"Los griegos no sólo llegaron a la India con Alejandro Magno, sino que también descubrieron Islandia con Pytheas". Así lo afirma Andrew Charles Breeze, profesor del departamento de Filología de la Universidad de Navarra.
Basándose en una hipótesis lingüística, de la que The Housman Society Journal se hace eco en su último número, el experto en lingüística histórica intenta esclarecer el misterio que rodea a la ubicación exacta de la mítica isla de Thule, descubierta por el antiguo geógrafo, astrónomo y explorador griego Pytheas, alrededor del año 300 a.C. Si la tesis del profesor Breeze está en lo cierto, los griegos habrían descubierto Islandia mil años antes que los vikingos.
Como explica el experto, el relato original que Pytheas escribió sobre su viaje a través del Atlántico Norte, desde Massalia (Marsella), hasta una isla rodeada de témpanos de hielo, a seis días del norte de Gran Bretaña, se perdió por completo. Desde entonces, y a partir de las menciones que autores posteriores como Estrabón, Plinio o Diodoro de Sicilia hicieron sobre su aventura, son muchos los investigadores que han tratado de ubicar de forma exacta el destino más septentrional que el griego alcanzó en su viaje.
"Durante siglos ha habido discusiones sobre dónde estaría Thule. La mayoría sostiene que en Islandia; algunos, en las Islas Feroe; otros, en Noruega o en las islas Shetland", explica.
Según sus investigaciones, que ya ha discutido con otros académicos de universidades británicas y que consideran que la teoría puede ser plausible, la clave para resolver el misterio reside en un enfoque lingüístico. "El nombre que Pytheas dio a la isla se fue deformando con el tiempo, hasta volverse ininteligible. Thule (o Thyle) no significa nada, pero si insertamos dos letras entre las dos sílabas de la palabra, tenemos como resultado Thymele, y eso en griego sí tiene sentido: significa altar y es muy común en el griego antiguo", explica.
En su artículo, el profesor Breeze sostiene que "el término Thymele pudo surgir por las características orográficas del sur de la isla, con altos acantilados de roca volcánica, similar a la de los altares de los templos griegos. Probablemente, cuando Pytheas y sus hombres divisaron Islandia, con abundante niebla, y quizás con columnas de humo y cenizas de volcanes como el Hekla, pensó en el altar de un templo".
Y es que, como explica, "en la antigüedad, los altares podían ser inmensos. El de Pérgamo tenía doce metros de altura y se dice que otros en Pariumo en Siracusa, medían hasta doscientos metros". "Los griegos pueden sentirse orgullosos de que fueron ellos los primeros en pisar el suelo de Islandia", concluye.
Andrew Charles Breeze es profesor del departamento de Filología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Miembro de la Society of Antiquaries of London desde 1996 y de la Royal Historical Society desde 1997, es especialista en el origen del inglés y su relación con el latín y otras lenguas prerrománicas.