Este próximo 18 de febrero no va a ser un día cualquiera para Castejón. En esta fecha se van a conmemorar los 130 años de una jornada histórica, indeleble, para la localidad ribera. Aquella en la que en su estación ferroviaria una gran multitud recibió y aclamó a los representantes políticos que en Madrid se plantaron ante el intento del Gobierno de España de la época de vulnerar el Fuero de Navarra, imponiendo unilateralmente un desorbitado pago de impuestos ajeno al régimen paccionado. El contrafuero fue urdido por el ministro de Hacienda Germán Gamazo, por lo que la general matxinada que movilizó a toda Navarra y al resto de los territorios forales, incluso con el apoyo de organizaciones catalanistas, ha quedado inmortalizada como La Gamazada. Pero es que esa mañana del 18 de febrero de 1894, en Castejón, además de la propia y multitudinaria reivindicación foral, pasó algo más: se asistió a un hecho que resultaría fundamental para el nacimiento de un nuevo movimiento político, que se iba a conformar decisivamente al calor de la solidaridad interterritorial mostrada en defensa común del residuo de libertades subsistente a las guerras carlistas, en peligro entonces de definitiva supresión.

Y ese sucedido digno también de recordar no fue otro que la destacada presencia en el acto de Castejón de los hermanos Arana Goiri, bizkaitarras para los que la Gamazada supondría el definitivo empuje a la creación del ideario nacionalista vasco, que poco después se concretaría en la fundación del PNV por Sabino Arana. Porque puede afirmarse que lo vivido en la Ribera, como demostración de la hermandad cultural y política entre territorios en la defensa conjunta de sus Fueros y Libertades, devino en esencial para la formulación del pensamiento de Arana, que exhibió, además, en tierra navarra un primer esbozo del que sería emblema común eúskaro, por él poco después ideado, como la proclama revolucionaria del “Euzkadi, patria de los vascos”. En Castejón comenzó todo. Eso también merece ser recordado por los abertzales.

Como escribía Iñaki Anasagasti hace unos días, es esclarecedor del significado de la Gamazada y del episodio de Castejón el que el general Martínez Campos aconsejara a la regente María Cristina que no se actuara militarmente frente a Navarra y los territorios vascongados que la apoyaban. Fue por tanto una batalla incruenta, ganada por el pueblo y por sus instituciones privativas. Porque el uso de la fuerza frente a la libre determinación popular a nada conduce ni cierra heridas, sino que las profundiza. Entonces y hoy. Otra lección de la historia.

En Castejón se escenificó un acto pacífico de defensa y de reivindicación de lo que es propio, y de la perentoriedad del pacto como herramienta de convivencia. Y no es mal momento para recordarlo, en un tiempo en el que, a la singularidad, nacida de una historia que hay que conocer y respetar, se la quiere disfrazar absurdamente de privilegio y de desigualdad. Dejémoslo en mera ignorancia del origen de las cosas por parte de algunos políticos actuales, más preocupados en zaherir que de comprender al otro, de desunir que, de construir bajo la idea del previo pacto, bilateral por definición. Nada ha cambiado en estos 130 años. La enseñanza de la historia sigue imperecedera.

En las páginas de Diario de Noticias de Navarra, el 8 de agosto de 2022, tuve ocasión de recordar mi personal relación con Castejón, por ser el pueblo natal de mi aita, el lugar al que quise que volviera a descansar cuando nos dejó, porque él que viajó por el mundo siempre expresó su sentimiento castejonés, navarro y vasco. En la visita familiar pudimos constatar la ausencia de un expreso reflejo de aquel hecho histórico del que él siempre nos hablaba. Nunca es tarde, decíamos, y este 18 de febrero de 2024, por fin, va a ser posible, y lo va a ser gracias a la fraterna colaboración entre las asociaciones Laubide, Nabarralde y Betiko Lagunak. Estoy seguro de que mi aita hoy se sentiría más orgulloso, si ello fuera posible, de su Castejón y de su Navarra del alma.

Miembro de la Asociación Betiko Lagunak