i anterior mesa de redacción titulada Aiton-amonak dio mucho que hablar. Muchos se sintieron identificados con lo que habáin leído pero, como era de esperar, alguna que otra persona también quiso que escuchara lo descontenta que se encontraba con la lectura. ¿Los descontentos? Los abuelos. Y me dieron buenos argumentos. Sigo pensando que hay abuelos que no respetan la crianza que se les está dando a sus nietos y hacen lo que les viene en gana cuando se quedan a solas con ellos. Pero... ¿qué pasa con esos padres que exigen respeto e incluso ponen normas a esos abuelos que están criando a su nieto? Sí, criando. Esos abuelos que se despiertan a las seis de la mañana para ir a recoger a su nieto, llevarle al colegio, recogerle para darle de comer y volver a llevarle. Por no decir que luego siguen con extraescolares. Esos abuelos que están haciendo de padres de lunes a viernes y de abuelos los fines de semana. Con esos que ponen mil normas a los abuelos cuando no saben muy bien lo que es estar con su propio hijo a diario no estoy muy de acuerdo. Y eso es exactamente de lo que se quejaba más de un abuelo. Sabéis que tener abuelos es un regalo. Yo creo que mi abuela María, que en paz descanse, es la mejor persona que he conocido nunca. Vamos a quererlos, no los desgastemos.
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