l coronavirus acaba de cumplir un año desde que su aparición nos cambió por completo el modo de vida. Pasado este tiempo, todo lo referido a su origen y transmisión continúa envuelto en un gran halo de misterio para el sesudo comité de expertos e investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así lo confirmaron en su comparecencia pública antes de abandonar la ciudad china de Wuhan, tras pasar recorriendo, durante 14 días, los lugares sobre los que se elucubró que pudieran ser el foco de la pandemia. Se descartó, por improbable, que el patógeno saliera del instituto de virología de Wuhan, se comprendieron mejor las cosas y se añadieron nuevos detalles al estudio de la pandemia. Estas aseveraciones salieron de la boca de los científicos de la OMS en una extensa rueda de prensa, de más de tres horas, y con sus colegas chinos bien pendientes de las palabras. Sin embargo, al descender del avión y nada más poner el pie en Europa, los investigadores empezaron a recordar jugosos detalles de sus pesquisas que, en aquella comparecencia en Wuhan pasaron por alto. Así por ejemplo, el jefe de la delegación admitió que el virus ya circulaba libremente por la ciudad en 13 cepas en diciembre de 2019 o que el primer dato de contagios fue de 174 y no los 44 oficialmente admitidos por Pekín.