- Miles de personas volvieron a salir a la calle ayer en Birmania (Myanmar) contra el golpe de Estado militar. Las protestas se desarrollaron en un ambiente pacífico pese a la represión policial del día anterior, que dejó a una joven en estado crítico por un tiro en la cabeza.
Una multitud se echó a las calles por quinto día consecutivo para pedir la restauración de la corta democracia birmana, que desde que declaró su independencia en 1948 de Gran Bretaña, los militares han gobernado entre 1962 y 2011, y solo de 2015 hasta el pasado 1 de febrero tuvo un gobierno elegido en las urnas, que dio la victoria a la recién depuesta líder de la Liga Nacional para la Democracia, Aung San Suu Kyi.
“No tengo miedo; ni a ellos ni a las leyes militares”, declaró un hombre de 34 años frente a la barrera policial de una manifestación en Rangún, la mayor ciudad del país. El manifestante renunció a su trabajo en una tienda de telefonía por preservar su derecho a huelga y protestar contra el golpe de la junta militar.
Tras declarar la ley marcial, que prohíbe concentraciones de más de cinco personas y establece un toque de queda nocturno, las autoridades utilizaron este martes cañones de agua, pelotas de goma e incluso munición real contra los manifestantes en varias ciudades del país, dejando al menos siete heridos.
Mya Thwe Thwe Khine, de 20 años, se encuentra en estado crítico en un hospital de Naipyidó tras recibir un impacto de bala en la cabeza, confirmó la organización de derechos humanos Human Right Watch (HRW). Según la confirmación de un médico y los vídeos y fotografías analizados, la joven cayó al suelo tras oírse un disparo cuando se alejaba de la primera línea de una manifestación en Naipyidó que la policía disolvía con cañones de agua.
A lo largo del día, la Policía no cargó contra los manifestantes en las diferentes ciudades donde se celebraron protestas de manera pacífica, aunque en las calles de Ragún hubo una gran presencia de militares.
“Estamos protestando para liberar a Daw Aung San Suu Kyi y al presidente. No le tengo miedo a nadie. Si no peleamos ahora estaremos bajo la ley marcial de por vida”, aseguró una joven de 17 años que relató como había andado 20 kilómetros para unirse a la protesta de Rangún en contra de la voluntad de sus padres.
El movimiento de desobediencia civil y la llamada a la huelga general iniciada tras el golpe por personal sanitario y docente, sigue aumentando y en las protestas de ayer participaron también monjes budistas, representantes del mundo del cine y grupos de granjeros.
Mientras el aeropuerto de Rangún ha tenido problemas de funcionamiento por la huelga de trabajadores, unos 40 policías se unieron a las protestas en el estado de Kayah.
El ambiente tenso y combativo, que en algunos momentos se vive en las protestas, se vio también rebajado por la participación de gente disfrazada de superhéroes y princesas que se mezclaban con un equipo de jóvenes musculados sin camiseta o un grupo de mises birmanas que desfilaron delante de la embajada de EEUU con sus bandas y coronas.
Desde Naciones Unidas y el Gobierno de EEUU se condenó la violencia ejercida por la Policía contra los manifestantes y se insistió en el derecho a protestar de los ciudadanos.
Por su parte, el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, ha planteado en el Eurocámara la posibilidad de aplicar sanciones selectivas contra militares y empresas de propiedad castrense en Birmania.
Entre condenas y protestas, los militares continúan con el acoso al partido de Suu Kyi, que gobernaba hasta el levantamiento militar de la semana pasada. Un portavoz de la Liga Nacional para la Democracia (LND) denunció ayer que soldados entraron por la fuerza en las oficinas de la formación en Rangún y otras ciudades, donde confiscaron “documentos y ordenadores”.
La junta militar birmana justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado 8 de noviembre en los que el partido de Suu kyi arrasó, como ya hizo en 2015.
Parlamento paralelo. La antigua líder de facto de Birmania, Aung San Suu Kyi, ha sido nombrada para un segundo mandato como consejera de Estado por parte de un Parlamento paralelo integrado por miembros de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD), a raíz del golpe de Estado que dio el el Ejército.