Las maras salvadoreñas crecieron y se fortalecieron durante décadas en un contexto de violencia, falta de oportunidades y desestructuración familiar. Y la política de seguridad de Nayib Bukele, tan conocida en el mundo entero, no está atacando las raíces del problema, es más, puede estar sentando las bases para nuevos fenómenos en el futuro. “En El Salvador hay casi 64.000 niños en estado de abandono por el régimen de excepción, que están con abuelas, vecinos, a cargo del familiar más cercano”, explica Ivania Cruz, abogada salvadoreña exiliada en Bizkaia. “No hay una política de prevención ni están pensando en el futuro de estos niños”, denuncia.

Esta es la realidad que vivieron durante 18 meses los hijos de una mujer que ella logró sacar de una de las cárceles de Bukele. “Era una madre soltera que detuvieron de la noche a la mañana y a la que mantenían incomunicada en prisión. No supo nada de sus hijos de 12 y 16 años en todo el tiempo que estuvo en la cárcel, eso es una tortura. Al salir se enteró de que el mayor se había puesto a trabajar vendiendo agua y que los vecinos les habían echado una mano. Pero, claro, los dos habían dejado de estudiar”.

Con su trabajo de defensa ha logrado liberar a otras dos mujeres; una de ellas del colectivo LGTBI detenida por tener tatuajes “y que fue muy maltratada en prisión, adquirió una enfermedad respiratoria porque en las celdas hay generalmente humedad, apenas le daban comida y ha quedado muy afectada”. La otra es una joven de 22 años que tuvo graves problemas de salud por las infecciones derivadas de la falta de higiene. En un amplio reportaje titulado Menstruar en las cárceles de Bukele, el medio Focos TV documentó hemorragias de casi un mes, dolores intensos e infecciones por la falta de productos básicos.

En su campaña de marketing sobre la pacificación de El Salvador, Bukele ha presumido de su megacárcel para pandilleros. Todos los detenidos que se muestran siempre son hombres. Pero, ¿y las mujeres? “Están invisibilizadas. De los 86.000 presos, el 85% son hombres, son cálculos que hacemos, porque de mujeres no tenemos información. No hay listas con nombres y la cárcel en la que están. Sabemos de feministas, activistas, defensoras que están desaparecidas, pero no sabemos dónde están”, explica Ivania, quien denuncia que en los penales están teniendo lugar abusos sexuales y hasta abortos, algo totalmente prohibido en el país. De hecho, su legislación en la materia es una de las más restrictivas. Las organizaciones han logrado documentar también cuatro bebés muertos en las prisiones.

"La situación es muy dura"

“Las primeras mujeres presas fueron las políticas del FMLN, también hay feministas y defensoras de derechos humanos. Y ahora están deteniendo a muchas adultas mayores que vienen del comercio informal, desalojadas de mercados. También líderes comunitarias. La situación es muy dura”, explica la abogada. Según Ivania, esa invisibilización responde a una tendencia histórica “de poner siempre a la mujer en segundo plano”, pero hay una nueva realidad: son las mujeres quienes están encabezando la lucha. “Son madres, hijas, hermanas de hombres presos las que se ponen en primera línea, pero también las organizaciones están colocando a voceras. Yo misma soy un ejemplo”, cuenta.

Pero no es una tarea sencilla, todo lo contrario. “Cuando detuvieron a mi hermano, me tocó a mí ir a dejarle los paquetes, porque es la familia quien sufraga los gastos de un detenido. Y hay muchos estigmas, que si ahí vienen las mujeres del pandillero y esas cosas. Y luego está la violencia digital cuando ya me hago un rostro visible. Soy de las mujeres más atacadas en redes sociales en El Salvador”. La situación llegó a ser tan complicada que Ivania tenía cámaras tanto en su casa como en la oficina.