Fue cumplir los 65 años y decir adiós a la política y a la vida laboral. "Estaba deseando jubilarme", asegura esta leonesa (20 de noviembre de 1948, Ponferrada). Y eso que disfrutó y mucho durante sus 18 años de actividad municipal en el consistorio vitoriano. "Pasé muy buenos momentos durante las cinco legislaturas que trabajé en el Ayuntamiento. Fue una experiencia muy interesante". Un tiempo que ni por un momento imaginó que podría estar. "Es que al principio no pensábamos ni salir elegidos", rememora.
Pues bien, Encina Serrano arrancó como portavoz popular en Asuntos Sociales durante la etapa de José Ángel Cuerda como alcalde en un ya lejano año 1995, le seguirían después dos legislaturas con Alfonso Alonso, otra con el socialista Patxi Lazcoz, para concluir en 2013 junto a Javier Maroto. Casi dos décadas en las que se ganó el cariño de sus compañeros de partido y también el de sus rivales políticos.
Los abrazos que le procesaron todos los concejales el día de su salida de la vida municipal, demuestran el poso que dejó en todos ellos, situación que Serrano recuerda con mucho agrado. "Es bonito recibir ese cariño. Teníamos muy buena relación". Nada que ver con la crispación política que se vive hoy en día, algo que no sorprende a la exedil popular. "Hay demasiados personalismos en política, algo que no conduce a nada. Falta respeto y educación. Nada que ver con lo que sucedía en nuestra época. Ahora hay mucha violencia verbal", lamenta.
Por eso no echa de menos la política. De hecho, prefiere estar al margen de todo lo que está sucediendo. "Te pones de muy mal genio. Creo que están jugando con nosotros. 24 horas oyendo lo mismo. Ya no veo ni la tele y a Pinocho (en referencia a Pedro Sánchez), menos", apunta con cierto hartazgo ante la situación que ha provocado la pandemia de la covid-19.
"No me reconocerías, ahora voy en chándal a diario"
Su vida desde que saliera de Vitoria hace más de siete años ha dado un giro radical. De hecho, la que fuera conocida por su elegancia, estilo y su colorido guardarropa reconoce que ahora no dedica excesivo tiempo a rebuscar en su armario para salir de casa. "No me reconocerías. Voy con mi chándal, zapatillas deportivas y así a diario. De hecho, el año pasado que pasé el confinamiento en Benicassim, no me quité la ropa deportiva en ningún momento. ¡Quién lo iba a decir!". Eso sí, cuando toca ir a algún evento, no duda en volver a ponerse sus mejores galas. "Si hay que ir arreglada, se va", reconoce con naturalidad.
Es la nueva vida de Encina Serrano. Lejos de los numerosos compromisos diarios y la apretada agenda a la que estaba obligada durante su actividad política en Vitoria. A un ritmo más pausado. Sorprende el cambio. Tanto que a la propia Serrano le extrañó de inicio ser la protagonista de esta sección de '¿Qué fue de?' "Me sonó mal. ¿Pero si no estoy muerta me dije? Y luego me pregunté si podría interesar a alguien que habría sido de mi vida". Al menos, tal y cómo reconoce la protagonista le ha servido para rememorar "momentos muy bonitos" de su etapa en la vida municipal de Vitoria. "Me pareció fantástico hacer cosas culturales en Vitoria, que era una ciudad un poco aburrida y le dimos algo de animación", rememora de inicio.
El legado dejado en la ciudad por la que fuera administrativa del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco y expresidenta de Unicef en Álava antes de incorporarse a la vida municipal es importante. Festivales como el Azkena Rock, Magialdia o Kaldearte, el Mercado Medieval, las Fiestas de la ciudad, además de llevar la pista de hielo a La Florida en Navidad son parte de la herencia dejada durante su etapa al frente de la concejalía de cultura. "Hicimos muchas cosas antes de que llegasen los recortes por la crisis económica. Una pena. Pero al menos ese tiempo se dio la oportunidad a la gente para disfrutar con actividad cultural en la calle y gratis que es lo que triunfa en Vitoria", bromea.
Eso sí, Encina Serrano no olvida aún 20 años después el que fuera el mayor tropiezo de su carrera: la tirolina de Olarizu con sus 115 metros de desnivel y 450 de recorrido. "Fue el 11 de septiembre de 2001. ¡Qué susto!" Serrano aún recuerda como fue Enrique Ruiz de Gordoa quien realizó el primer descenso, seguido de su hijo antes de que le llegase el turno a ella. Hasta ahí iba todo en orden. Sin embargo, justo después el mecanismo falló y la siguiente en lanzarse sufrió un accidente. "Gracias a Dios no pasó nada, pero lo pasé fatal".
Realeza, polémica cabalgata y el 'non grato' Piterman
Tampoco pasa por alto la polémica con la cabalgata de Reyes del año anterior en la que se sustituyeron las carrozas por dromedarios lo que provocó que sus majestades de Oriente decidirán ir a pie en lugar de montados desluciendo el desfile. De todos modos, Serrano quiso quitar hierro al asunto. "Decían que iba a crear un trauma en los niños al no haber sido cómo se esperaba y no vi en los días siguientes a ningún pequeño traumatizado".
