Es una de las películas del momento y en ella se refleja con maestría la atmósfera que rodeó al asesinato de Maurizio Gucci, nieto del fundador de la lujosa casa, a manos de la que hasta entonces era su mujer, Patrizia Reggiani. Un crimen que marcó la industria de la moda, y no solo en Italia, sino en el resto del mundo a finales del siglo XX. Lo cierto es que el suceso tiene todos los elementos para convertirse en una gran película: amor, venganza familiar, ambición, dinero, poder y celos.
Si a todos esos atractivos ingredientes le sumamos una historia real, un director como Ridley Scott y un elenco liderado por Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino y Jared Leto, el éxito está más que asegurado.
Gaga ha sido la encargada de dar vida a Patrizia Reggiani, mientras que Adam Driver se ha convertido en Maurizio Gucci, el hombre que se encontró atrapado en el centro de una conspiración que fue solo una de las tragedias que han sucedido en el mundo de la moda (no podemos olvidar que Gianni Versace también fue asesinado). La cinta es una adaptación del libro The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed, de Sara Gay Foden, publicado en el año 2000.
"Era una historia familiar verdaderamente fascinante. La dinastía Gucci era casi como la realeza italiana dentro de la industria de la moda, y su destrucción comenzó en el corazón de la propia familia, para luego expandirse. ¿Cómo no va a ser interesante algo así?", dice el director y productor Scott.
Real o ficción
Especialistas en la historia de la casa Gucci aseguran que muchas partes de la historia de este imperio de la moda han tenido que ser suavizadas en la película, porque de lo contrario serían, simplemente, increíbles. Proponemos una mirada hacia atrás en la historia real de uno de los apellidos más famosos del mundo de la moda y protagonista, ahora, de la película más sonada del momento.
El inicio. La historia de la casa de moda Gucci se remonta a 1921, cuando Guccio Gucci fundó la compañía después de trabajar como botones en el Hotel Savoy de Londres y en un tren de lujo. Las maletas y accesorios de cuero de gran calidad fueron los primeros artículos que vendió Gucci en su inicial tienda en Florencia, así como también artículos de equitación, que fueron el emblema de la casa. El negocio prosperó y comenzó a expandirse en otras ciudades italianas y en varios países.
Todo iba sobre ruedas y se acercaba a lo que podría ser una historia de superación y éxito al uso, hasta que en 1953 el patriarca falleció y las acciones pasaron a sus tres hijos, Vasco, Rodolfo y Aldo. Fue este último (interpretado en la película por Al Pacino) quien se encargó de gestionar la empresa, buscando convertirla en una marca de producción en masa.
La guerra familiar comenzó con la muerte en 1983 del hermano Rodolfo (Jeremy Irons), padre, precisamente, de Maurizio (Adam Driver). Para esa fecha Maurizio ya estaba totalmente influenciado por su esposa, Patrizia (Lady Gaga), la piedra angular de toda esta historia.
Los 70: Patrizia, ambición a la italiana. Los orígenes de la nuera de Rodolfo eran humildes y eso no gustó entre los Gucci desde los inicios de la relación. Creció siendo pobre y no conoció a su padre biológico. Cuando la pequeña Patrizia tenía 12 años su madre se casó con Ferdinando Reggiani, un rico empresario que le dio su apellido a Patrizia. Fue así como se convirtió en una socialité de Milán, aunque siempre se le echó en cara en las altas esferas que estaba de prestado en la clase alta italiana.
Parece que la esperanza de la madre de Patrizia siempre fue que su hija se casase con algún cachorro de una buena familia, y vaya si lo consiguió.
Corría el año 1970 cuando coincidió con Maurizio en una fiesta, donde él se quedó impresionado con su gran parecido a Elizabeth Taylor. Se casaron apenas dos años después de conocerse, tuvieron dos hijas (Alessandra, en 1976, y Allegra, en 1981) y hasta el año 1982 la familia vivió en Nueva York, de modo feliz y codeándose con la jet set de la Gran Manzana, incluidas gentes como Jackie Onassis. Fueron años de lujo y felicidad.
