- Tras un año de baja por enfermedad, Miren Aranoa (Buenos Aires, 1958) trata de retomar la normalidad. Ha vuelto a la docencia en el colegio público Nicasio de Landa, pero ha dejado el escaño en el Parlamento foral por recomendación médica. "Ha sido una decisión difícil pero necesaria", afirma la coordinadora de EA en Navarra, que relata las "presiones, insultos y amenazas" que ha recibido por parte de la dirección nacional Eusko Alkartasuna, y que hace un año le obligaron a parar. El histórico partido atraviesa una profunda crisis interna que ha acabado en los tribunales. Un enfrentamiento entre la dirección actual y el sector garaikoetxeista, preocupado por la "invisibilidad total de EA en EH Bildu".
¿Qué ha ocurrido en Eusko Alkartasuna para llegar a este punto?
-Hay un problema de fondo. EH Bildu, so pretexto de fortalecerse como opción política, está avanzando de un estructura propia de coalición hacia una estructura de partido único. Eso es un problema, porque su atractivo precisamente era la confluencia de proyectos políticos diferentes. Era algo más amplio de lo que siempre ha sido la izquierda abertzale. Y todo lo que sea cortar la pluralidad es reduccionista y pone mugas al propio proyecto de EH Bildu.
¿Esa lectura no es compartida en todo Eusko Alkartasuna?
-Ese ha sido el centro de la discordia. La dirección nacional se conforma con ser un mero acompañante en este proyecto de partido único, casi decorativo. Pero nosotros no estamos dispuestos a renunciar a todo lo que hemos sido hasta ahora.
¿Fue un error entrar a formar parte de EH Bildu?
-Seguimos creyendo que EH Bildu es la mejor herramienta para el cambio social y político, pero queremos que sea una herramienta eficaz. Yo soy hija del exilio y siempre he creído que la unión entre abertzales es la única forma de llevar a nuestro país hacia la soberanía. EA se jugó todo a una carta, a la de la pacificación y la normalización política. La gente de EA supo mirar por el interés común con encima de los resquemores y las afrentas del pasado. Actuó con una generosidad y una grandeza de la que me siento orgullosa. Pero eso no implica que EA tenga que renunciar a su soberanía, a su capacidad de decisión y a su propio perfil dentro de EH Bildu.
¿En qué cuestiones debería marcar EA su propio perfil?
-En cuestiones, por decirlo de alguna forma, socialdemócratas. Pero también debe tener claridad en la condena de todas las violencias, las pasadas, las presentes y las futuras. Sin ningún miedo. La palabra condena no puede ser ningún fetiche. Es algo en lo que debemos ser muy claros porque debemos ser fieles a nuestra historia. Cada uno puede tener el discurso que considere, pero el nuestro siempre ha sido ese y no debemos cambiarlo ahora.
¿Cuál diría que es ahora mismo el papel de EA en EH Bildu?
-El de una invisibilidad total. Y esa falta de visibilidad solo fortalece al PNV, y en Navarra a Geroa Bai. Pero perjudica enormemente a EH Bildu, que podría llegar a un público al que ahora no llega. Si queremos ser alternativa al PNV es necesario un proyecto amplio, no uno cerrado. El reduccionismo nunca es eficaz. La inteligencia es flexible, siempre.
¿Dónde percibe esa invisibilidad?
-Yo he tenido que dejar mi escaño en el Parlamento. Un escaño que correspondía a EA como partido, y así se lo trasladado al coordinador territorial. Sin embargo, lo ha ocupado una persona de Sortu. De los siete parlamentarios de EH Bildu ahora solo hay uno de EA. Lo mismo ocurre en Madrid. EA es el único partido que no tiene ninguna visibilidad. Hasta la extinta Aralar cuenta con un diputado. El secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, también es de Sortu y habla en nombre de todos. Lo mismo ocurre en las ruedas de prensa y en las opiniones. Siempre salen portavoces de Sortu.
