Alberto Núñez Feijóo saboreó el año pasado la hiel de la frustración al quedarse a cuatro escaños de ser investido presidente del Gobierno español. El líder del PP había intentado previamente vencer las resistencias del PNV, pero el grupo de Aitor Esteban le trasladó su rechazo irrevocable a su candidatura porque la legislatura estaría condicionada por la ultraderecha de Vox, y porque el PP carecía de una propuesta para resolver el problema de encaje territorial, lo fiaba todo al Código Penal, y además había cuestionado en los días previos el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso. Pero, desde la semana pasada, tras la ruptura de Vox con el PP en los gobiernos autonómicos por la acogida de los menores migrantes no acompañados, en la derecha española se preguntan si este divorcio no supone ya que Feijóo se haya zafado de la rémora que impedía un acercamiento al PNV y a Junts, y si no es posible ahora tantear a esas fuerzas, una pregunta que se le ha formulado expresamente al líder del PP y que también le han lanzado a Aitor Esteban. Pero la sensación que ha quedado estos días es que el terremoto no tendrá ninguna consecuencia en el Congreso de los Diputados.

Esteban cortó de raíz cualquier especulación cuando le preguntaron al respecto en Radio Nacional de España. Recordó que el PNV no tiene vela en este entierro, ya que no puede decantar las mayorías en unas comunidades autónomas donde carece de representación política (Vox y PP han roto en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, Murcia y Castilla y León) y, por otro lado, por si alguien tratara de hacer una extrapolación al Congreso de los Diputados, avisó de que Vox sigue siendo necesario para una moción de censura. Por tanto, nada cambia para el PNV. 

Además, los jeltzales firmaron en noviembre un acuerdo de investidura con el socialista Pedro Sánchez que creen que puede ser más fructífero que en la anterior legislatura, porque los escaños del PNV sí son imprescindibles en todas las votaciones. Esto permite al grupo de Esteban tener una mayor influencia en Madrid, hacer presión para transferir las 29 competencias pendientes del Estatuto de Gernika, y buscar un nuevo pacto estatutario que blinde el autogobierno vasco y suponga el reconocimiento nacional de Euskadi. En paralelo, el PNV acaba de renovar su acuerdo para gobernar en coalición con el PSE en Euskadi

Su situación en ese punto es distinta a la de Junts, que no tiene compromisos con los socialistas en Catalunya y que, de hecho, podría encontrarse en las próximas semanas con un Govern del PSC y ERC. Con ello, podría recrudecer su posición en el Congreso de los Diputados. En su momento, además, trascendieron unos contactos exploratorios entre el PP y Junts antes de la investidura, y Feijóo provocó unos momentos de estupefacción cuando se enredó con la idea del indulto con condiciones para el expresident Puigdemont. En cualquier caso, los populares han intentado bajar el suflé con su rechazo a la amnistía, y Feijóo acaba de deslizar que no puede competir con Sánchez en su nivel de cesiones a Catalunya. Pero es imposible saber hasta qué punto esta posición es real o es un simple mensaje electoral para presentarse como el adalid de la “igualdad de los españoles”, porque en la investidura fallida también dijo que no era presidente porque no se vende y, sin embargo, el PP venía de mantener contactos secretos con Junts.

Feijóo no señala a Vox

Pero, ¿Feijóo quiere explorar otras alianzas? Ante los medios de comunicación, no ha dado ninguna señal en esa dirección y, de hecho, ha evitado añadir más leña al fuego o deteriorar más de lo necesario su relación con Vox. En la Cope, llegó a decir que él tiene “muy claro” quién es el adversario, en referencia a Sánchez, y que la riña de Vox con el PP “aleja” un cambio político en el Estado. Cualquier operación del PP necesita numéricamente a Vox.

A partir de ahí, ni siquiera citó a PNV y Junts en una primera respuesta: “Si coincidimos con algún partido en nuestras propuestas, no tenemos ningún inconveniente en acercar posturas y pactar con ellos”. Ante la insistencia de los periodistas en una tertulia posterior a la entrevista, donde le preguntaron de manera explícita por PNV y Junts, evitó mostrar una actitud proactiva o dar a entender que él se va a acercar a esos grupos. Solo habló de una hipotética “coincidencia” en algunas votaciones. “Si entran dentro de las propuestas de nuestro programa, votamos en el Congreso de forma coincidente. Es que hemos votado ya”, dijo. “No estamos de acuerdo en la cacicada de la Ley de Amnistía, pero si Junts está de acuerdo en la política económica, industrial y energética, igual que el PNV, podemos coincidir en las votaciones”, añadió. 

El PP está deslizando estos días que no puede competir con Sánchez si se trata de delegar las competencias sobre migración a Catalunya, “romper” el sistema de financiación autonómica o cambiar el Código Penal para aliviar las condenas del procés. Cabe recordar que en su día se pecó de entusiasmo cuando el exlíder del PP, Pablo Casado, votó en contra de la moción de censura de Vox en 2020 y soltó un “hasta aquí hemos llegado” a Abascal que se interpretó como un cambio de rumbo. Sin embargo, Isabel Díaz Ayuso pactó con Vox en Madrid, Casado fue defenestrado, y después comenzó el reguero de gobiernos de coalición. 

La investigación a Begoña Gómez

El problema radica en que no ha ayudado a sosegar el debate que esta haya sido una mala semana para Sánchez. El presidente ha perdido su principal argumento contra el PP, los pactos con la ultraderecha, unos acuerdos que había utilizado también para apiñar a sus socios en las votaciones. En paralelo, dos de sus aliados pasan por una situación interna crítica, como son ERC y Sumar, lo que podría debilitar su mayoría en unas elecciones. Además, tras haber defendido que su mujer Begoña Gómez era víctima de unos bulos mediáticos, el empresario Barrabés ha mencionado en sede judicial unas reuniones en La Moncloa, y la Universidad Complutense comienza a maniobrar por si se hubiera causado un perjuicio económico al centro. ¿Cambia la posición de los socios? Esteban aclaró que esto no es la trama Gürtel, pero dejó ver que se tendría que afrontar el aspecto ético y estético del caso.