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Mesa de Redacción

Miren Ibáñez

Las tetas y el beso

Sí, yo también alucino de que a estas alturas sea algo subversivo que una artista, una mujer, muestre sus tetas. Pues lo es, claro que lo es. Opino que esto no debería llamarnos demasiado la atención por sí mismo, que debería pasar inadvertido. Pero el contexto es el contexto, por mucho que yo me empeñe. Y el contexto se llama hoy día discurso de regresión de derechos y la asunción con naturalidad de ese discurso. Venga, todos juntos, que lo que no se pronuncia no existe: re-gre-sión. La mayor prueba de que gestos simbólicos como el de Eva Amaral en el Sonorama son significativos es el revuelo que ha organizado. Porque la polémica de la desnudez no está en el hecho en sí, sino en la mirada sexista y cosificadora que muchos –y muchas– siguen dirigiendo a las mujeres. Por ello, esa desnudez se convierte en mensaje y reivindicación. Y prueba de ello es que un tipo como Luis Rubiales considera alegre celebración festiva plantarle un beso en la boca a una mujer que no se lo ha pedido. Y, para acabar de coronarse, cuando se le afea la acción, se viene arriba con una ristra de insultos, jaleado por algunos que, igual que él, no solo no se enteran sino que no se quieren enterar, porque viven muy cómodos en su paradigma de macho alfa. Luego ha pedido disculpas, aunque no tiene ni idea de por qué. Y ese es el problema.