Los 80: empieza el culebrón. En 1983 fallece Rodolfo, cabeza hasta el momento de la casa Gucci. Esto dejaba a su hijo Maurizio como accionista mayoritario. Lejos de suponer la paz y el encumbramiento del marido de Patrizia como jefe de la marca, la fecha supone el inicio del fin.
A diferencia de la crisis vivida en otras firmas de moda con espíritu familiar, como Prada, Versace o Armani, la disputa de Gucci fue pública y estuvo rodeada de escándalos, como el conflicto entre Maurizio y Aldo, y luego entre Aldo y su hijo Paolo. Todo eso con denuncias de evasión de impuestos y falsificaciones de firmas de por medio.
El resultado fue que en 1989 Maurizio se hizo con el control de Gucci, aunque en 1993 fue obligado a vender sus acciones a los otros inversores de la empresa. Ese fue el punto y final del liderazgo familiar en la famosa marca.
Los 90: un matrimonio que se hunde. Paralela a la locura en la que entró la casa Gucci, el matrimonio de Maurizio y Patrizia se venía abajo. La ruptura se hizo efectiva en 1985, cuando Maurizio se fue a un viaje de negocios a Florencia y envió a Milán a un amigo para que le dijera a su todavía esposa que su matrimonio había terminado.
En 1991 Maurizio comenzó una relación con Paola Franchi, diseñadora de interiores y antigua amiga de la infancia. En 1994 Maurizio se divorcia de Patrizia y le prohíbe utilizar el apellido Gucci. Aquello desató definitivamente la guerra.
El 27 de marzo de 1995, Maurizio Gucci fue asesinado. Recibió varios disparos cuando estaba a punto de entrar en su oficina en Milán. Murió en la escalinata del edificio, en los brazos del portero, Giuseppe Onorato, quien también fue tiroteado, aunque sobrevivió y resultó el testigo clave del caso. Ese mismo día, Patrizia escribió en su diario la palabra griega paradeisos (paraíso).
Un final... de película
Espoleada por los celos, por su ambición, por los desprecios de su exmarido y por el hecho de que Maurizio planeaba casarse con Paola, lo que hubiera obligado a renegociar la pensión alimenticia para sus hijas, Patrizia orquestó su asesinato. Las personas de las que se rodeó para cometer el crimen no vienen más que a alimentar lo estrambótico de esta historia: su amiga Giuseppina Auriemma, que era vidente y astróloga; Orazio Cicala, conductor de furgonetas; e Ivano Savioni, el hombre que contrató al sicario y al conductor.
Para más inri, y aunque la película no aborda todo el proceso judicial, este comenzó dos años después gracias a una denuncia anónima. Patrizia, polémica hasta el final, declaró en una entrevista que concedió desde la cárcel que contrató a un sicario en lugar de disparar ella misma porque "mi vista no es muy buena y no quería errar".
Patrizia Reggiani, en una fiesta.
Las frases de Patrizia que pasarán a la historia
"Prefiero llorar en un Rolls-Royce que ser feliz en una bicicleta"
"Solo un verdadero imbécil dejaría a su mujer en Navidad"
"Nunca he trabajado en mi vida y no pienso empezar ahora" (Se le ofreció libertad condicional si encontraba un trabajo. Se negó con esta frase)
"El poder puede ser como una enfermedad para los Gucci"
"Quiero decirte que eres un monstruo... Maurizio, el infierno para ti está por llegar"
"Sabía que él era débil, pero yo no lo era. Le presioné tanto que se convirtió en presidente de Gucci"
"Maurizio se volvió inestable... arrogante y desagradable. Dejó de venir a casa a comer, los fines de semana se iba con sus genios. Ganó peso y se vistió mal... Se rodeó de gente insustancial"
"No hubo odio. Yo no odiaba a Maurizio, nunca lo odié. Fue mi irritación. Él me irritaba"
"Le preguntaba a todo el mundo, incluso al hombre de la tienda de comestibles: ¿Hay alguien que tenga el coraje de matar a mi esposo?"
"¿Qué esposa no dijo alguna vez Mataría a este tipo?"
"No soy culpable, pero no soy inocente. Todas las cosas que sucedieron fueron un malentendido"