todo el pueblo se reunió en la plaza para asistir a la demolición que daba lugar a la construcción de un nuevo aparcamiento en el centro de la ciudad siciliana de Giancaldo y no faltaron las lágrimas en las mejillas de muchos lugareños, visiblemente envejecidos. No sólo por su legendaria sala de cine, sino por todas las risas, lágrimas y sueños contenidos en tantas películas que se desvanecían en ese derribo. Es una de las escenas más emotivas de Cinema Paradiso, el film de Giuseppe Tornatore que simboliza la magia del cine y su conflicto con la modernidad urbana. Para una generación de Vitoria, los cines Guridi representan, de alguna manera, esa misma magia y sueños en las únicas salas de proyección que quedaban en el centro. Pero el cine de sala ya no es negocio y el propietario, que no se casa con nadie, ha optado -lógica y lícitamente- por una recalificación urbanística bastante menos cinematográfica, pero mucho más lucrativa. El anterior concejal del ramo Juan Carlos Alonso se empecinó en no permitir el pelotazo. Pero los siguientes regidores son más razonables y la empresa de los Guridi podrá finalmente cerrar el business. La diferencia con Giancaldo es que al menos no derribarán el viejo edificio, sino que simplemente se remodelará con apartamentos y oficinas de lujo.
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