¿Pero no estaban agotadas ya las cargas de profundidad sobre el reto de los seis debates? Se ve que no. No son pocos los columneros que, 48 horas después de que Sánchez echara el cebo, siguen rechupeteando el anzuelo.
"Va a ser la campaña de «sujétame el cubata»"
Al azar, escogemos a Teodoro León Gross. El opinador que hace unos meses saltó de El País a ABC se adorna así con el desafío (no aceptado) de Sánchez a Feijóo: “Esto sólo acaba de empezar. Los seis debates de Sánchez no son una excentricidad chiflada, sino un aviso de lo que ocurrirá en las próximas semanas. Va a ser la campaña de «sujétame el cubata». Con todo perdido desde la noche del 28M para cualquiera que sepa leer los datos, la apuesta de Moncloa pasa por desafiar la lógica probando suerte a golpe de sorpresas”.
También en el vetusto diario, María José Fuenteálamo hace sus pinitos literarios con metáfora taurina incluida: “El presidente de España está hecho un miura. Tras las elecciones, Pedro Sánchez salió de toriles y sorprendió con la embestida de convocar nacionales. Desbocado, ahora sube la apuesta: él sólo puede con seis Feijóos. Como los toreros que se la juegan en una tarde para engrandecer aún más su leyenda. Pasar a la historia es algo que nuestro presidente, cuando lo de Franco, ya nos confesó que soñaba con hacer”.
"Sánchez huye de los mítines donde lo abuchean, de las ruedas de prensa que no controla y se refugia en los platós con su fotogenia y charlatanería"
Incluso Raúl del Pozo entra dese sus santificada contra de El Mundo con un día de retraso: “Ha intentado inaugurar el nuevo bipartidismo con un spaghetti western sin los demás partidos para triturar a Feijóo. Decíamos ayer que ha sido canibalizado por Pablo Iglesias, busca sus votos y piensa que, en momentos de crisis, las campañas electorales son una guerra de trincheras simplificada, que representa el momento de gloria o de fracaso de los estrategas que intentan imponer su relato en los medios. Sánchez huye de los mítines donde lo abuchean, de las ruedas de prensa que no controla y se refugia en los platós con su fotogenia y charlatanería para recuperar el voto útil de la izquierda que, en su mandato, ha sido nefasto por el enjuague del Frankenstein”.
En El Debate, un editorial bilioso brama que “Sánchez solo debate cuando está desesperado”. Les evito el contenido, pero a cambio les copio y pego unas frases de la opinatera Mayte Alcaraz: “Pedro quiere debatir. Pero solo quiere hacerlo con Feijóo. Le sobran los ganaderos, los autónomos, los profesores, los sanitarios, los saharauis, los jueces, las víctimas de violaciones, le sobran los currelas que no llegan a fin de mes, le sobra hasta Yolanda. Seis debates, seis, quiere con un líder que le saca de quicio porque tiene cuatro mayorías absolutas para dar”.
"Sánchez queda como el macarra del colegio que cita en el patio al gafotas que saca buenas notas para darle una paliza"
Desde The Objective, que lleva en su página de opinión diez fotos de Sánchez, Jorge Vilches aporta su gracieta: “Sánchez queda como el macarra del colegio que cita en el patio al gafotas que saca buenas notas para darle una paliza. Es esa escena de músculo contra cerebro en la que los sicarios del matón esperan con el móvil para grabar las imágenes y subirlas a las redes. Su plan es que la degradación del empollón sea pública y definitiva. Si el citado rehúye el espectáculo y pide calma, la banda de Sánchez piensa llamar «cobarde» a Feijóo”.
Antes del punto final, les varío una gota la dieta. Empiezo en La Razón, donde Pedro Narváez se ha embarcado en la búsqueda del sucesor del tantas veces nombrado Sánchez. Según él, que aporta cero documentación, sus conmilitones ya están buscándole sustituto: “Estos barones ya hablan entre ellos del bocado que van a probar sin ni siquiera abrir la boca. Sus dientes son todavía bolitas de perlas y no filos de tiburón ardiente. Uno, que desde hace tiempo está en contra de este Sánchez faltón y algo embustero, se vuelve hacia la pared para no ver tantas pirañas atacar a la vez al monstruo. El presidente, sin embargo, guarda un as en la manga, y es saber que todavía puede salvarse a pesar de todo”.
Ahí podemos enganchar perfectamente con la pieza de Rubén Amón en El Confidencial. Después de dar por segura la derrota de Sánchez, el columnero elucubra sobre el fin de su partido: “¿Puede reanimarse un toro disecado? La cuestión refleja la angustia existencial del PSOE después de haberse expuesto a la radiación del sanchismo. La forma abrupta de llegar equivale a la devastación con que puede marcharse. El problema del 23-J no estriba únicamente en perder las elecciones, sino en matizar la dimensión de la derrota. Cuántos diputados conservaría el PSOE. Y qué tipo de oposición se podría orquestar, aunque la verdadera dimensión de la catástrofe concierne a la hipoteca de los herederos. Y al proceso expiación que implica el postsanchismo”.