Bruselas - Los líderes de la Unión Europea encargaron ayer por primera vez a sus ministros trabajar en un instrumento presupuestario para la eurozona, que podría usarse para mejorar la convergencia y la competitividad pero no para asistir a los países que atraviesen crisis puntuales. Los jefes de Estado y de Gobierno dieron este mandato durante una cumbre en la que también aprobaron el acuerdo para reformar la eurozona sellado a principios de mes por el Eurogrupo -sus ministros de Economía y Finanzas-, que busca mejorar la respuesta del área de la moneda única ante posibles futuras crisis.
“En sólo unas semanas hemos pasado de ‘imposible’ a ‘probable’ en términos de un presupuesto para la eurozona”, señaló el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, a su llegada a la reunión, insistiendo en la “importancia” de un acuerdo que, tras meses de negociación, tiene menos ambición de la que hubiera gustado a las instituciones y a algunos países. “Tengo la impresión de que avanzamos, pero no lo suficientemente rápido”, puso el contrapunto el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante una rueda de prensa.
Los jefes de Estado y de Gobierno pidieron al Eurogrupo que empiece a trabajar en el “diseño, modalidades de implementación y calendario del instrumento presupuestario para la convergencia y la competitividad para la eurozona”. Este estaría abierto, de forma voluntaria, también para los países que están en la antesala para adoptar el euro (conocida como ERM II). Este instrumento “será parte del presupuesto de la UE” y su volumen se determinará dentro de la negociación del marco financiero plurianual para 2021-2027.
Las características del mismo “serán acordadas en junio de 2019” sobre la base de la “propuesta relevante de la Comisión”, que se enmendará si es necesario, dice el documento. En este sentido, Juncker recordó que la Comisión presentó en mayo dos propuestas: un programa para ayudar a acometer reformas estructurales y un mecanismo para estabilizar los niveles de inversión pública en tiempos de crisis, que “en conjunto tendrían un volumen de 50.000 millones de euros” del presupuesto comunitario.
La primera cuenta con “gran apoyo” de los países, pero la segunda genera “menos entusiasmo”, dijo Juncker. Sin embargo, consideró que el mecanismo de estabilización “encontrará entrada” en el marco financiero, “porque una unión monetaria no puede vivir sin instrumentos que permitan reaccionar a choques externos”.
El trabajo sobre un instrumento presupuestario supone, en todo caso, una apertura hacia una propuesta impulsada por Francia desde la llegada al Gobierno de Emmanuel Macron y que hasta ahora no había encontrado desarrollo por las reticencias, sobre todo, de Holanda, los países nórdicos y los bálticos. Sin embargo, es una victoria a medias para París, que en una propuesta conjunta con Alemania pidió que este sirviese también para estabilizar la economía de países que atraviesen crisis puntuales.
La Comisión Europea y el Banco Central Europeo, así como España, Italia o Portugal, consideran esencial tener una herramienta de este tipo. España preferiría que se plasmase en un sistema europeo de seguro de desempleo. Pero el grupo que encabeza Holanda lo rechaza por temor a acabar pagando las crisis en otros países y a desincentivar que se mantengan finanzas sólidas.
Al margen de este embrión de presupuesto, los líderes aprobaron poner en marcha el cortafuegos para el Fondo de Resolución Bancaria europeo, que debe servir como último recurso para financiar resoluciones de bancos en quiebra, siempre que haya progresos “suficientes” en la reducción de riesgos, lo que se evaluará en 2020.
Asimismo, respaldaron una reforma del Mecanismo Europeo de Estabilidad que le dará más competencias en la vigilancia económica de los países y en futuros rescates, mejorará las líneas de crédito precautorias que puede dar a los Estados antes de que necesiten un rescate total y promoverá la sostenibilidad de la deuda. Piden a los ministros que preparen los cambios necesarios en el tratado del MEDE para junio de 2019.
Por último, instan a dar el visto bueno final al paquete de medidas para la reducción del riesgo bancario, a avanzar en la unión bancaria y a tener progresos “ambiciosos” en la unión del mercado de capitales en primavera de 2019, al tiempo que respaldan la propuesta de Bruselas para impulsar el euro como divisa global.
El gran ausente en la reforma es el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos, un pilar fundamental para completar la unión bancaria que no logra avanzar por la oposición de Alemania y otros países.
Sanchez, insatisfecho Durante el encuentro, el presidente de Gobierno español, Pedro Sánchez, dejó claro que las decisiones que han aprobado los líderes de los países del euro “son insuficientes” y avanzó que peleará por incluir un fondo para poder reaccionar a crisis en el futuro presupuesto de la eurozona. “No nos damos por satisfechos, así lo he hecho saber al resto de colegas”, señaló el jefe del Ejecutivo español en rueda de prensa al término de la cumbre de dos días en Bruselas, insistiendo en que las decisiones tomadas van “en la buena dirección” pero “son insuficientes”.
“Estamos convencidos de que la zona euro necesita un instrumento de estabilización para periodos de crisis”, apostilló Sánchez, quien señaló que su Gobierno seguirá peleando “durante los próximos meses” para ello en el Eurogrupo. Valoró, en cambio, la decisión de “poner en marcha el respaldo fiscal al fondo único de resolución”, que es, recordó, “uno de los pilares de la Unión Bancaria, que lógicamente contribuirá a la estabilidad financiera”.