Siguiendo el modelo previo de The Who o Genesis, Pink Floyd publicó The Wall (Harvest Records. EMI) en 1978, una especie de ópera rock y álbum conceptual que respondía a la megalomanía de su líder, Roger Waters. Repertorio que cumple 44 años esta semana y ha dejado para la historia himnos como Comfortably Numb y Another Brick in the Wall, es el disco doble más vendido de la historia con 30 millones de copias y su gestación, llena de interioridades, polémicas y peleas, abrió la senda que acabó con la disolución de los floyd.

El grupo encaró el proyecto de The Wall –26 canciones en hora y 20 minutos– casi por obligación. Los floyd acabaron exhaustos la gira de su álbum anterior, Animals, y aunque solo ansiaban descansar, el cuarteto se vio en la ruina tras unas inversiones fallidas y a pesar de los beneficios millonarios de sus discos de los 70 y sus conciertos. Desaparecieron dos millones de libras y su gestor económico, Andrew Warbug, acabó en la cárcel. Además, el fisco les exigía un dinero que no tenían.

La solución pasaba por grabar un disco o exiliarse de Gran Bretaña debido a sus deudas fiscales. Optaron por las dos, asentándose en el sur de Francia, como los Stones en 1971, y publicando The Wall, cuyo título en origen era Bricks In The Wall. Proyecto personal de Waters, que grabó las maquetas en su casa, a Gilmour le gustó “la idea de base”, pero juzgó algunos pasajes como “deprimentes y aburridos”. Al no haber más material del resto del grupo, optaron por seguir adelante y Waters tomó como origen el último concierto de la banda, en Montreal. Tocaron ante 80.000 personas fuera de sí y Waters llegó a escupir a un fan. De ahí surgió la idea de levantar un muro ante la audiencia, para evidenciar “la separación física y mental” entre la gente y el artista, según el batería, Nick Mason.

Proyecto multimedia, con disco, película dirigida por Alan Parker en 1982 con Bob Geldof como protagonista y espectáculo grandilocuente en directo, el trabajo de composición arrancó en otoño de 1978. Tras recibir un adelanto de 4,5 millones de libras, Waters, cuya relación con el resto de miembros se había deteriorado, y el productor Bob Ezrin –había grabado Berlin con Lou Reed y fue el primero que le habló de levantar un muro ante la audiencia– fijaron el guion del disco, retirando canciones y alternando el orden de otras.

Grabaciones

Las sesiones se iniciaron en Britannia Row de Islington, en septiembre de 1978. A Ezrin se le sumó el joven James Guthrie como coproductor y después el grupo viajó a Francia, al estudio Super Bear, en Berre les Alpes, un antiguo restaurante que destruyó un incendio en 1986. Allí se grabó la mayor parte del disco y las voces se completaron en otro, Miraval, a 150 kilómetros, para evitar los problemas vocales de Waters provocados por la altitud alpina. Al final, se completaron las sesiones en los estudios de CBS de Nueva York, donde se registraron las sesiones con tres orquestas, y en un par de Los Ángeles.

La especie de ópera rock grabada por la banda británica Pink Floyd en 1978 es el disco doble más vendido de la historia

Al contrario que sus discos previos, The Wall no es un álbum de grupo, ya que nunca coincidieron los cuatro miembros en el estudio. Eso sí, la magnífica producción lo muestra como un todo y no se advierten los overdubs –suma de grabaciones de instrumentos y voces a una base– al realizarse sobre las frescas tomas de bajo y batería originales, grabadas en 16 pistas. Además, Waters contó con músicos externos como Michael Kamen en las orquestaciones; seis vocalistas, el más destacado el beach boy Bruce Johnston; la coral infantil de Islington Green School y otros músicos que no aparecieron en los créditos, como el guitarrista Lee Ritenour y el batería de Toto, Jeff Porcaro.

The Wall, que muestra las paranoias habituales de Waters, obsesionado con la incomunicación y la alienación del ser humano y el poder de los líderes totalitarios, narra una historia bastante autobiográfica a través del personaje de Pink, una estrella de rock que recuerda pasajes de su vida: la muerte de su padre en la II Guerra Mundial, su educación por una madre protectora, las vejaciones de un profesor, su aislamiento del mundo, su locura, infidelidades conyugales, drogas, transformación en un dictador, juicio… Un tripi de cuidado, la verdad.

La música

El disco, en el que el guitarrista David Gilmour aportó solo tres canciones pero dejó para la historia grandes y sensibles solos de su instrumento, funciona como un mecano que huye de las suites de obras previas del grupo y opta por canciones cortas, de las baladas acústicas y melódicas –Goodbye Blue Sky o Mother– a arreglos lúgubres como los de Don’t Leave Me Now o Is There Anybody Out There?; guiños disco en Another Brick In The Wall 2; la comedia musical y operística de The Trial o el hard rock de Young Lust. Y muchas de ellas envueltas en efectos sonoros de aves, aviones, pelis en televisión, la voz de una telefonista…

El disco, que supuso la expulsión del teclista Richard Wright debido a su abulia, aunque continuó en la gira posterior como asalariado, dejó a Waters como líder absoluto de Pink Floyd –“no fue una cooperación ni un proceso democrático”, dijo– aunque acabara tras un disco más fuera de la formación. Como curiosidades, Another Brick… fue censurada en Sudáfrica al convertirse en himno de los jóvenes negros; la profesora del colegio donde se grabaron los coros infantiles fue despedida; la voz del hijo de Waters recita en Goodbye Blue Sky y él siempre defendió que Bring The Boys Back Home era el tema troncal del disco o que Sexual Revolution y What Shall We Do Now? no aparecieron en este disco histórico.