Durante su etapa como concejala de Cultura ha coincidido con todo tipo de personalidades, desde el entonces príncipe Felipe hasta la reina Sofía, pasando por el ínclito Dimitry Piterman, del que no guarda muy buen recuerdo. "Hice una rueda de prensa para declararle persona 'non grata'. ¡Qué personaje! Je, je. Ahora me río, pero buff. Una pesadilla". Él y su acólito Pepín Nereo. "Me acuerdo de ir a la Final Four de Praga estar pasándolo genial y recibir unos mensajes horribles de su parte", recuerda con alivio al comprobar como aquella etapa negra de la ciudad llegó a su fin.
Gajes del oficio. Al menos, su ajetreada e intensa vida política también le deparó gratos recuerdos, entre los que destaca el haber coincidido con personalidades increíbles. "Conocí a personas muy interesantes. Recuerdo una sobremesa con Paco Valderrama y Manu Leguineche divertidísima. ¡Qué risas nos echamos con las anécdotas que nos contaba, mientras nos tomábamos unos chupitos de vodka!".
Ahora vive sin agenda, sin prisas y sin estrés "en una pequeña casita cerca del circuito del Jarama", a media hora de Madrid, rodeada de campo y monte en el que disfrutar de dos de sus aficiones: pasear y la fotografía. En ese idílico paraje cuenta con todo el tiempo del mundo para sí misma. "Una de las cosas que no hago es madrugar. Me levanto sobre las 9.30-10.00 horas y después de desayunar voy a pasear por el bosque. Lejos del asfalto. En el asfalto no podría vivir", apunta.
Pasión por la fotografía en la naturaleza
Durante sus largos paseos, de hasta tres horas pueden llegar a ser, da rienda suelta a otra de sus pasiones: la fotografía. Mariposas, cúmulos y los paisajes que le rodean son el objetivo de su cámara. También aprovecha para hacer denuncia social y si ve algo que no debe, basura donde no corresponde o cualquier otra irregularidad, no duda en sacar la foto y enviársela al ayuntamiento que corresponda para que tome cartas en el asunto y lo corrija. Pervive en ella aún el espíritu de funcionaria al servicio de la ciudadanía.
Como también pervive su pasión por la cultura y en Madrid tiene todo un paraíso de actos culturales al alcance de la mano. "Voy a todas las citas culturales que puedo, ya sea cine, teatro, exposiciones, conciertos. Hay conciertos buenísimos. La vida cultural es muy rica y la aprovecho al máximo. Además, aquí no coges el coronavirus ya que hay muy poca gente. De hecho, el otro día estuve en una exposición magnífica de tapices de Rafael en el Palacio Real y estábamos cuatro gatos".
Cultura y relax en su paraíso del Jarama al que acudió tras su jubilación para estar cerca de cinco de sus hermanos. Otra le queda aún en Vitoria a la que antes de la pandemia visitaba mucho más y ahora no puede ver tanto como le gustaría por las restricciones de movilidad y a la que volverá a ver en unas semanas. "Cuando me llame Osakidetza para vacunarme iré para allí y aprovecharé para estar con ella".
De momento, aprovecha el remanso de paz que le ofrece su residencia en la localidad madrileña para disfrutar de los pequeños placeres de la vida. "Por las tardes me echo una buena siesta, leo muchos libros también -ahora está con Nomadland- y veo muchas series. Tengo cinco plataformas", desvela. El thriller, el cine negro y los biopic están entre las preferencias de está enganchada a twitter. "Le echo muchas horas", asume.
Otra de sus pasiones son sus sobrinos. "Soy muy niñera", reconoce Encina Serrano. La exconcejala de Cultura no tiene pareja, falleció hace años, y no ha tenido descendencia. Al menos, puede quitarse esa morriña por disfrutar de los pequeños ocupándose de los hijos y nietos de sus hermanos.
Añoranza de la 'Green Capital' y su gastronomía
Morriña también tiene por Vitoria y en especial por sus zonas verdes de la que se declara una enamorada. "Echo de menos los paseos por Monasterioguren, Garaio, Ullibarri, Legutiano. Viví muchos años en Legutiano porque me encanta el campo y estar al aire libre. Luego tuve que ir a vivir a un piso a la Plaza de la Provincia y también tenía la oportunidad de disfrutar de esos maravillosos parques de la ciudad", comenta.
También añora la gastronomía de la capital alavesa y el ambiente que se vive en torno a una barra. "Recuerdo los pintxos del Toloño, las tortillas del Deportivo Alavés y el estar con la gente. En Madrid también se come bien pero el ambiente es distinto. En Vitoria es todo mucho más agradable y más cercano", concluye esta leonesa de nacimiento, gasteiztarra de adopción (llegó en la adolescencia) y madrileña "por circunstancias de la vida", pero sobre todo "ciudadana del mundo" como se define.