Una veintena de globos de todos los colores adornaban este sábado por la tarde una de las verjas del colegio público Errekabarri del barrio de Salburua de Vitoria. En su interior, otra veintena animaba su entrada colgados desde una cuerda. Sin embargo, en una de sus farolas los que más predominaban eran los verdes, símbolo de Aspanafoa, la asociación de padres y madres de niños/as con cáncer de Álava, que, en la actualidad, representa a 45 menores en proceso oncológico. El último en entrar, la semana pasada, es un chaval de apenas 14 años.
El más pequeño de sus integrantes tiene seis meses pero los hay hasta con 21 años, “porque una cosa es cuando comienza el cáncer y otra cuando sigue o hay recaídas”, puntualizaban Susana Ciaurriz y Joana Oliveros, de la junta directiva de este colectivo. Y para todos ellos organizaron su fiesta anual.
El objetivo de esta celebración era doble: "sensibilizar de lo que supone esta enfermedad, tanto para los menores como para sus familias, y por otro, recaudar dinero para seguir ofreciendo los diferentes servicios de la asociación".
Del de psicología o fisioterapia, como matizaban, no solo se benefician, amas, aitas y hermanos, “a veces también llegamos incluso a abuelos porque no es una enfermedad fácil y porque las sillas de los hospitales pasan factura. Al no haber aquí Oncología Infantil, van a Cruces, pero si necesitan un tratamiento más específico, tienen que ir a Madrid, Barcelona o Mallorca”.
MINIFERIA
Y allí estuvieron sus voluntarios, contra viento y marea, porque la frase de la jornada era “vaya pena que llueva precisamente hoy”. Desde el gimnasio de Errekabarri, así lo lamentaba, por ejemplo, Marco Da Silva, tras la novedad de esta edición: una miniferia con tres puestos: el de pescar, el de tumbar latas de refrescos y el de la ruleta de la suerte, “que a ver si la fortuna nos acompaña y viene más gente”. De fondo, como si fuera premonitorio sonaba el Quédate, de Quevado.
Él, por su parte, lo hizo muy bien respaldado por sus tres hijas: las gemelas Andrea y Alba, de 25 años, y María, de 19 años, embarazada, sin importar que fuera sábado o del chaparrón de turno. “Tenemos a una sobrina, de 15 años, con cáncer”, aclaraba a su aita. Y allí estaban por ella y por todos los que lo tienen pese a su corta edad.
MERCADILLO
En el mercadillo solidario echaban una mano otras voluntarias como Mari Carmen, tras un puesto de bisutería, recordando la importancia de obtener recursos para financiar las dietas, alojamiento y desplazamientos para ir a otros hospitales.
Sin poder resistirse a uno de sus collares estaban Tania y Renata, otras de las voluntarias de Aspanafoa, que estuvieron montando puestos por la mañana, y que compraron el mismo para "aprovechar esa oportunidad" y por una buena causa.
En otros puestos había piedras pintadas, libros, paraguas, peluches y hasta funkos, como el de Gimli, de El señor de los anillos.
Los hinchables, en los que daban brincos varios niños desde las cuatro de la tarde, también estaban bajo techo.
A partir de las seis de la tarde, llegó el turno de escuchar la música mágica de handpan, un novedoso y original instrumento de percursión. Y a las siete, un espectáculo de magia con Ilusionisma.
Como broche final, a las ocho, entre quienes compraran boletos, habrá sorteo de regalos ofrecidos por los establecimientos que han colaborado de forma desinteresada con la asociación: desde tarjetas-regalo para la compra en determinados comercios, hasta cajas de experiencias e importantes lotes de productos.