Un año después de la crisis que abrió en canal al PP y acabó con su entonces líder, Pablo Casado, fuera de la política, su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, intenta mantener unidas las filas populares y ha logrado encajar su liderazgo con el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Un desenlace imprevisible cuando la guerra abierta entre Casado y Ayuso por el poder del partido en Madrid colocó al PP al borde del precipicio.

Silencio de Casado

La herida, suturada, ya no sangra y casi todos han encontrado acomodo en el PP de Feijóo. Salvo Casado, que guarda silencio desde que en abril oficializó el traspaso de poderes, está alejado de la política y se abre camino en el mundo de los fondos de inversión.

El PP no cuenta con Casado en la instantánea de la unidad. El trauma sigue en la memoria, mientras el relato de lo ocurrido se ha vuelto más compacto y unánime con el paso de los meses.

Liderazgo cuestionado

El detonante que hizo explotar un choque larvado durante meses por el poder en Madrid fueron las acusaciones cruzadas de espionaje y corrupción entre Ayuso y Génova, pero el adiós de Casado fue poliédrico.

Afines y detractores coinciden en señalar un factor: la forma en la que Casado impuso a los suyos en los territorios a través de su secretario general, Teodoro García Egea. También despertaba dudas su liderazgo, tras dos derrotas electorales, su falta de experiencia de gestión o la ruptura con Vox, a cuyos votantes aspiraba a reconquistar.

Acusaciones de espionaje cruzado

Todo eso, junto con la puntilla que supuso el error en la reforma laboral, se puso en juego la noche del 16 de febrero, cuando saltaron las primeras noticias del espionaje contra Ayuso y Génova replicó denunciando unos contratos sanitarios que beneficiaban al hermano de la presidenta madrileña, un órdago que generó rechazó en la formación.

Casado cayó en una semana

El enfado y las dudas alimentadas durante meses se volvieron en contra de Casado, que en apenas siete días perdió todos sus apoyos, los de su Comité de Dirección, sus diputados y también los de los barones, unidos en torno a Feijóo. Los editoriales de prensa e incluso una manifestación a las puertas de la sede pidieron su marcha.

Adiós en el Congreso

El desenlace llegó en la madrugada del 23 al 24 de febrero. Tras despedirse del Parlamento, Casado vio como los barones le enseñaban la puerta de salida. Pactaron que se marcharía en un congreso, como había sido elegido. "Podré haber hecho mal, pero no he hecho nada malo", dijo a puerta cerrada a los suyos.

Recientemente, el coordinador general del PP, Elías Bendodo, explicó la salida de Casado en los siguientes términos: "Todo tiene su periodo de maduración, todo. Cuando uno llega a un sitio aunque tenga todo el derecho y todos los apoyos, pero no es el momento de llegar, el sistema te expulsa".

Borrón y cuenta nueva

El momento le pertenecía a Feijóo, que cogió el tren que había dejado pasar en 2018. Un año después de la crisis, Casado se ha confirmado como un liderazgo de transición, como el encargado de reflotar al partido en las horas bajas de la moción de censura contra Mariano Rajoy, cuando la línea más dura de María Dolores de Cospedal y la tecnócrata de Soraya Saénz de Santa María se demostraron irreconciliables.

En el partido hay voces que en privado reconocen su labor. Otros destacan sus múltiples errores. En público apenas hay referencias.

El PP ha hecho borrón y cuenta nueva. Quedó evidenciado en la postal de precampaña que reunió a los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy en Valencia, una instantánea que ha generado euforia en el PP porque pone fin a años de desencuentros que llevaron incluso a que Aznar renunciara a la Presidencia de Honor del PP.

Feijoó aparentemente mantiene la unidad

Un año después el PP se ve "enchufado", en palabras de Feijóo, a la Moncloa, mientras observa cómo la coalición de Gobierno se divide ante leyes polémicas, Ciudadanos encara su extinción y Vox se ha enredado en una moción de censura anunciada hace dos meses y que aún no ha registrado.

Feijóo lidera las encuestas y aspira a gobernar en solitario. Apuesta por la moderación, pero da espacio a todos los perfiles. Ayuso preside, como deseaba, el PP madrileño. Tanto Génova como Sol, sede del poder regional, evitan el choque. En Andalucía, el otro peso pesado del partido, Juanma Moreno, se ha puesto la medalla de una mayoría absoluta inédita.

Lo ocurrido hace un año parece un mal sueño en el principal partido de la oposición. La siguiente prueba de fuego son las urnas y Feijóo ya ha avisado a los suyos de que si no gana no merece presidir el partido, un escenario sobre el que nadie quiere especular en el PP.