Unos diez días en casa y otros diez días fuera. En plena pretemporada, esta es aproximadamente la actual sucesión de entrenamientos en el calendario de Lucas Eguibar (Donostia, 1994). Estar en casa significa quedarse en San Sebastián y ponerse a punto en el gimnasio, renunciando así al contacto con la nieve en un deporte que se escapa del control técnico y depende de innumerables factores. Los vertiginosos descensos sobre 1.200 metros de recorrido helado del snowboard cross están llenos de baches, giros y saltos. El primero que rebasa la meta gana la prueba. Una disciplina apta solo para intrépidos. “Hay que ser un poco valiente para tirarse por los sitios por los que nos tiramos”, admite Eguibar, de 29 años. Cuando se marcha fuera, normalmente viaja a países centroeuropeos en busca de glaciares antes de que el cambio climático borre definitivamente del mapa estas masas de hielo. “La semana pasada teníamos previsto viajar a Italia, pero tuvimos que suspender el viaje por culpa de las altas temperaturas”, comenta Eguibar, también conocido como Luki, un cariñoso apodo que le pusieron para distinguir su nombre de Lucas Sáez, seis años mayor que él, y con el que coincidió en la alta competición de snowboard. ¿Luki, de Lucky Luke? “No, no”, ríe, “entre los dos yo soy el pequeño y me tocó Luki”. 

“La semana pasada teníamos previsto viajar a Italia, pero tuvimos que suspenderlo por las altas temperaturas”

El deportista gipuzkoano se proclamó campeón del mundo de snowboard cross en el Mundial de Idre Fjäll (Suecia), en 2021, durante una angustiosa final que se resolvió con ‘foto finish’. Luki había ganado la Copa del Mundo y empezó a agigantarse la leyenda. La veneración hacia el joven rider, nuestra gran baza en las Olimpiadas desde hace una década, ha ido en aumento. En los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022 igualó su mejor marca y quedó séptimo. En los últimos años ha sufrido fuertes dolores de espalda que le tenían martirizado, pero hace unos meses que se siente mucho mejor. “Físicamente estoy más fuerte que nunca”, resuelve Eguibar. “Se nota que estoy cogiendo más peso, y optimizo los entrenamientos al máximo. También debo tener un poco de cuidado, así que aprovecho todo lo que puedo durante las tres o cuatro horas de ejercicio”. El doctor José Luis de Córdoba, de la Clínica Sagrada Familia, apareció en su vida el 1 de junio de 2022. Y todo cambió. ¿Qué es lo que te dijo? “Cuando caí en sus manos me lo explicó todo muy bien y me dijo que la medicina ya no era como antes y que ni se me ocurriera juntar una vértebra con otra. Yo he llegado a ver hasta cinco especialistas. He tenido tanto dolor que había pensado en dejarlo. Entrenaba y a los 30-40 minutos estaba hecho polvo, ya no podía más”. 

Granada, su segunda casa

Durante este atípico y largo verano Eguibar ha ido a la playa de la Concha solo dos días, asegura. Es fácil imaginarlo mirando el mar y soñando con un horizonte aún lejano que pasa por los Juegos de Invierno de Milano Cortina 2026. El tiempo que pasa entre unos Juegos y otros se pueden hacer eternos y, a veces, estos ciclos olímpicos son terribles para los deportistas. Afortunadamente, no es su caso. “Sueño con el oro, pero no me vuelvo loco. Tengo muy claro que este deporte es muy complicado y que pasan muchas cosas que no dependen de ti”.

La palabra ‘casa’ aparece de nuevo cuando durante la llamada telefónica se menciona la estación de esquí de Sierra Nevada, en Granada. Allí ha disputado varios campeonatos del mundo y conserva muy buenos amigos. Este verano Eguibar se tomó unos días libres y se fue con ellos a la isla canaria de La Gomera.

Hole in one

Basozabal. Eguibar guarda un poco de tiempo y pasión para jugar a golf, su otro deporte, en el club de golf Basozabal de Donostia. Lo trata como un hobby y va poco a poco. “Llevo muchos años haciendo un solo deporte, así que si hago otra cosa puedo terminar destrozado”. 

Familia. “No sé cómo será en otras familias, pero cuando la vida nos ha apretado y lo hemos pasado mal siempre nos hemos juntado. Es muy importante que estén a mi lado. Tenerlos cerca y ver que son felices cuando vienen a verme a las carreras es lo que más me llena”.