abier Agirre es uno de estos alderdikides para los que la antigüedad es un grado y el buen hacer otro. El partido potente que hoy conocemos tuvo unos inicios en la clandestinidad no solo precarios por la represion franquista (represión que continúa de forma confusa y fluctuante tras la muerte de Franco hasta la aprobacion de la Constitución), sino por la sociología del territorio alavés en el que, en Gasteiz, los conservadores que se autodenominaban foralistas (que poco conocimiento tenían de los Fueros y su significado) pretendían controlar la hoy capital de Euskadi. Un personaje que fue posteriormente dueño de un periódico, afirmaba que saliendo de la calle Dato se penetraba en la periferia y por otra parte la industrialización fue creando, en este caso sí, periferias de trabajadores que pertenecían o votaban a partidos de izquierda parlamentaria o extraparlamentaria.
En este contexto varios jovenes como Xabier Agirre, Joseba Azkarraga, Patxi Ormazabal, Mikel Estabillo relevaron a una generación desestructurada por el exilio de Sanchez Iñigo, la represión sufrida por Periko Arrizabalaga e Iñaki Unzeta. Todos los anteriores sucesores de las enseñanzas de Luis Alava (fusilado), Landaburu fallecido en 1963, Gamarra trabajando en la Unesco en París.
A estos jóvenes se les unió José Mari Gerenabarrena que extendiendo los tendidos eléctricos por el territorio alavés fue extendiendo simultáneamente el ideario del Partido.
Estos alderdikides estaban dotados de un gran instinto y supieron incorporar a las filas del EAJ a José Ángel Cuerda persona de gran prestigio en el poderoso tejido asociativo vitoriano vinculado a principios humanistas, a María Jesús Agirre una mujer abertzale sin fisuras, a Emilio Gevara reputado abogado, personajes que aportaron prestigio social llegando a ser alcalde, diputado general, diputada en el Congreso.
Xabier y el resto de personas que hemos citado lo hicieron todo. Recuerdo a Emilio Gevara defendiendo en el Salon de Plenos de las Juntas Generales de Álava, la ubicación del Gobierno Vasco en Lakua, en un geriátrico que había perdido su función original pero que la derecha alavesa lo convirtió en una suerte de tótem contra lo que denominaban invasión vizcaina. Se logró ubicar en Lakua el Gobierno Vasco de forma y manera que las primeras generaciones de funcionarios que fuimos reclutados trabajábamos en quirófanos y otras estructuras sanitarias.
Recuerdo lo primeros mítines en la Rioja Alavesa a los que acudí con Xabier Agirre y José Mari Gerenabarrena, con una edad en la que todavía había que volver a casa a las diez y que constituía un milagro volver a las diez de la mañana del día siguiente, el mitin empezaba cuando acababan de intervenir los oradores y empezaban a arder los sarmientos (en estos mítines era fácil comprobar el poder de los caciques que dominaban el territorio a través de la propiedad de las grandes bodegas).
Se puede recordar tambien como en las campanas en Treviño en aquellos tiempos mucha gente nos cerraba las ventanas, lo recuerda con gracia cuando se le pregunta Luis Mari Bengoa.
La habilidad de Xabier Agirre y Gerenabarrena, no solo posibilitó la recuperación del Partido tras la traumática escisión de la que surgió EA, sino que a través de determinadas sutilezas impidió la inscripción por EA de las siglas, logos y lemas del Partido adelantándose al intento de inscripción de los mismos por los líderes de EA en el Registro de Partidos en Madrid. Si esto no se hubiese evitado la historia podía haber discurrido por otros derroteros.
Posteriormente Xabier Agirre lo fue todo en la organización alavesa del Partido: presidente del Araba Buru Batzar; viceconsejero de Interior del Gobierno Vasco (lo fue en un momenta difícil en el que se acometieron contactos con ETA en favor de la pacificación y que nadie se rasgue las vestiduras porque lo hizo tambien el PSOE en tres ocasiones y el Partido Popular cuando su presidente Aznar denominó la izquierda abertzale movimiento vasco de liberación nacional); diputado general de Álava operando con habilidad la hostilidad entre el PP y el PSOE para ser investido sin haber ganado las elecciones.
Pero al margen de todo lo anterior Xabier Agirre era una gran persona y no se trata de una reflexión hagiográfica, se trata de una descripción real. Era afable con todo el mundo, concitaba consensos con facilidad, transformó al Partido en una organización abierta a la sociedad y forma con solvencia a los que ahora están al frente de su Ejecutiva e instituciones.
Una organización política tiene la obligación de analizar el futuro, comprender el presente y tener en su debida consideración el pasado, en este pasado figuran verdaderos héroes políticos, uno de ellos era Xabier Agirre. Goian bego.
El autor es jurista