é que la humanidad no está preparada para vivir en el agua al menos, por medios naturales. Al parecer, el Creador decidió en su momento que ciertas especies no serían aptas para respirar cuando se sumergieran hasta el cogote. Hasta ahí, creo que hay cierto consenso científico pese a que en ocasiones parece que hay instituciones que prefieren ensayar al respecto con sus administrados para comprobar que el precepto evolutivo sigue vigente. Precisamente, en las últimas horas me ha tocado asistir a uno de esos experimentos vitales en carnes propias. Mientras trataba de cobijarme bajo mi paraguas de la chaparrada que ha caído en las últimas horas, no me ha quedado más remedio que meterme hasta el corvejón en una suerte de pantano que inundaba buena parte del parque de La Florida y que, dada su dimensión y profundidad, era imposible sortear sin sufrir consecuencias. Así que, sin equipo de buceo adecuado, ni traje de neopreno, ni escarpines, mi look formal para parecer serio en el trabajo se ha visto ajado al extremo hasta el punto de llegar a pensar en la conveniencia de echarme a nadar para atravesar la pileta improvisada lo antes posible asumiendo aquello de que se perdidos, al río. En fin, supongo que nunca llueve al gusto de todos.