- Las autoridades federales, estatales y locales en EEUU se preparan estos días para hacer frente a una eventual ola de protestas o manifestaciones en el país una vez que se conozca la sentencia en el juicio contra el expolicía Derek Chauvin por la muerte del afroamericano George Floyd en Minéapolis en mayo de 2020.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, confirmó que el Gobierno federal se mantiene en contacto con los alcaldes de las principales ciudades y con gobernadores para hacer frente a lo que pueda pasar una vez que se conozca el fallo. El objetivo, dijo Psaki, es asegurar que haya espacio para las protestas pacíficas.
“Este país ha pasado por un largo periodo, sobre todo para la comunidad negra, de dolor y agotamiento”, no sólo por este juicio sino también por la “violencia adicional” registrada en las últimas semanas, dijo la portavoz del presidente Joe Biden.
Psaki se refirió, por otra parte, a la polémica provocada por la congresista por California Maxine Waters, quien este fin de semana en una de las concentraciones celebradas en Mineápolis animó a los manifestantes a quedarse en las calles e ignorar el toque de queda. Aunque no quiso valorar esas palabras, señaló que Biden siempre ha defendido que las protestas sean pacíficas, y recalcó que “el presidente siempre ha sido muy claro” en la violencia contra la gente de color y está “comprometido” con acabar con este “problema sistémico”.
Las medidas se seguridad han aumentado en varias ciudades estadounidenses ante la posibilidad de que el fallo por este juicio se produzca en los próximos días, y aunque en muchas no se percibe -no se nota, por ejemplo, en el centro de Washington- las autoridades aseguran estar preparándose para eventuales protestas. Donde más visible es la seguridad es, en cualquier caso, en Mineápolis, que se ha convertido estos días en una ciudad sitiada, con una elevada presencia policial y militar.
La defensa de Derek Chauvin, acusado de matar por asfixia a George Floyd, aseguró ayer que la Fiscalía no ha logrado demostrar la culpabilidad del exagente de policía estadounidense.
En sus argumentos finales, el abogado defensor de Chauvin, Eric Nelson, recordó la presunción de inocencia de su cliente y apuntó que la labor de la Fiscalía de Minesota es demostrar “que es culpable más allá de toda duda razonable” y “no lo ha conseguido”.
El letrado pidió al jurado que considere la información que recibió Chauvin antes de llegar al lugar y se pregunte cómo debería reaccionar un “policía razonable” ante la situación. Según los registros de las llamadas de ese día, la persona que alertó del incidente de Floyd dijo a la Policía que un hombre de unos 1,83 metros de altura “proporcionó un billete (de 20 dólares) falso” y “parecía bajo la influencia” de alcohol o drogas.
La Fiscalía y la defensa presentaron por última vez ayer sus versiones sobre lo ocurrido ante un jurado formado por catorce personas, aunque finalmente serán doce los que deliberarán y dictarán el veredicto. Tras escuchar los argumentos de ambas partes, los miembros del jurado se aislarán y encerrarán en un hotel para repasar todas las pruebas presentadas en el juicio y llegar a una sentencia.
A lo largo del juicio, que empezó el pasado 29 de marzo, la Fiscalía ha argumentado que Floyd murió por la asfixia provocada por la presión de la rodilla de Chauvin, mientras que la defensa ha argüido que su muerte fue por otros motivos, como enfermedades ya existentes, la presión alta, el consumo de opiáceos y el estrés del momento, entre otros.
Delitos que se le imputan. Derek Chauvin está imputado por los delitos de asesinato en segundo grado, penado con hasta 40 años de cárcel; asesinato en tercer grado, con condena máxima de 25 años, y homicidio en segundo grado, que acarrea hasta 10 años.
Sin antecedentes penales. Como el exagente no tiene antecedentes penales, solo podría ser condenado a un máximo de doce años y medio de prisión por los primeros dos cargos y a cuatro años de cárcel por el tercero. Chauvin, de 45 años, se declara inocente de todos los cargos.
Tensión creciente en EEUU. La recta final de este caso llega en un contexto de creciente tensión en Estados Unidos tras la muerte por disparos de policías del afroamericano Daunte Wright, de 20 años, en Brooklyn Center (Minesota) y de Adam Toledo, de 13 años, en Chicago.