o lo consiguió el techno, ni el reggaeton... pero parece que este maldito coronavirus lo va a conseguir. 18 años sin faltar a nuestra cita con el rock and roll, y esta edición la vamos a tener que retrasar un poco más de lo que nos gustaría: las puertas de Mendizabala no se abrirán hasta junio de 2021”. Así oficializaba ayer el Azkena Rock Festival lo que ya se temía, que su edición de este año también cae a manos del covid-19 y que habrá que esperar a 2021 para que el rock vuelva a tronar en Mendizabala. Es una decisión lógica, esperada, razonable, nada que objetar, pero eso no significa que no suponga un nuevo golpe, otro más. No entraré al aspecto económico del asunto, de un impacto indudable para Gasteiz. Hablo del alma, que se alimenta también -y mucho- de la cultura. Hablo de esa noche de fantasía con Kiss, de la lluvia sobre el escenario de Chris Isaak, de la perfección de The Black Crowes, de la emoción con Pearl Jam... Hablo de Joan Jett, The Who, The Cult, mil nombres... hablo de buena música, de buena compañía, de disfrutar,... de rock, que cada uno lo defina como quiera. Fue Lemmy Kilmister, figura con mayúsculas del rock que dio nombre en 2016 a uno de los escenarios del ARF, quien dijo aquello de “si piensas que eres muy viejo para rockear, es que eres muy viejo”. Pues eso.