Pero esta situación no es nueva.
-Y así lo hemos venido diciendo todo este tiempo. De hecho, estas desavenencias derivan en un congreso, donde se aprueban una enmienda de Carlos Garaikoetxea y una ponencia política en la que precisamente se decide poner en valor la presencia de EA en EH Bildu y dar más transparencia al partido. Pero ni Pello Urizar en su momento ni Eba Blanco ahora han hecho caso.
¿Es entonces cuando surgen las tensiones internas?
-Es que no se puede ni imaginar. Hemos aguantado lo que nadie debería aguantar, ni en política ni en el ámbito laboral. Desde 2017 ha sido un acoso constante. Gritos, amenazas, expedientes. No solo contra mí, también contra el resto de coordinadores territoriales de Araba y Gipuzkoa. Solo por defender la soberanía de EA y reclamar la participación de la militancia.
¿Y por qué acaba todo en los tribunales?
-Porque hay indicios claros de fraude. Tras el primer congreso, que Pello Urizar gana por solo 14 votos, descubrimos que ha habían hinchado la afiliación de Bizkaia con personas que no existen e incluso están fallecidas. Cuando se lo hacemos saber, Urizar dimite porque sabe que ha ganado de aquella manera. Después, cuando por fin conseguimos que se convoquen las primarias, la dirección anula la candidatura de Maiorga Ramirez por un defecto de forma. Tenía 600 avales, frente a los 50 de Eba Blanco, que ahora lidera el partido sin que le haya votado nadie.
Ustedes han llevado este proceso a los tribunales, pero no les han dado la razón.
-Tenemos fundadas sospechas de que se han falsificado los documentos que han servido como prueba en el juicio. De hecho, hemos presentado ya una querella contra dos personas por usurpación de la personalidad. Se han producido hechos muy graves, como que personas ajenas al partido, como la responsable de organización de EH Bildu, hayan tenido acceso a los ficheros de afiliados, mientras se negaba ese mismo derecho a los cargos territoriales que sí han sido elegidos por la militancia. Es muy feo todo.
¿No hay margen para reconducir la situación interna?
-Es muy difícil porque no hay voluntad por su parte. La asamblea de Navarra, a la que estoy enormemente agradecida por su apoyo durante todo este tiempo, ha decidido que mientras yo me recupero sea Ainhoa Arano quien nos represente en la dirección nacional. Pero no le dejan. La última vez la echaron de la reunión entre gritos diciendo que si estoy bien para ir a la escuela también lo estoy para ir a la ejecutiva. Y si no que me vaya. Son personas carentes de empatía y humanidad.
¿Qué salida queda entonces?
-Dar la voz a la militancia, no hay más. En junio tendrá lugar el congreso de EH Bildu, pero creemos que antes EA debe aclarar su encaje en la coalición. ¿Queremos que EA desaparezca y se diluya empobreciendo el proyecto de EH Bildu, o apostamos por un proyecto plural y aglutinador? Es lo que debemos clarificar como partido de una vez.
¿Qué harán si eso no ocurre?
-Vamos a esperar a ver qué pasa. Porque es más serio de lo que parece. Todos los pasos que se han venido dando hasta ahora van hacia el partido único, y en junio nos podemos encontrar con que Eusko Alkartasuna ya no existe. Esa es la realidad. Por eso pido a la afiliación que entre todos clarifiquemos nuestra postura y hagamos que EH Bildu vuelva a ser ese proyecto ilusionante que emprendimos con muchísimas ganas.
"EA se jugó todo a una carta, la de la pacificación, pero eso no implica que tenga que renunciar a su perfil propio"
"Desde 2017 hemos sufrido un acoso constante. Gritos, amenazas y expedientes por querer dar voz a la militancia"
"La palabra condena no puede ser ningún fetiche. En eso debemos ser muy claros y fieles a nuestra historia"