l Giro arranca el viernes y volverá a desatar el fenómeno del Landismo. Mikel Landa tiene ante sí una nueva oportunidad de coronar su genio escalador con un éxito de relumbrón que venga a quitarle de encima el gafe que le persigue. En las míticas cumbres italianas se destapó en 2015 como uno de los mejores grimpeurs, llegando a poner en jaque a Contador para acabar ascendiendo al tercer escalón del podio. Con sus ataques agarrado a la parte baja del manillar, entroncó directamente con la mística de una leyenda como Pantani. Ese tercer puesto es aún hoy su mejor clasificación en una gran vuelta y la sensación es que su estrella se ha ido apagando sin haber alcanzado los éxitos a los que parecía predestinado. La mala suerte en forma de caídas, la aparición de compañeros de equipo más resolutivos y una consistencia para arriba que le ha convertido en regular pero no ya en rompedor, amén de sus problemas para no perder tiempo en otros terrenos, le han ido relegando a un segundo plano. Pero en este Giro sin favoritos, con su equipo, el Bahrain rindiendo de forma espectacular, y con unas sensaciones óptimas en la aproximación, todo hace indicar que el Landismo volverá a llenar titulares a poco que la suerte no le dé a Mikel la espalda.