Seguro que anda con una nueva trama entre manos. Háganos un avance de dos frases.

—Es la historia de un duro detective neoyorquino de los años 40, colega de Philip Marlowe y Sam Spade, que por una serie de circunstancias acaba aterrizando en Bilbao.

Lo último hasta ahora es ‘Versión original’, la quinta de Goiko, que ya no está en la Ertzaintza...

—Es curioso, porque de dieciocho novelas que tengo publicadas solo cinco están protagonizadas por Goiko, pero para los lectores soy el padre de Goiko y siempre me preguntan para cuándo la siguiente. Y yo, lógicamente, encantado. En esta última no es ertzaina, pero como detective vuelve a investigar el único caso que no consiguió cerrar cuando sí lo era.

Y antes, rizó el rizo en ‘El juramento de Whitechapel’, en la que se encontraron Sabino Arana y Jack el Destripador, nada menos.

—El mito del Destripador siempre ha atraído a lectores y escritores y me pareció un buen tema para una obra de ficción. Incluir a Sabino Arana como una especie de Sherlock Holmes me permitió darle un toque nuestro a una historia británica. Además jugaba con la idea, más habitual en países anglosajones, de introducir un personaje real en una historia de ficción y Sabino, por su edad y circunstancias personales en esos momentos, me venía que ni hecho a propósito.

¿Cuándo sabe que tiene un argumento que puede funcionar?

—Cuando llevo ya una treintena de folios escritos y me siento a gusto con lo que estoy haciendo.

¿Por qué el género negro no pasa jamás de moda?

—Porque habla de aspectos de la vida (la ambición, el poder, la corrupción, el amor y el odio, etc.) que nunca pasan de moda, con el añadido de que hay alguien dispuesto a matar o a arriesgarse a morir por lograr sus objetivos.

Y así, entre nosotros, ¿no hay subreabundancia de títulos?

—Quizás sí, pero es un tema delicado. Porque cuando decimos que se publican demasiados libros alguien podría decirnos, con toda la razón del mundo, que quizás sobren los nuestros. ¿Por qué no?

¿Es imprescindible que todo empiece con el hallazgo de un cadáver brutalmente mutilado?

—No. De hecho yo, personalmente, no soy muy partidario de lo gore.

¿También es necesario que el investigador o la investigadora tengan una vida perra y fumen y beban sin parar?

—Hoy en día no. Quizás, a los inicios del género, resaltaba la imagen romántica y marginal del héroe, pero actualmente no es necesario, aunque puede seguir dando juego según la historia que se quiera contar.

¿Me despreciará como lector si le digo que necesito que en el final quede todo bien explicadito?

—Para nada. Junto a su aspecto social el género negro tiene un componente lúdico, de complicidad con el lector, que no debemos despreciar.

¿Podemos presumir en Euskal Herria de tener un buen plantel de autores del género?

—No es que presumamos nosotros, es que, por ejemplo, la pasada Semana Negra de Gijón dedicó casi dos días completos a lo que hacemos los autores vascos.

Recomiéndenos un solo título (ajeno, claro) que no nos dejará indiferentes

Justicia, de Javier Díez Carmona.