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Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

El fuego ante el fuego

Aunque hemos visto la película, varias veces de hecho, aquí estamos otra vez. Hay un desastre real y palpable: el fuego que está arrasando las vidas de miles de personas. Y luego está el otro fuego, el de algunos políticos tan preocupados en sus juegos de guerra que llegará un día en que no quede nada por lo que guerrear. Por no remontarnos a tiempos demasiado pretéritos, solo hay que mirar al desastre de la dana: las reacciones y maneras de funcionar de algunos son calcadas y oscilan y entrelazan el buscar culpables en el bando de enfrente y el desviar la atención. Vemos a voluntarios y vecinos peleando con las llamas o a personas mayores que esperan en un polideportivo noticias para saber si lo han perdido todo. Y arrecia ese discurso de la política nos abandona, el Estado nos abandona. Mientras tanto, quienes ostentan las responsabilidades de responder al encargo democrático que les han entregado los ciudadanos en las urnas parecen más preocupados por lo suyo que por lo de todos. Y ese discurso pretendidamente antisistémico de la política nos abandona, el Estado nos abandona, encuentra terreno abonado en el que crecer; no preocupado por ese abandono, sino por dinamitar desde dentro la política, el Estado y la propia democracia. Esta película la hemos visto, sabemos cómo acaba.