unque no se hayan escuchado sus protestas, seguro que el sector de las autoescuelas está sufriendo severamente las consecuencias de la pandemia y que los registros de matriculados y nuevos conductores están muy lejos de las cifras que podrían considerarse normales. No obstante, al paso que va todo el tema vial y circulatorio, no sería de extrañar que en no mucho tiempo veteranos y noveles tengamos que ponernos de nuevo a las órdenes del profesor para aprender a conducir de nuevo. Partiendo de la base de que muchos conceptos que se enseñan en las aulas y las prácticas se nos olvidan nada más pasar al asfalto -los pasos de cebra en esta ciudad los respetan los de fuera y poco más-, siguiendo por el cambio constante en mucha parte de la normativa y concluyendo por las no menos permanentes variaciones viales que nos encontramos, llega un momento en el que a uno le entran las dudas cuando se pone al volante. Entre supermanzanas y BEI, circular dentro de Vitoria se ha convertido en un descubrimiento constante en los últimos meses y más cambios se avecinan en el horizonte. Sentidos que desaparecen, rayas que repintan de blanco el asfalto, plantación de semáforos a tutiplén y patinetes que te adelantan a toda velocidad. Como para plantearse volver a la autoescuela y reaprender a conducir.
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