberanos". Afirmó que, mientras Grecia ha alcanzado acuerdos con otros países vecinos para delimitar sus zonas económicas exclusivas (ZEE) basándose "únicamente" en la legislación internacional y el Derecho del Mar, las acciones turcas demuestran que "las declaraciones de disposición al diálogo son una farsa".
Sin embargo, Ankara sostiene que es Atenas la que dificulta las conversaciones, ya que anunció el acuerdo que establece las ZEE con El Cairo cuando delegados turcos y griegos discutían en Berlín bajo la mediación de Alemania para tratar de buscar un arreglo a sus diferencias. "Mantuvimos conversaciones con Grecia durante los dos últimos meses en Berlín e incluso habíamos acordado una declaración conjunta, pero Grecia anunció su acuerdo con Egipto un día antes", dijo el domingo por la noche en una entrevista televisada Ibrahim Kalin, portavoz de la presidencia turca.
El ministro turco de Exteriores, Mevlüut Cavusoglu, consideró ayer que el acuerdo entre Grecia y Egipto favorece a Turquía porque ahora "nadie puede decirnos que estamos provocando tensión" y "nadie puede decir nada sobre las investigaciones y exploraciones que Turquía hará en el Mediterráneo oriental", mientras que, aseguró, "todo el mundo ve que Grecia no quiere dialogar".
Precisamente una llamada de la canciller alemana, Angela Merkel, fue la que consiguió apaciguar las aguas entre Grecia y Turquía a finales de julio. Entonces, ambos países acordaron dialogar para encontrar una solución a sus diferencias respecto al Mediterráneo oriental. "Los actos unilaterales no nos aportan ni un solo paso hacia una solución y, con esta clase de movimientos, Turquía lastra aún más sus relaciones con la Unión Europea", dijo ayer el portavoz de Exteriores alemán Christopher Burger, quien hizo un llamamiento a "ambas partes" para sentarse a la mesa de negociación.