Síguenos en redes sociales:

Mesa de Redacción

César Martín

Soy un periodista de Vitoria que lleva toda su vida profesional escribiendo y hablando sobre Vitoria y Álava, sus sociedades, instituciones y gentes. Director desde diciembre de 2024.

Café

Tomar un café en horario de trabajo es una terapia que debería acceder por sí misma al vademécum elemental de la Psicología moderna. Y no ya por sus evidentes efectos activadores sobre el organismo, que también los tiene. Degustar el contenido de la tacita va mucho más allá de estar preparado para recibir taninos. Es una excusa para poder ponerse al día, bien con uno mismo en un ejercicio de introspección, bien con los demás, con el palique intrascendente del repaso diario de vidas propias y, sobre todo, ajenas, o bien con la trascendencia de aquellas verdades a las que les cuesta salir al exterior si no reciben un empujoncito extra. Las bondades del ritual que acompaña la ingesta cafetera en horario laboral tonifican la mente y el espíritu y ayudan a enfrentarse a cada jornada con la perspectiva de quien empieza un proyecto nuevo. Y así, cada mañana. Evidentemente, tomar una, dos o tres tazas no resuelve problemas. Si los hay, seguirán ahí por mucho que uno sepa desgranar las bondades de un solo, de un cortado o de uno con leche. Pero, al menos, facilita un ratito, si no de paz, sí de reflexión, que ayuda a acomodar las obligaciones en su verdadero sitio para que estas sean un poco más llevaderas y se las pueda gestionar y lidiar sin excesivos quebraderos de cabeza.